La coalición que pondrá a gobernar a la izquierda en Colombia

La coalición que pondrá a gobernar a la izquierda en Colombia

El humo de la guerra se disipa y queda claro que son pocos los políticos que no deben nada. Entre ellos, Claudia Lopez y Robledo

Por: Andrés Felipe Suarez Lopez
febrero 07, 2017
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La coalición que pondrá a gobernar a la izquierda en Colombia

El nacimiento  de la izquierda en Colombia fue tardío, e ilegitimo para la minoría elitista de nuestro país. Se debió a una oleada de revoluciones sociales que tenía el inconformismo como lema natural. Se habla en actualidad de un arreglo político de parte de los adinerados y los mandatarios de turno, de aquella época, para contrarrestar la incontrolada, pero poco vigorosa, izquierda colombiana de los años noventa. Se conoce hasta la actualidad, que debido a esto, las ideas de cambio demoraron, y no fueron contemporáneas de las grandes trasformaciones que trascurrían en el mundo.

Estos cambios aplazados en el sistema político colombiano, contribuyeron, en parte,  con el desmoronamiento de una esperanza, una ilusión, llamada por muchos: Democracia Progresista; sustentadas en la justicia social y derrocamiento de la crema y nata de la clase política del país. Gracias a esto, se corroboro que  este enfoque político de izquierda, supuestamente “afianzado”, necesitaba tiempo para poder configurarse como una opción práctica en nuestro contexto, que de soluciones a las realidades de hoy, una izquierda inteligente, con ideas alternativas que dé garantías para confiar en sus ideas.

Tiempo después del magnicidio de la Unión Patriótica, es preciso decir, que en el año 2005 el régimen político colombiano pasaría a convertirse, al menos en teoría,  en un nuevo y reformado sistema democrático. Liderado prontamente por convicciones heterogéneas, que se distanciaban de las ideas conservadoras de los partidos tradicionales (Liberal- Conservador). Esta grata iniciativa represento un suceso coyuntural, ramificando la historia política de Colombia en dos partes, concibiéndola como una nueva oportunidad  para que el polo democrático alternativo,  con ideas democráticas y de justicia social, naciera después de años persistentes de lucha  política y social.

Después de presentarse políticamente, este partido tendría una acogida sorprendente, los índices de favorabilidad entre los años 2006 a 2010 estarían en auge, ni los más optimistas pudieron dimensionar esta aceptación. Las votaciones calculaban buenos augurios hacia el futuro. Finalmente,  se pudo concretar el segundo cargo más importante  en la política del país (la Alcaldía mayor de Bogotá), un logro que elogio la capacidad y el poder de esta coalición progresista, liderada por sus dos más notables  representantes : Jorge Enrique Robledo  y Gustavo Petro Urrego.

Rápidamente se comenzaron apropiar de debates de control político, desenmascarando  corrupciones  de la magnitud del Agro Ingreso Seguro. Su  compromiso era indudable, querían posicionar al Polo como un partido altamente cualificado e interesado en los problemas que afectaban a la mayoría de los colombianos. Eran coherentes, mantenía unos objetivos claros y saludables para la democracia del país, representando a las poblaciones marginadas  que no tenía, hasta ese momento, una figura carismática que representara sus peticiones, conformes a las necesidades elementales dentro del entramado social del Estado colombiano.

Sin embargo, la corrupción acecharía este gran proyecto. Uno de los gerentes llamados a ser  los promotores de la izquierda en Colombia, caería viciado  en el Carrusel de la Contratación,  dejando por el piso los principios del  Polo, y segundo la ideología de la izquierda, que para ese momento se termina de ordenar como una carta diferente para las próximas elecciones presidenciales.

Samuel Moreno Rojas, alcalde mayor de Bogotá por casi tres años, en el año 2009 seria acusado por el retraso de algunas megaobras, destinadas  para mejorar la malla vial de la calzada exclusiva de Transmilenio de la  Cra. 26. El desfalco a la capital, llega hasta los 2,2 billones de pesos colombianos, dejando así una mancha imborrable en la memoria de todos los bogotanos, que hasta el día de hoy sigue dejando secuela en la dignidad ideológica de muchos capitalinos. Es así, como  el llamado  “partido alternativo”, que para muchos era una mezcla rara de ideologías totalmente distintas, perdía, no solamente su dignidad como partido, sino también su credibilidad como movimiento de oposición al régimen tradicional.

De ahí que, las respuestas a esta problemática no se hicieran esperar, se experimentó dificultades, aún más por el gran pluralismo  político de sus miembros y movimientos. Contra todo pronóstico, el partido (Polo Democrático Alternativo)  no logro reponerse de aquellas pugnas internas, tanto así que una de sus cabezas más influyentes y visibles (Gustavo Petro) optó por apartarse del partido como producto del sorprendente silencio. Todos guardaban un silencio implacable,  la división política de la izquierda se hacía evidente, una esperanza se diluía nuevamente gracias al germen desbocado de la corrupción.

Es así como tenemos una izquierda fragmentada, diluida gracias a diversos factores que se resisten a cambiar en el actual panorama nacional. Sin embargo, la presión de nuevas figuras políticas, como la de la Senadora Claudia López y su propuesta de coalición política en contra de la Corrupción, representa un renovado horizonte, que atiende al principio de transformación y metamorfosis de la política colombiana, curiosamente, similar o no, a la  época y auge de una izquierda desdibujada  en el  del Polo Democrático/alternativo. Lo cierto es que esto solo se sabrá con el tiempo y  especialmente con los desaciertos.

Por lo pronto y afortunadamente, estamos cumpliendo con crear escenarios reales de representación política, hay nuevas figuras en la escena de la política colombiana, organizados para enfrentar el eterno problema de la Corrupción, problema que se lleva anualmente más de 70  billones de pesos a los colombianos. Esto  implica la configuración de una izquierda renovada,  la cual debe deshacerse de figuras que se han sedimentado al interior de la organización política, que en muchos casos en lugar de construir escenarios democráticos se han hecho con la representación política como si fuera una condición natural. Es necesario deshacerse de ese poder de castas que también se ha enquistado obstaculizando la generación de nuevas ideas,  llamadas a ser de oposición y de transformación social.

Es hora de darle participación a Claudia López, Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo y Antonio Navarro Wolf.

Andrés Felipe Suarez López

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