Es aterrador que un país pobre, desigual, fragmentado, violento y corrupto de manera contagiosa, un país que constantemente tiene que presentar reformas para tapar el hueco fiscal y financiar el presupuesto público, deba gastarse 193 mil millones de pesos en la consulta interna de un partido político, algo así como el 1 % de la reforma tributaria que el gobierno tramita en el Congreso.
Uno, o algunos para ser más preciso, seguimos creyendo en la izquierda como opción filosófica política, como debate inocultable de la humanidad ante la desigualdad, pero es imposible no quedarse atónito cuando un partido o un conjunto de personas que se dicen de izquierda se lanza contra la cosa pública como un depredador con hambre, todo para financiar veleidades de inopinados aspirantes que simplemente quieren inscribir su nombre en una corta y pasajera historia como “precandidatos presidenciales”.
En cuanto a los aspirantes que siguen en consulta de la izquierda solo Iván Cepeda tiene talante y trayectoria destacados
En cuanto a los aspirantes que siguen en consulta de la izquierda solo Iván Cepeda tiene talante y trayectoria destacados. Eso resulta a todas luces visible. Lo demás es simple interés de figuración, vanidad disfrazada de convicción ideológica, el avaro interés de quedar posando en la foto con cara de pescados congelados.
Ya Daniel Quintero, un tipo acusado de corrupciones, un tipo veleidoso cuya regla es romper todas las reglas para parecer inteligente y progresista, se retiró de la consulta. O sea que serán 193 mil millones malgastados incluso sin este candidato siempre de alcance enredador.
Que la izquierda esté dispuesta a hacer gastar a esta sociedad 193 mil millones de pesos así porque sí, porque otros gastan, porque otros roban, porque los partidos tradicionales o la derecha dilapidan, no es ningún mensaje progresista. Es un mensaje “regresista”. Desde el desayuno se sabe qué será el almuerzo, dicen algunos.
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