Este año ha sido el más difícil para Petro. La arremetida creciente e ininterrumpida de Trump contra su gobierno es azuzada permanentemente por la ultraderecha colombiana, que además tiene su propia agenda interna.
El avance de las fuerzas fascistas en el vecindario la estimula para intentar recuperar el gobierno en las próximas elecciones. En este último round, la contienda por el control de los recursos públicos es fundamental.
Los poderosos medios de oposición tampoco dan tregua. The Economistseñaló que en 2025 la economía colombiana fue la de mejor rendimiento en Latinoamérica y la cuarta en el mundo. Pero no les importa.
Tampoco cuentan la reducción notoria de la pobreza, el desempleo y de la brecha laboral de género. Ni el crecimiento productivo, en especial del sector agrario.
Entre los múltiples ataques, en el plano económico hubo dos asuntos centrales. El primero, el hundimiento de la Ley de Financiamiento por las comisiones económicas del Congreso hace una semana. De nuevo, la oposición hizo fiesta.
El gobierno buscaba con ella recaudar importantes recursos para cubrir el déficit presupuestal e incrementar los impuestos a los sectores de mayor renta y patrimonio.
Establecía una tributación especial para bancos, comisionistas de bolsa, plataformas, apuestas en línea, hidrocarburos, que poco o nada pagan. Todo ello para financiar inversión social y estratégica, incluida en su Plan de Desarrollo.
Quieren impedir que, en período electoral, el gobierno le siga cumpliendo a los grupos más vulnerables. Recortar el gasto público y social e infundir pánico sobre las finanzas del país. Ese es el fondo del asunto, la expresión más precisa de la ortodoxia neoliberal.
El presidente tuvo entonces que recurrir a un mecanismo constitucional extraordinario: la emergencia económica, que lo faculta para expedir decretos con fuerza de ley, tendientes a reasignar recursos y modificar el gasto público social.
Pero este camino tampoco es fácil. Además del control constitucional, requiere el aval del Congreso para prorrogarla después de 30 días.
Petro señaló que el archivo de la ley implica que los sectores más ricos continúen sin realizar los aportes necesarios al sistema fiscal del país. Adicionalmente, la decisión provoca el encarecimiento de la deuda pública y reduce su capacidad de pago.
Además, incrementa la deuda interna, representada por los Títulos de Tesorería (TES), en manos de los más ricos, muy beneficiados con las altas tasas de interés que mantiene el Banco Emisor. Es decir, la oligarquía se beneficia por partida doble.
El segundo asunto importante es la discusión sobre el salario mínimo, que implica la negociación tripartita todos los años entre gobierno, empresarios y trabajadores.
Nuevamente se expresaron dos posturas. Por un lado, los empresarios, convertidos en líderes de la oposición, ceñidos a la ortodoxia neoliberal, rebatida en la teoría y en la práctica. Según ellos, los derechos de los trabajador/as son rigideces del mercado y el desempleo y la inflación consecuencias del incremento salarial.
Contra toda evidencia, insisten en que rebajar los “costos” salariales garantiza la inversión privada, base del “desarrollo del país”. “El salario mínimo es muy alto en Colombia”, repite con insistencia el gran banquero.
Durante los últimos años la discusión del salario mínimo se ha centrado en una falacia neoclásica conocida como Productividad Total Factorial, PTF. Se trata de una estimación econométrica que pretende recoger la productividad de todos los factores, algunos inciertos y abstractos, como si estos dependieran de la fuerza laboral.
La PTF se basa en otro argumento, también muy cuestionado: la función de producción, que supone el equilibrio y la competencia perfecta en la economía. Como señalan los economistas Lipsey y Carlaw, dicha función no mide nada útil y es más bien “una medida de nuestra ignorancia”.
La segunda postura sobre el salario mínimo es la del gobierno y los sindicatos. Insiste en la importancia de promover el consumo para generar empleo y demanda interna. De ahí depende la reactivación económica y la superación de la pobreza.
En la práctica, ha sido la única salida a la recesión. Keynes señaló que el nivel de empleo no depende del monto de los salarios sino del tamaño de la demanda agregada.
Se trata de relaciones sociales e históricas, como señala Marx, y no técnicas y abstractas. La contradicción entre producción social y apropiación privada es la principal en el capitalismo. Y el trabajo es fuente de toda riqueza, como lo demostró la pandemia.
Un reciente estudio de la OIT, profusamente citado y analizado por el Mintrabajo, Antonio Sanguino, y por Fabio Arias, presidente de la CUT, determinó que el salario mínimo vital en Colombia debería incrementarse en un 50 %, es decir, a $3 millones de pesos (USD 797).
Incrementar el salario mínimo de manera importante como lo ha hecho este gobierno, ha traído efectos positivos en lo económico y lo social.
Por último, la Corte Constitucional suspendió la Reforma Pensional (Ley 2381 de 2024) alegando vicios en el trámite legislativo. Ahora su aprobación depende de la decisión de un conjuez, que podría darse después de las elecciones parlamentarias.
Asimismo, la reforma a la salud se hundió en el Congreso por segunda vez.
PS: El encarcelamiento de dos exministros, Ricardo Bonilla y Luis Fernando Velasco es una medida por completo arbitraria. Se desplegó todo un espectáculo mediático por parte de la prensa opositora, también con fines electorales.
A los dos exministros, a quienes no se les acusa de apropiarse de recursos, se les viola por completo la presunción de inocencia. Les cobran su compromiso con el gobierno del cambio.
De hecho, la magistrada que tomó esta decisión es la misma que en el pasado ordenó la libertad de Uribe Vélez.
Bonilla, quien se encuentra en grave estado de salud, es mi colega como miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, ACCE y uno de los economistas más destacados del país.
Un saludo para todos y todas en este fin de año y mis deseos para que en 2026 continuemos en la brega por avanzar en el cambio y las reformas sociales.
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