Transición energética, un urgente regreso al pasado

Transición energética, un urgente regreso al pasado

Si reducimos nuestros consumos y aprovechamos de otra forma los recursos renovables que nos proporciona la naturaleza, las cosas pueden ser distintas

Por: César Arturo Castillo Parra
febrero 14, 2023
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Transición energética, un urgente regreso al pasado
César Arturo Castillo Parra

Muchos de esos que conocemos como “emprendedores exitosos” o grandes industriales están molestos con los planes del nuevo presidente. De forma seria se inicia un nueva manera de ver el mundo, donde ya no todo será válido para hacer dinero. Los empresarios del petróleo son los que más incomodos están con la idea de acabar con el negocio de los hidrocarburos a mediano plazo, porque aún no comprenden la importancia de cuidar la naturaleza y velar por el bienestar de la comunidad.

Seguramente usted habrá escuchado que lo malo de la utilización del petróleo es la generación de humo y gases tóxicos, como también de los efectos sobre el calentamiento global que dejan los carros, pero el asunto es infinitamente más complejo que ello. Se debe considerar además que los derivados de ese compuesto están presentes en muchos de los objetos que usamos e incluso en nuestra nutrición. Sobre esto último, sí, lo que pasa es que no nos damos cuenta, porque no leemos bien las etiquetas. Algunos de esos derivados se utilizan en la fabricación de chocolatinas, helados, gomitas, galletas saladas, chicles, palomitas de maíz, dulces y chitos, entre otros “alimentos”, que podemos rechazar. Claro, en defensa nos dicen, por ejemplo, que son colorantes o conservantes debidamente autorizados por las regulaciones estatales. Legislaciones que los capitalistas han creado para su propio beneficio.

Frente al planteamiento de reducir la explotación petrolera y otras reformas como la de la salud, pensiones o educación se vienen dos problemas esenciales: el primero es que los empresarios ya empezaron, con sus medios de comunicación (la pren$a libre), a tratar de torpedear los cambios y  crear una atmosfera de zozobra para evitar que dichas medidas sean aprobadas y para poder volver a poner un títere en la presidencia dentro de cuatro años. El segundo problema es que no será posible cortar la producción de petróleo y la producción de plásticos sin tener un plan integral de sustitución paulatino. Para comprender este segundo punto, veámoslo de otra manera. Si los servicios públicos en la ciudad son muy caros, de la noche a la mañana yo no puedo renunciar al agua del acueducto sin antes haberme acostumbrado a utilizarla menos, sin contar con un reservorio de agua lluvia y sin tener un sistema adecuado para el aprovechamiento de las aguas residuales.

Cesar Arturo Castillo Parra

César Arturo Castillo Parra

Hay quienes creen que todo el asunto de la transición se limita a la sustitución del petróleo y el carbón con la producción de “energías limpias” como sistemas eólicos, paneles solares e hidroeléctricas. Todos los avances tecnológicos que sean necesarios, con tal de seguir con el estilo de vida actual, derrochando energía con autos eléctricos, aire acondicionado, hornos para gratinar los alimentos, juguetes, luces de adorno, etc. La otra complicación es que nos hemos acostumbrado tanto a los derivados del petróleo, que serán muy difíciles de sustituir como los que empleamos en los utensilios médicos. Frente a las actividades más cotidianas valdría la pena darle una mirada al pasado, para poder ayudar a pensar en la transición. Antaño, caminábamos para ir a comprar el pan a la esquina, las sillas no eran de hierro con plástico, sino de mimbre. Los juguetes no eran electrónicos o de goma, sino de madera como el trompo o el balero. La escoba de mi abuela era de palo con paja o hierbas. Los bolsos eran de tela, fique o de lana y no de fibras sintéticas, lo mismo que las cuerdas eran de fique. Al mercado íbamos con el canasto de palmas. Como pintura se utilizaban elementos naturales, la goma laca para la madera y para los cuadros el óleo, que es aceite de linaza con óxidos de hierro. Para ser extremo, no olvidemos que antes las personas viajaban a lomo de mula y las grandes catedrales de Europa no se levantaron con hormigón armado y ahí están.

Ahora, para poder sustituir tantos productos derivados del petróleo que hoy utilizamos, creo que desde el Estado hay necesidad de trazar nuevos planes de fomento a la investigación y desarrollo tecnológico con los recursos naturales renovables. Pero sobre todo sería interesante involucrar en ello a los habitantes de las ciudades porque son los que más demandan energía y dejan una mayor huella sobre los entornos geográficos. Hoy, desafortunadamente, la gente e incluso algunas entidades gubernamentales sacan pecho diciendo que ayudan reforestando las zonas verdes, pero plantando árboles sin ton ni son, sin tener en cuenta las propiedades de las especies, su comportamiento adulto, las características de los entornos paisajísticos, ni obedeciendo a unos planes de aprovechamiento futuro. Es por ello que, gracias a que hay tantos irresponsables, muchos árboles dañan las calles y los sistemas de conducción de servicios públicos, atraen plagas, dejan demasiada hojarasca que difícilmente se descompone, rompen los andenes y se caen sobre las viviendas.

El 29 de abril se celebrará en Colombia el Día Nacional del Árbol y ojalá este año tengamos la oportunidad de ver otro pequeño cambio en nuestra actitud frente al planeta, para poner en marcha planes futuristas como, esquemas de explotación maderera en las ciudades, en colaboración con las instituciones públicas y empresas privadas; plantación de especies frutícolas donde se puedan recolectar y que sembremos más plantas ornamentales en los parques. Lo peor es actuar como ciertos burócratas que solo piensan en cumplir con las estadísticas de siembra de cualquier especie de árbol u ornamento, para luego dejarlos en el olvido, a merced de los veranos.

Miremos hacia el pasado y nos daremos cuenta que la transición energética es posible. Eso sí, si reducimos nuestros consumos y aprovechamos de otra forma las fibras vegetales y tantos otros recursos renovables que nos proporciona la naturaleza.

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