El voto del mal
Opinión

El voto del mal

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marzo 05, 2014
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Una nueva obligación moral hace carrera en Colombia: resulta que no solo hay que votar, sino que además hay que hacerlo por alguien. Según la ética electoral del momento, da lo mismo votar en blanco que votar por un parapolítico.

La nueva ley obliga al colombiano a votar por alguien. Y si ese alguien pertenece a un partido que podría no pasar el umbral, mejor aún. El nuevo archienemigo de la democracia colombiana no es el que vende el voto ni quien se abstiene, sino el que libremente decide votar en blanco.

Revisemos rápidamente los argumentos de quienes han emprendido esta cruzada:

  1. “Votar en blanco es darse un tiro en el pie”, porque la anarquía impide transformar lo que se critica. ¿Y es que acaso todos los que votan en blanco lo hacen con la esperanza de que eso lleve a que se repitan las elecciones o cambie el país? No, se vota así porque ningún candidato llena las expectativas, los partidos que se presentan a la contienda no se consideran dignos, o se juzga que instituciones como el Parlamento Andino no merecen ser eternizadas. El voto en blanco no siempre es un voto crítico o transgresor, sino también un voto de cansancio e incluso de narcisismo.
  2. “Votar en blanco es perezoso” porque entre todas las personas que se presentan alguna tiene que ser buena. ¿Y es que acaso se vota por personas y no por partidos? ¿Por qué cuando hay elecciones los partidos equivalen a personas, pero cuando hay irregularidades o delitos se le imputan a las personas y no suponen la responsabilidad política de los partidos?
  3. “Esta vez sí hay gente buena” ¿Y en qué se basa esa suposición?, ¿en un análisis subjetivo de las calidades morales de un candidato? ¿Y si esa persona tan buena se quedó callada frente a la probada corrupción de alguien de su partido?
  4. “Hay que evitar que ganen los corruptos de siempre”. Basta con atender a este argumento para darse cuenta que la intención de fondo de quienes satanizan el voto en blanco es bastante más vulgar de lo que pretenden: hay que salvar al Polo y a la Alianza Verde del riesgo de no pasar el umbral. Como si la culpa de esa posibilidad fuese del electorado y no del Polo mismo que se negó —hace apenas unos meses— a participar de una alianza política con los partidos más pequeños para buscar salidas legislativas a una casi segura debacle. Hoy, esos partidos trasladan al electorado la responsabilidad sobre unas reformas que fueron incapaces de negociar en el Congreso cuando lo pudieron hacer.
  5. “El voto en blanco castiga a justos por pecadores”. ¿Y quién dice que el Polo y la Alianza Verde son los “justos”? ¿Es que acaso fueron excelentes gobernando Bogotá? ¿Por qué son precisamente ellos quienes decidieron presentar listas para el moribundo, ineficiente e inservible Parlamento Andino?¿Por qué prefieren que el país gaste miles de millones de pesos en recursos para mantener una burocracia inútil? ¡Pues por el umbral! Aunque repitan que solo quieren trabajar por la “integración de los pueblos andinos…”

Puede ser que estemos dándole demasiada importancia a una tendencia que solo aparece en las encuestas. Y las encuestas, al fin y al cabo, son instrumentos de propaganda. Probablemente el voto en blanco será mucho menor al esperado y la abstención se mantenga tan alta como siempre.

Sin embargo, más allá de los argumentos oportunistas de algunos partidos, la discusión de fondo es por qué el abstencionismo y el voto en blanco son opciones tan seductoras para los colombianos ¿Qué nos dicen estos comportamientos sobre nuestra cultura política?

Siempre es más fácil decir que el pueblo es imbécil y se deja engañar por profetas anárquicos, pero valdría la pena revisar críticamente por qué los nuevos candidatos son incapaces dearticular las demandas de tantos colombianos. ¿Por qué aquellos que se autodenominan la “renovación política” no logran seducir masivamente al electorado?

Los candidatos de la “renovación” dirán que el problema no es su capacidad de persuasión, sino que no tienen la maquinaria, ni el dinero o son excluidos de los medios de comunicación, pero hace unos pocos años fue posible un fenómeno político como la Ola Verde que movilizó masas significativasde votantes bajo el supuesto del cambio.

¿No será que la decepción que produjo un Partido Verde que resultó pegado con babas politiqueras y la corrupción del Polo dejaron una herida en muchos colombianos capaces de voto crítico? ¿Por qué todos los partidos que traicionaron la confianza de un electorado que los eligió para la renovación, ahora ruegan para que volvamos a creer en ellos?

Pasa aquí como con el marido maltratador que promete una y otra vez que “ahora sí va a cambiar…” ¿Hay que creerle solo porque llora y nos endulza el oído? Yo voto en blanco porque tengo derecho al cansancio, pero si otros deciden confiar en el torpe “amor” de su marido ese es su problema.

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