La representante Katherine Miranda, la hija de padres policías, decidida a enfrentar al presidente

La representante Katherine Miranda, la hija de padres policías, decidida a enfrentar al presidente

Creció en el barrio de Kennedy y adhirió a Petro pero ha tomado distancia sobre todo en la Reforma a la Salud ahora enfrenta duros ataques por Twitter

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septiembre 06, 2023
La representante Katherine Miranda, la hija de padres policías, decidida a enfrentar al presidente

El pasado 30 de agosto fue un día movido en el Congreso y uno malo para Petro. Se creó una subcomisión para concertar el texto de la Reforma a la Salud. El gobierno enfureció. Esto lo interpretó como una jugadita entre las representantes Julia Miranda, del Nuevo Liberalismo y Katherine Miranda de la Alianza Verde. Miranda siempre se ha caracterizado por sus aires progresistas. Durante la campaña presidencial que llevó a la victoria a Gustavo Petro mostró un apoyo al líder del Pacto Histórico que incluso a veces iba en contravía de su propio partido.

Desde ese día Miranda ha venido siendo tendencia en redes sociales debido a los continuos insultos por parte de las huestes petristas. Ella ha sabido defenderse afirmando que el gobierno quería imponer la reforma a la salud a como diera lugar. Petro en las últimas horas ha ripostado con este duro trino:

“Este intento burdo de silenciar el que la reforma a la salud ya lleva un largo proceso de concertaciones y reuniones solo tiene un fin. Hacer olvidar que el proyecto actualmente en discusión ya es otro, tranformado por la discusión pública y hacer aparecer que solo las ideas muy neoliberales de un grupo de oposición son las válidas y el gobierno debe dejarlas imponer”.

Miranda ha sufrido una transformación en los últimos años. Su paso por la universidad del Rosario, a donde ingresó gracias a estudiar Ciencias Políticas por una beca, le cambió la vida. No se amilanó. Mientras sus compañeros vestían con ropas de marca ella lucía orgullosa su ropa en Only e incluso muchos pantalones llevaron la correa de patrullero que tenía su papa.

En el Colegio de la Policía, en 1991, los muchachos temblaban cuando aparecía el rector en el salón de clases. No les importaban demasiado los regaños, las reconvenciones, sino las malas noticias que podía traer. A Miranda, como a tantos otros muchachos, le sucedió. Una fría tarde de noviembre escuchó, como entre un sueño, la peor de las noticias. A su papá, el patrullero Gustavo Miranda, lo habían asesinado mientras intentaba defender a una mujer en un atraco. Fue un golpe devastador. Kaherine tenía 6 años. Su mamá, Doña Luz Dary, quien llegó a ser mayor de la policía, la sacó del colegio y la metió al Rosario Campestre, becada por supuesto. Y de allí pasó a la Universidad.

En el Rosario era tímida. Fue la respuesta que su personalidad le dio para soportar el matoneo constante. El peor era el que recibía de un grupo de hispanófilos dirigidos por Enrique Serrano, el eminente escritor, autor de la novela Tamerlán, y que fue nombrado por Iván Duque director del Archivo General de la Nación, eran los peores. En esos años acabaron con Alicia, una Arahuaca que había llegado desde la propia Sierra Nevada de Santa Marta a través de una beca y a quien le hacían todo tipo de mofas. En ese momento Katherine abandonó su timidez y se enfrentó a voz en grito contra la injusticia. La única que no se sorprendió con el arranque fue su mejor amiga, Catalina Cubaqué.

Ella ya había visto el temple del que estaba hecha esta guerrera hija de policías. El primer día, cuando entró a Ciencias Políticas, el decano Jorge Barajas les preguntó a sus alumnos que querían ser en un futuro y ella no dudó en responder que estaba segura que iba a ser la primera presidenta de Colombia. En ese momento a pocos les impresionó la premonición. Lo único que les llamó la atención fue el acento con el que hablaba una persona que a punta de tesón se había abierto un camino desde infancia en la lejana Ciudad Bolívar y adolescencia en Kennedy.

En esa época, comienzos de este siglo, Katherine abrigaba la esperanza de ser cantante. Sin embargo, los que la conocen, saben que es una de las pocas cosas que hace mal. Los viernes se iba con las pocas amigas a una tienda en la sexta, detrás del Banco Agrario, en pleno centro de Bogotá, llamado 650 porque ese era el precio que costaba el Águila. Ella se tomaba una cerveza y entre corridos prohibidos y vallenatos recordaba a su papá, un tema que todavía a sus hermanas, las gemelas Luz y Lucía, y a su mamá, les duele en el alma.

Para muchos uribistas Katherine, durante el estallido social fue una odiadora profesional de la policía. Pocos sabían que era hija de policías. Mientras buena parte de los petristas la atacan por supuestamente intentar sabotear la Reforma a la Salud, pocos recuerdan que Katherine viene de abajo y que no olvida sus orígenes en Miranda.

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