Autocrítica, señores de Corferias
Opinión

Autocrítica, señores de Corferias

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diciembre 30, 2014
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Es innegable que no hay suficientes lugares en las ciudades de Colombia, ni en su capital, destinados a atender la dinámica de vitrinas turísticas, muestras industriales y comerciales, actividades de promoción empresarial, servicios gastronómicos, ferias especializadas, salones y toda clase de exposiciones que nuestra economía demanda. Y en aquellas ciudades donde los hay, probablemente no son los más eficientes y amables.

Los directivos del centro internacional de exposiciones de Bogotá se ufanan por estos días del gran crecimiento que ha tenido Corferias (como se le conoce más popularmente), e informan que mientras en 1954 (fecha de su creación) se realizaba una exposición, hoy se llevan a cabo 65 eventos por año. Complementan con esto: "Hace diez años eran 25 ferias y hemos más que duplicado la cantidad de eventos que tenemos", declara por estos días Andrés López, su Presidente.

No sé cuáles sean los números de que se dispone sobre eventos en centros de convenciones similares en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos, pero 65 eventos al año no suenan a gran cosa y, más bien, parecen poca cosa si se le compara, por ejemplo, con el Centro Internacional de Exposiciones de Ciudad de México que ofrece 120 exposiciones anuales en promedio (sin contar otros centros de convenciones de la ciudad) o bien con el Centro de Eventos y Convenciones de Santiago de Chile, que realiza 100 ferias en promedio al año. Y deberíamos preguntarnos si acaso ese discreto número de 65 eventos es el resultado de una camisa de fuerza impuesta precisamente por nuestra escasa infraestructura ferial y si, igual a lo que sucedió con la cuestionada “ampliación” de Eldorado (cuya responsabilidad nadie apadrinó, como suele suceder en estos casos), irá a ocurrir algo por el estilo en relación con el centro de exposiciones y su anunciado Plan Maestro 2020. Esperemos que no.

Se ha anunciado, en efecto, un Plan Maestro a 2020, que ciertamente debería ilusionarnos, pues supone que alguien está pensando en el asunto. Se trata de convertir a Corferias en una ciudadela que incorpore hotel y oficinas, centro urbano, recinto ferial, plaza de agua y centro de convenciones. Sin embargo, a juzgar por los render que se han publicado, no se trata de una obra que pudiera calificarse de sensacional. Entre gustos no hay disgustos, por supuesto, pero este tipo de escenarios públicos son la oportunidad que normalmente aprovecha cualquier ciudad del mundo para hacer gala de las mejores ideas de la arquitectura en boga; y de hacer de tal infraestructura ícono de promoción empresarial.

Es cierto que espacios de grandes dimensiones, diseñados para usos de corta duración, capaces de albergar cualquier evento de masas y llamados a ofrecer prestaciones genéricas no sean el contexto propicio para exóticas experiencias creativas, o para construir el Taj Mahal de las vitrinas; pero se conocen edificios de mucha belleza y solidez que, no obstante, atienden en primer lugar a su uso, movimiento y actividad.

Y mientras que llegamos al año 2020, no sobraría llamar la atención de la administración de Corferias sobre aspectos de ocurrencia actual en nuestro histórico centro de convenciones. Que los lectores lo confirmen o desmientan: a) Frecuente imposibilidad de usar los baños porque hay filas, o por el inadecuado servicio de limpieza, o por la deficiente provisión de papel o de jabón, o porque no están adecuados para atender un bebé; b) En los maleteros no hay personal suficiente, ni espacio proporcionado, por lo que las colas son ofuscantes y perpetuas; c) Los espacios de tránsito entre locales dentro del pabellón recuerdan por momentos al Transmilenio: no se puede caminar; d) Hay basura por todo lado; e) No hay espacio entre las mesas de los restaurantes, que, además, tampoco son confortables; f) El pabellón de comida vive envuelto en una nube de humo. En fin, no hay por dónde caminar, hay gente sentada o tirada en el piso, y el servicio de comidas es de lo más ordinario que se puede encontrar en Bogotá. Con decir que el restaurante más decoroso en la Feria del Hogar que terminó este domingo tiene un segundo piso cuya panorámica da ¡a los sanitarios!

Ojalá que el Corferias del 2020 cuente con la más sofisticada y funcional infraestructura de eventos; y estamos seguros de que la Cámara de Comercio, propietaria del centro de convenciones, se va a asegurar de mantener los más profesionales códigos de administración, manuales de contratación y estándares operativos internacionales.

Pero qué bueno que alguien confirme si la ciudadela va a ser un sitio amable para las visitas, si la ubicación de parqueaderos va a tener consideración para discapacitados, ancianos y aquellos que no pueden o quieren caminar distancias cósmicas; si el visitante va a tener las mejores prestaciones de conectividad de Internet y telefonía; si habrá kioscos de información y puntos de información electrónica; guardarropas; servicios médicos suficientes; si habrá servicio interno de transporte para quien lo requiera; si extranjeros encontrarán servicios de traducción; si será posible implementar venta de boletos por Internet para ahorrarse la cola de llegada; si vamos a contar con servicios gastronómicos decentes y servicios financieros cómodos y a la mano de modo que no se requiera la gran caminata para encontrar un cajero electrónico (y encontrarse al fin de la andanza con la chocante sorpresa de que son cajeros de dos o tres bancos determinados...)

Con tantos años de experiencia, y representando intereses tan provechosos para el país, resulta conveniente que Corferias haga su autocrítica oportuna de modo que el público deje de vivir la desagradable experiencia de pelearse por una mesa en los restaurantes internos o sufrir las inclemencias de la lluvia, el frío o el sol cuando el visitante resuelve cambiar de pabellón. No estamos pidiendo ingresar a la historia de las exposiciones universales, que nos falta ambición para eso: solo algo de confort para comprar, ver y comer.

P. D. Comparto foto del atardecer del sábado en Bogotá, visto desde la subida a La Calera

moncada 1

Fecha de publicación original: 23 de septiembre de 2014

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