Los 6.402 muertos que Juan Manuel Santos le chutó a Álvaro Uribe
Opinión

Los 6.402 muertos que Juan Manuel Santos le chutó a Álvaro Uribe

Pocos recuerdan que él fue el Ministro de Defensa de los Falsos Positivos. Como buen oligarca se acostumbró a que son sus subalternos los que pagan por sus pecados

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agosto 30, 2023
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Uribe presidente y Santos, ministro de Defensa, fueron quienes, a regañadientes, difundieron la noticia de los Falsos Positivos

El 11 de junio del 2021, en su condición de expresidente, Juan Manuel Santos acudió a la Comisión de la Verdad a dar su versión sobre los Falsos positivos. Con su astucia habitual supo ser todo un jabón y evadió una vez más su responsabilidad sobre los 6.402 muchachos que el ejército, en su afán de mostrar resultados, hicieron pasar como guerrilleros para mostrarlos como bajas en combate, una práctica que se agudizó entre los años 2006 y 2009, cuando Uribe cumplía su segundo mandato y Juan Manuel Santos era Ministro de Defensa. Otra vez, a punta de sofismas, escurría su responsabilidad en los Falsos Positivos. Toda el agua sucia le salpicaba a su viceministro, Juan Carlos Pinzón y a su jefe directo, el entonces presidente.

Santos ha dejado instalado en el imaginario la idea de que Uribe, con tal de derrotar militarmente a las Farc, era capaz de cualquier cosa. Vale decir que hay que ser un petrista muy fanático para creer que Uribe y Santos ordenaron sistemáticamente la ejecución de muchachos de los barrios, de las veredas, de las canchas, para ponerle después unas botas de caucho. Uribe y Santos no son asesinos pero sí demostraron en este caso un afán de resultados que los llevó a cometer el error garrafal de confiar en guerreros despiadados como los generales Mario Montoya o Plubio Hernán Mejía. Lo que sí ha sabido capitalizar políticamente Santos es que Uribe es el culpable directo de la muerte de 6.402 muchachos.

Ese 11 de junio del 2021 volvió a dejar claro su intención al decir, con su tradicional habilidad, frases como “Uribe desconocía la existencia de un conflicto armado” y “Veía como guerrilleros a los terroristas”. Dejando sobre la mesa la imagen de un líder capaz de cualquier cosa con tal de doblegar a sus enemigos tradicionales. Lo que lo deja a uno pasmado es la capacidad de Santos de pasar de agache.


Lo que lo deja a uno pasmado es la capacidad de Santos de pasar de agache.


El decreto de estímulo para reconocerle económicamente a la tropa las bajas que hacían a la guerrilla es del 2015. Aunque los Falsos Positivos es una práctica que empezó en Colombia en 1988, en pleno gobierno de Virgilio Barco, vive su parte más aguda entre los años 2006 y 2009, justo los años en los que Santos era ministro de Defensa. Aunque Uribe como presidente disfrutaba de hablar directamente con los comandantes de tropa, era a Santos quien le llegaban los informes. Fue él quien debió verificar la información que le entregaban. Otra cosa, si desconfiaba tanto de Pinzón, ¿Por qué lo nombró como su Ministro de Defensa en su primer periodo presidencial?

Hace poco escribí un artículo sobre el general Carlos Suárez, el hombre que se ganó la animadversión de los troperos duros por destapar los Falsos Positivos. Fue Álvaro Uribe en persona, escuchando los rumores sobre las ejecuciones extrajudiciales – o tal vez para quitarse de encima ese bulto que terminaría aplastándolo- quien le ordenó a Suárez investigar y entregar un informe sobre estos rumores. La gente –y el mismo Santos- han olvidado esto. Uribe y él, como ministro de Defensa, fueron quienes, a regañadientes, difundieron la noticia.

Ahora Santos funge como el gran Premio Nobel de Paz. Él cree que tiene una dignidad indiscutida, como si fuera Mandela. Y lo más triste es que el odio a Uribe nos ha hecho olvidar que él fue el ministro de Defensa durante los Falsos Positivos, que siendo presidente podría ser tan implacable como para pedirle a los Ardila la cabeza de periodistas como Vicky Dávila, que le hizo olvidar al país que él mandaba en la época de los sobornos de Odebrecht. Como buen oligarca Juan Manuel se acostumbró a que era el servicio de la casa el que tenía que pagar por sus pecados, por su desorden. Él cree que ese es el orden natural de las cosas. Lo peor es que solo en un país como Colombia un tipo como él puede salirse con la suya.

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