Opinión

La toma del Palacio de Justicia no fue una “genialidad”, fue una locura pagada

No fue ideada por el M-19 sino por Pablo Escobar para desaparecer sus expedientes en la Corte Suprema de Justicia y esfumar los magistrados a favor de la extradición

Por:
noviembre 10, 2025
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Aquel miércoles llegué a la sede del Centro Informativo Especializado de Prensa, Ciep, a las doce del día. El Ciep era una agencia de prensa, propiedad de El País de Cali, a la que estaban abonados los diarios El Mundo de Medellín, el Diario del Caribe de Barranquilla y el Espacio de Bogotá.

En ese momento, yo trabajaba medio tiempo, porque aún no había finalizado la carrera de Comunicación Social, que cursaba en la Universidad Javeriana. Había hecho mis prácticas profesionales en el Ciep, pero mi trabajo les gustó y me engancharon como periodista de medio tiempo. Era redactor de asuntos generales. O “cargaladrillos” como se le conocía en el gremio.

Todos los días debía llegar a la oficina, ubicada en el barrio Teusaquillo, sobre las 12 del día. Como yo era el “nuevón”, me adjudicaron una función que los demás periodistas esquivaban por tediosa: grabar el noticiero Última Hora Caracol y luego extraer los titulares de todas las noticias.

Debía sacar copia para todos los periodistas, para el Jefe de redacción y para el Director, que era el veterano comunicador Jorge Téllez, que en su momento había sido el periodista económico estrella de El Espectador.

Cuando toda la redacción llegaba, sobre las 3 pm, cada uno de los periodistas debía encontrar sobre su escritorio el resumen de titulares de Última Hora, que era la base que usaban los periodistas para desarrollar su trabajo.

El miércoles de marras era el 6 de noviembre de 1985. Había puesto el radio en el 8.20 del a.m., punto en el dial de Caracol y me aprestaba a grabar Última Hora. Hacia las 12 y 15 Caracol interrumpió su programación y lanzó un “extra. “Atención, se ha producido un ataque al Palacio de Justicia en Bogotá, la situación es muy confusa”, fue lo primero que atinó a decir el legendario Yamid Amat, entonces director de Noticias de Caracol.

Con el paso de los minutos se fue conociendo la magnitud del ataque. El M-19 lo reivindicó y anunció que el propósito era adelantar un juicio en contra del presidente Belisario Betancur, por su supuesta traición al proceso de paz con las guerrillas, que su gobierno inició.

Obviamente me puse como loco y me di a la tarea de ubicar a Téllez y a los demás periodistas, para informarles lo que estaba sucediendo. Por fortuna sabía que solían almorzar en un restaurantico ubicado al lado de la sede de la Nunciatura Apostólica, hacia donde me dirigí como alma que lleva el diablo.

Allá me encontré con Luis Felipe Salamanca, el jefe de redacción, con Guillermo Callejas, el redactor político y con Gabriel Ángel Ardila, el encargado de economía.

Salimos todos ‘volados’ para la oficina y allí arrancó una maratón informativa que se prolongó durante más de 24 horas. Unos periodistas escuchaban la radio y buscaban fuentes para entrevistar. Y otros se desplazaban hacia las inmediaciones del Palacio.

Yo hice un par de esos turnos en cercanías del Palacio.

 Me ubiqué en los bajos del Palacio Liévano, sede de la Alcaldía de Bogotá, que se convirtió en el lugar de concentración de los comunicadores. Allí se acercaban políticos, jueces, ministros y otros personajes que estaban tan confundidos como los reporteros. El caos era total.

Relato estas anécdotas para dejar en claro que, a mi manera, me tocó vivir esa tragedia de cerca. Y una cosa es vivirla de cerca y otra que se la cuenten. Por ello, a pesar de la confusión que rodeó ese trágico episodio de la vida nacional, algunas cosas me quedaron muy claras:

Lo principal es que el gran responsable de esa tragedia, de los 94 muertos y de los 11 desaparecidos fue el M-19.

Los cabecillas de esa guerrilla estaban envalentonados con lo ocurrido con la toma a la Embajada de República Dominicana, perpetrada cinco años antes, que sin duda fue un golpe muy exitoso.

Esa acción fue un tremendo vitrinazo para el “M” que, durante los 61 días en los que se prolongó, fue el centro de la noticia en el mundo. Además, la acción se saldó sin la muerte de un solo embajador y, como si fuera, poco recibieron una jugosa recompensa por liberar a los diplomáticos con vida.

Los comandantes del “M” estaban convencidos de que el asalto al Palacio iba a ser un nuevo golpe de opinión, pero no entendieron que una cosa era tomarse una embajada y otra asaltar el Palacio de Justicia, en plena Plaza de Bolívar de Bogotá.

Las Fuerzas Militares que ya habían sido humilladas por la toma a la embajada y por acciones como el robo de armas del Cantón Norte no iban a tolerar una nueva burla.

Eso explica la reacción desmedida del Ejército. Tenían una espina clavada y vieron en esa osada incursión, la oportunidad de sacársela. Y decidieron aniquilar a los guerrilleros que se tomaron el Palacio.

Por desgracia, de paso aniquilaron a las víctimas que eran los civiles inocentes que los guerrilleros usaron como escudos para tratar de frenar la feroz reacción del Ejército.

Otra realidad que las diversas investigaciones que se realizaron dejaron en claro fue que ese asalto no fue una gesta insurreccional por parte de la guerrilla, como Gustavo Petro afirma.

Porque esa acción no fue ideada por el M-19 sino por Pablo Escobar y por el Cartel de Medellín que necesitaba desaparecer los expedientes que había en su contra en los archivos de la Corte Suprema de Justicia. Y de paso, esfumar a los magistrados que defendían la extradición.

“Popeye”, el siniestro sicario de Pablo Escobar, afirmó que el contacto entre el M-19 y el Cartel fue Iván Marino Ospina, que recibió personalmente dos millones de dólares como pago por ejecutar la incursión.

Mejor dicho, la toma del Palacio de Justicia fue un acto que el M-19 acometió a cambio de un importante pago y con el cual, además de obtener un buen dinero, esperaban dar un nuevo golpe de opinión.

Cuarenta años después eso tiene que estar muy claro. El asalto al Palacio de Justicia fue un hecho ruin, motivado por los peores intereses. Por lo cual no puede quedar para la historia como una “genialidad” de unos rebeldes idealistas. 

Del mismo autor: “Mi cuerpo se cansó de mi”

Anuncios.

Anuncios.

0

Te puede Interesar

¿Qué tienen en común la heroína María Corina y la villana Zulma?

¿Qué tienen en común la heroína María Corina y la villana Zulma?

Por qué temerle a Iván Cepeda y por qué no

Por qué temerle a Iván Cepeda y por qué no

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus