Lo conocemos los columnistas, el título por si solo puede despertar airadas reacciones sin leer el texto completo, este podría ser el caso. “¿Cómo puede (epítetos incluidos) decir eso? Si el trabajo duro es el que nos hace ser alguien exitoso. ¿El sueño es una pérdida de tiempo?”. Bueno, he aquí la respuesta: quién duerme bien es más productivo, tiene mejor inspiración, creatividad y es más feliz en la vida, señalan los estudios sobre el cerebro y el sueño.
El cerebro usa el 25 % de nuestra energía, mientras que es solo el 2 % del cuerpo y además pasamos una tercera parte de la vida (32 de 90 años) dormidos. ¿Cómo puede esto ser coherente y beneficiarnos? La respuesta es simple: ¡el cerebro no descansa!, cambia de actividad. Recuerdo uno de nuestros profesores del colegio que nos decía que descansar no era echarse en el prado o ver TV, es “cambiar de actividad”, pues esto es lo que sucede durante el sueño.
Para iniciar, según Jeff Lliff y sus investigaciones, durante el sueño el líquido cefalorraquídeo “limpia” los desechos que el cerebro produce durante el período de vigilia. Todo parece señalar que esta limpieza es fundamental, dentro de otros factores, para prevenir la acumulación de beta-amiloide y la enfermedad de Alzheimer. Restaura, refresca y limpia la mente.
Pregunten a sus conocidos y probablemente no será difícil encontrar quien les asegure que luego de un buen dormir se levantaron con la idea que les cambió el rumbo de sus vidas para un mejor estar o para saber cómo realizar su “sueño de vida”, por supuesto. Si no le ha sucedido a usted.
Estudios neurobiológicos otorgan tres funciones principales al sueño: la primera es restaurar las funciones corporales desgastadas durante el día, hay genes que se activan solo durante el sueño; la segunda es conservar energía, al parecer muy pobre función, en revaluación. La tercera, la más importante acorde a Russell Foster (neurocientífico sobre los ciclos corporales), es procesar información y consolidar la memoria. Sí, durante el sueño la memoria se construye y se hace fácil de evocar. El aprendizaje por tanto se consolida. Repite el doctor Foster, la creatividad aumenta y soluciones novedosas son encontradas. También señala la relación evidente entre los trastornos del sueño con las enfermedades mentales.
La privación de sueño conduce a fallas en atención; falta de buen juicio (pareciera sucederles a algunos personajes de nuestra vida política, quienes me conocen saben a quienes me refiero); cansancio; bajo estado de alerta y por lo mismo a accidentes; pobre memoria, creatividad y falta de criterio.
Por todo lo anterior el dormir no es un lujo, es una necesidad. Descartemos la idea del siglo XX, en que el sueño es una enfermedad a curar. Desafortunado dicho de Thomas Alba Edison “dormir es una criminal pérdida de tiempo, herencia de las cavernas” o de Margaret Thatcher “dormir es para los débiles”. Afortunados dichos de Thomas Dekker “el sueño es la cadena de oro que une la salud con el cuerpo”. O Shakespeare: “Sueño, dulce sueño, suave nodriza de la naturaleza ¿qué espanto te he causado?”.
Como es mi misión propender por la unificación de los mundos en apariencia opuestos de la ciencia y el esoterismo, recuerdo a mi mejor instructor en meditación cuando nos decía que dormir es el estado más alejado de la meditación y por tanto del mundo espiritual. Hoy en día le podría haber contestado que “sí, así es”, pero mientras vivamos en este cuerpo, antes de la muerte física, el sueño nos provee elementos indispensables para vivir una vida exitosa.
