Laura, una soñadora sin limitaciones

Laura, una soñadora sin limitaciones

A pesar de crecer lejos de sus padres y tener una malformación congénita en el cerebro, esta joven ha seguido adelante y proyecta un futuro prometedor

Por: Yudy Andrea Figueroa Celis
enero 29, 2019
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Laura, una soñadora sin limitaciones

La guerra le arrebató a su padre a los dos años de edad, pero Laura Esperanza aún cree que lo puede ver con vida. Lo único que sabe de él es que en julio de 1998 Wilson Pomar desapareció junto a nueve personas más que viajaban en el mismo vehículo desde San Antonio de Getucha (Caquetá) hacia Algeciras Huila. Desde entonces ella guarda la ilusión de volverlo a abrazar.

Como si fuera poco no contar con la figura paterna, Laura creció lejos de la compañía de Jhon Mario, su único hermano, y de Lilia Magdalena, su madre, quien era muy joven, inexperta y llena de miedos que la obligaron a dejar a sus hijos a cargo de sus abuelos en una finca de La Montañita, Caquetá (al niño, con sus abuelos paternos y a Laura, con los maternos).

Con el transcurrir de tres años esta niña se había adaptado a su nueva vida y sus días estaban llenos de amor y alegría. A pesar de estar lejos de la compañía de sus padres, ella era feliz; sin embargo, el cumpleaños número cinco de Laura no trajo buenas noticias. Una mañana de juegos de niños terminó en una convulsión, que fue la manifestación de la malformación congénita que se desarrollaba en su cerebro.

Laura está convencida de que las limitaciones son mentales. “Cuando uno se lo propone, puede lograrlo”, dice con su característica sonrisa. Ella no camina como camina la mayoría de la gente y su mano derecha tiene destrezas distintas a las de otras personas; pero, como muchos, ríe en los buenos momentos, sueña con transformar realidades en positivo, ama a los que la aman y disfruta de una buena cerveza fría con sus amigos.

El 2018 es un año especial para ella, pues luego de 18 años Lilia Magdalena decide regresar al hogar, reunirse con sus hijos y dejar atrás los temores. Para Laura esta decisión la ha engrandecido el alma, pues aunque no lo manifestaba y sentía rabia, perdonó y descubrió que ese era uno de sus sueños más anhelado. Ahora, junto a su familia, continúa sus estudios en el programa de Relaciones Internacionales en la Universidad Militar Nueva Granada de Bogotá.

A pesar de que una guerra ajena a ella le arrebató el amor en su infancia, Laura espera que se esclarezca el paradero de su padre, mientras tanto, edifica sus sueños y replica la importancia de hacer la paz en todos los espacios donde le es posible.

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