Opinión

La “hazaña” de Petro: regresarnos al 2002

La situación de orden público está peor que hace 23 años y viene de los disparates de Petro: Paz Total, no erradicar cultivos ilícitos, y hacernos enemigos de EE.UU.

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diciembre 22, 2025
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Se equivocan quienes afirman que la situación de orden público Colombia hoy está tan deteriorada como en el 2002: estamos peor que hace 23 años.

En ese entonces ciertamente la situación era delicada: Las Farc estaban más fortalecidas y envalentonadas que nunca. Aprovecharon la generosidad del presidente Andrés Pastrana, quien les entregó un territorio de 42.000 kilómetros cuadrados, para rearmarse y multiplicarse.

Los habitantes de las grandes urbes del país tenían su ciudad por cárcel: La gente prácticamente no podía salir de ellas porque se exponía a caer en una de las llamadas pescas milagrosas que se inventó el terrorista Romaña y que no eran otra cosa que retenes que ubicaban en la carretera para secuestrar a todo aquel que tuviera la capacidad de pagar un rescate.

Centenares de militares estaban en poder de la guerrilla que los sometían a toda clase de vejámenes y eran recluidos en unos campos de concentración en lo profundo de la selva.

En el Valle del Cauca, la guerrilla raptó a 12 diputados, en un audaz operativo desarrollado en pleno corazón de Cali. Un par de años antes, el ELN había secuestrado 150 personas en la Iglesia de la María.

Las Farc tenían la capacidad para tomarse una capital de departamento como Mitú y permanecer allí varios días ejerciendo autoridad. Colombia estaba tan acorralada y golpeada que era considerada por mucho un Estado fallido.

¿Y si la situación era tan grave hace 23 años porqué hoy estamos peor? Por varias razones.

En 2002 la amenaza la encarnaba una poderosa guerrilla, bien jerarquizada y disciplinada, que ejercía la autoridad en muchos lugares del país.

Hoy la situación es peor: Las Farc eran muy grandes y poderosas, pero eran una organización monolítica. Hoy en lugar enfrentamos a múltiples grupos terroristas: Las disidencias de Iván Mordisco, las de Calarcá, la nueva Marquetalia, el clan del Golfo, el ELN y decenas de bandas locales.

Estos grupos no tienen ni Dios ni Ley y se la pasan disputándose los territorios entre ellos. Cuando las Farc controlaban un territorio, los habitantes se sometían a su autoridad y listo. Hoy, en muchos sitios del país, la gente no sabe a quién obedecer: un día llegan los de Mordisco y dan unas órdenes, al día siguiente llega el Clan del Golfo y da otras y luego aparece Calarcá e imparte otras.

Los terroristas hoy tienen mucho más poder económico que el que tuvieron las Farc en su momento. Han diversificado sus fuentes de financiación: La coca sigue siendo la principal. Pero además tienen la minería ilegal, la extorsión y el secuestro.

Hace dos décadas, el Estado colombiano controlaba la guerra en el aire. De hecho, a lo que más le temían las Farc era a los bombardeos a sus campamentos y a los ataques con fuerzas helicotransportadas

Hoy, hasta en ese frente el Estado perdió el control, porque los bandidos cuentan con sus temibles drones que son unas armas tan económicas como letales que les permiten golpear a guarniciones completas sin correr el menor riesgo porque los operan a varios kilómetros del objetivo.

Hace un cuarto de siglo, en Colombia había 100.000 hectáreas de cultivos ilícitos y las Farc no controlaban el negocio. Hoy tenemos casi 300.000 hectáreas sembradas de coca y los ilegales no se limitan a cuidar los narcocultivos y a cobrar un peaje por ello sino que controlan todo el negocio.

Hoy existe el triple de hectáreas de cultivos ilícitos y los bandidos manejan toda la cadena productiva de la coca: la siembra, el procesamiento y la exportación, con lo cual sus ganancias se han multiplicado de forma exponencial.

A inicios del siglo el presidente era Andrés Pastrana un político sagaz que procuraba rodearse de gente que suplía las limitaciones que tenía como gobernante.

Además poseía una excelente relación con Estados Unidos, lo que le permitió poner en marcha el Plan Colombia, que sirvió para fortalecer las Fuerzas Militares y equilibrar la ventaja que tenían las Farc. Gracias a ese fortalecimiento, Álvaro Uribe logro reducir al mínimo el poder de las Farc.

Hoy tenemos un presidente inepto y que además cree que se las sabe todas y se rodea pésimo. Además, Estados Unidos, cuyo apoyo fue fundamental para doblegar a las Farc hoy está en contra nuestra. O al menos del Gobierno.

El distanciamiento con esa potencia es responsabilidad directa de Gustavo Petro que, como buen mamerto que es, se ha dedicado crear un mal ambiente en Washington en el momento menos indicado: cuando al frente de esa nación está alguien tan peligroso e impredecible como Donald Trump.

Gustavo Petro que, como buen mamerto que es, se ha dedicado crear un mal ambiente en Washington en el momento menos indicado

Hoy no enfrentamos como hace 23 años a un enemigo jerarquizado y disciplinado sino a sin número de disidencias y bandas, ricas, bien armadas, que manejan una sofisticada tecnología y que no tienen ni dios ni ley.

El errático individuo que nos gobierna no solo generó el desorden y la anarquía que padecemos con su desafortunada Paz Total y con su decisión de no erradicar los cultivos ilícitos de los que sale el combustible que mueve la máquina de guerra que hoy tiene asolado el país. 

Como si lo anterior fuera poco, se encargó de volvernos enemigos de Estados Unidos, el aliado que nos dio la mano hace dos décadas y que tanto podría ayudarnos en la actual coyuntura.

Hoy tenemos un presidente incapaz y que, para mayor dolor, no sabe rodearse. Los miembros del equipo de quien nos gobernaba en la crisis de inicios del siglo XXI eran personajes de la talla de Juan Camilo Restrepo, Martha Lucía Ramírez, Rodrigo Lloreda, Luis Alberto Moreno, Parmenio Cuéllar.

En contraste, quienes rodean al actual mandatario son tipos de la calaña de Armando Benedetti, Olmedo López, Ramón González, Luis Fernando Velasco, Ricardo Bonilla (varios de ellos presos)

Parecía imposible que el país pudiera llegar a un estado más calamitoso que el que padecía en el 2002, pero Gustavo Petro logró esa hazaña.

Del mismo autor: Por qué temerle a Iván Cepeda y por qué no

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