Los latinoamericanos despertamos con dos importantes noticias en el plano informativo, y esta vez todo corrió por cuenta de dos mujeres que, de una u otra manera, han jugado un rol clave al interior de sus sociedades.
Por un lado, está la valiente lideresa opositora venezolana María Corina Machado, quien, en julio de 2024, junto a Edmundo González, se enfrentó en las urnas contra la dictadura de Nicolás Maduro, lo que le costó una persecución por parte de las fuerzas leales al régimen.
A pesar de no haber logrado destronar al dictador en unas elecciones marcadas por denuncias de fraude, sí lograron captar la atención internacional, lo que llevó a un mayor aislamiento del país suramericano, todavía gobernado por la dictadura.
María Corina Machado se había convertido en la esperanza de millones de venezolanos que anhelan un cambio de gobierno y una mejora de las condiciones económicas y sociales en la nación con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo.
Esa lucha que libró y sigue librando desde la clandestinidad le valió para que el Comité Nobel de la Paz la postulara y posteriormente la galardonara con el premio que, para muchos, se merece. Sin embargo, el anuncio fue opacado por Donald Trump, quien vociferaba a cuatro vientos que nadie más que él merecía ese reconocimiento por, según él, haber terminado con éxito siete guerras en diferentes partes del mundo, incluido el conflicto israelí-palestino.
Quizás desde la clandestinidad María Corina Machado celebra el reconocimiento, ya que el Comité tuvo en cuenta tres importantes elementos para otorgarle el preciado galardón. Por su parte, la dictadura venezolana enfrenta la amenaza de la flota estadounidense en el sur del mar Caribe y la presión internacional por la persecución desatada contra la lideresa opositora y ahora premio Nobel de Paz.
Es un buen momento para que celebren los seguidores de María Corina y se reavive la llama de la esperanza de restablecer la democracia en el vecino país. Este premio también puede servir como reflexión para el inquilino de la Casa Blanca, recordándole que no todo el mundo está dispuesto a ceder ante los caprichos o el chantaje con el que acostumbra Trump a perseguir sus objetivos.
Tenemos premio Nobel de Paz en Latinoamérica, y esta vez es una valiente mujer venezolana.
Mientras estos buenos vientos soplaban por el continente, en Perú el Congreso aprobó por unanimidad una moción de vacancia contra la presidenta Dina Boluarte, al considerar su incapacidad moral frente a la ola de violencia que sacude al país.
Es decir, que mientras María Corina celebra el galardón como Nobel de Paz, Dina Boluarte saborea el trago amargo de su destitución. Dos noticias protagonizadas por mujeres latinoamericanas, en orillas opuestas, que sin duda darán mucho de qué hablar en los próximos días.
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