Durante más de cuarenta años, Patricia Silva fue parte del paisaje familiar de los sábados. Su rostro, su carcajada inconfundible, su manera de hacer humor sin herir, acompañaron a generaciones enteras a través de la pantalla de Sábados Felices. Era la mujer que hacía reír, la comediante que parecía no cansarse nunca. Pero cuando llegó el momento de descansar —de cobrar lo que había trabajado— descubrió que, para hacerlo, debía pelear.
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A los 57 años, en agosto de 2016, Silva tenía derecho a su pensión. Lo que no sabía era que ese derecho se le iba a escurrir entre los papeles, los fondos y las manos de quienes la habían visto entregar su vida al oficio. Caracol Televisión, el canal donde había trabajado casi cuatro décadas, había cambiado su afiliación de Colpensiones a Colfondos. En el camino quedaron años sueltos, tiempos sin registrar, semanas sin reconocer. Y así, la mujer que había hecho reír al país tuvo que demandar.
La historia se conoció gracias a La Negra Candela, la periodista de farándula que reveló el caso en redes. En su video explicaba que Caracol debía reconocerle a Patricia Silva la pensión desde 2016, pero que el cambio de fondo había enredado todo. No había mala intención, decía, pero sí un vacío administrativo que terminó por convertirse en una injusticia.
Silva, que durante años evitó hablar de su vida privada, decidió pronunciarse. Lo hizo sin rabia, con la serenidad de quien sabe que tiene la razón. “Sí, demandé al canal”, dijo en un video. “Y cuando el juez ordenó el pago al fondo pensional, Caracol no apeló, no se negó. Siguieron tratándome con respeto. Yo continué trabajando allí, con toda la dignidad y el apoyo que siempre me dieron”.
No hubo revancha ni rencor. En su voz no se escuchaba el tono de quien gana un pleito, sino el de quien defiende su historia. “Me voy agradecida con el Canal Caracol, demasiado”, aseguró. “Con la cabeza en alto, hablando lo que es del canal”.
Aprovechó para recordar que, a pesar de las críticas que ha recibido el programa, el canal ha tenido gestos generosos con sus artistas: “A ‘Mandíbula’ le pagaron un sueldo hasta que murió, aunque ya no tenía derecho a pensión. A la Gorda Fabiola, cuando se enfermó, le siguieron pagando sin estar en nómina. Nadie los obligaba. Lo hicieron porque sí”.
Y, con esa mezcla de gratitud y alivio, Silva cerró el asunto: “Yo lo único que tengo en mi corazón es agradecimiento hacia el Canal Caracol”.
El fallo de la Corte Suprema de Justicia confirmó que la comediante tenía la razón. Caracol debía reconocerle la pensión desde 2016, año en que cumplió la edad establecida por ley. Fue una victoria más moral que económica, un acto de reparación después de años de espera y confusión burocrática.
En un país donde tantas veces las risas son efímeras, Patricia Silva demostró que la dignidad no lo es. Que incluso quienes nos hacen reír también deben luchar por lo suyo. Que detrás del maquillaje, de los libretos, de los aplausos de estudio, también hay una mujer que envejece, que reclama, que no se deja borrar.
Hoy, mientras otros recuerdan sus personajes, ella celebra una verdad simple: que el trabajo de toda una vida, por fin, fue reconocido.
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