En un reciente comentario hice alusión a los resultados del Pacto Histórico en la pasada consulta. Allí aplaudí que se hubieran podido contabilizar 2,3 millones de votos válidos, lo que coloca en condición envidiable al ganador, el senador Iván Cepeda, pero también mencioné “innegables errores, imprevisiones y deficiencias del partido”, a lo cual habría que agregar iguales irregularidades de sus partidos conformantes.
Esos errores, imprevisiones y deficiencias fueron la materia prima para que el CNE construyera el sinnúmero de interferencias que llevó a que el proceso estuviera afectado siempre por las más estorbosas incertidumbres, las cuales siguen gravitando hoy, y quién sabe hasta cuándo, pese a que el proceso de consulta ya terminó.
La última pata que le nació al cojo la parió Nicolás Farfán, exregistrador nacional delegado en lo electoral, quien demandó la consulta por considerar ilegal la participación del partido Progresistas en su inscripción, ya que dicha organización no contaba aún con personería jurídica. También argumentó que la conformación, en varias regiones del país, de coaliciones con fuerzas electorales que sobrepasaron el tope del 15 % en las elecciones de 2022 violaba la normatividad vigente.
Este último hecho es el que más escozor puede generar, pues resulta inadmisible que se presente en una colectividad que busca transformarse en partido precisamente porque, como coalición, no puede seguir funcionando, ya que sus fuerzas conformantes sobrepasaron en esas elecciones el tope mencionado. Y lo peor es que tales anomalías se presentaron en lugares donde se esperaría otra cosa, como Bogotá, Cundinamarca, Valle y Nariño.
Si a lo anterior agregamos el penoso caso de la Colombia Humana, que tiene en sus propios estatutos el mayor obstáculo para disolverse y fusionarse en el Pacto Histórico —pues para ello debe reunir a más de 70 mil afiliados y lograr que las dos terceras partes de estos aprueben tal proceso—, tendremos que concluir que no ha habido un buen manejo de lo que quiere ser un nuevo partido.
Si se quiere verlo convertido en el instrumento político que nuestro pueblo necesita, debe redefinirse desde sus direcciones.
Por ahora, valdría la pena examinar qué se puede hacer con la Colombia Humana, cuyo caso parece irresoluble. Una posible solución sería que el Pacto Histórico y el partido Progresistas se disuelvan y se fusionen por absorción a la Colombia Humana, aunque eso extendería a toda la nueva colectividad las deficiencias estatutarias del partido absorbente.
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