107 aspirantes a la presidencia de la República es una cifra abultada, numerosa e inconcebible, pero, además de eso, habría que preguntarse el porqué tanto desconocido, tanto advenedizo, se atreve a creer que posee las inmensas capacidades que se exige tener para llegar a tal dignidad.
Es entendible que cuando ha logrado llegar a la casa de Nariño, una persona como Iván Duque con un recorrido político insignificante, una autonomía limitada, una formación humanística escasa, esto alienta a que cualquiera piense en emularlo. Sin mayores inconvenientes se lanzan a la palestra para ser parte de una lejana opción, que lo más seguro es que no encuentre receptividad en el electorado, pero nada los detiene; sueñan que pasadas las elecciones, en su trayectoria, figurara que un día fueron precandidatos presidenciales y esto será parte de su ascenso social y político.
Es por lo anterior que se ha pauperizado el ánimo y la amalgama de candidatos se estira como el caucho cuando es sometido a la máxima tensión. Cada día aumenta el ramillete de candidatos y la lista crece como espuma, pero la calidad intelectual aparece inversamente proporcional al número. ¿Acaso, por casualidad, usted conoce a un Daniel Palacios, precandidato presidencial? ¿Usted conoce o ha oído nombrar a Luz María Zapata, Héctor Olimpo Espinosa, Gustavo Matamoros, Juan Guillermo Zuluaga o Juan Carlos Cárdenas? Sépalo mi estimado lector que los anteriores nombres corresponden a flamantes candidatos presidenciales de una lista de 107 inscritos. La inscripción de muchos no es un hecho nuevo; recuerdo que para las elecciones del 2018 se inscribieron 54 candidatos y para el 2022 fueron 86, pero esta vez se bate el récord con 107 candidatos.
A esta lista de 107 inscritos solo le falta un candidato: Gabriel Antonio Goyeneche, para que sean 108. La historia de Goyeneche fue algo interesante como fenómeno social. Hay que tener un poco de recorrido, para recordar a Goyeneche. Si Jovita Feijo con el beneplácito de las damas de la alta sociedad Caleña, que le regalaban joyas y trajes en deshuso, se consideró la eterna reina de los vallecaucanos, Goyeneche con el irónico apoyo de los estudiantes de "La Nacho" creyó poder ser presidente de Colombia. Su aventura de candidato a la presidencia comenzó en 1958 y termino infelizmente en 1974, cuando su locura había avanzado: un taxi en pleno centro de Bogotá atropelló al candidato del dislate. Goyeneche se presentó en cinco ocasiones a la presidencia con unos pésimos resultados electorales.
El eterno candidato a la presidencia de Colombia, hizo del disparate y lo absurdo su forma de hacer política. Sus propuestas eran inverosímiles, una de ellas era pavimentar el río Magdalena para que los barcos no encallaran, decía Goyeneche, que solo bastaba agregar arena, grava y cemento, pues con el río se tenía agua suficiente. Proponía Goyeneche construir una gran marquesina para cubrir a toda Bogotá y así protegerla de la lluvia. Construir todas las vías en bajada para un gran ahorro de gasolina era una de sus geniales propuestas. Para salir de la pobreza proponía Goyeneche que cada 8 días un colombiano donará un peso y el producto de la colecta se le entregara a otro colombiano pobre y así sucesivamente hasta acabar con la pobreza. También proponía que la chicha fuese elevada a licor nacional y decía que para producir aguardiente en grandes cantidades se le agregara anís al río Cauca. Como extraño esa inteligencia superior del candidato Goyeneche cuando se ve a un Polo Polo, un JP o "La Garrido".
Olvidemos a Goyeneche y regresemos a los 107 que parece son 106 con la intempestiva renuncia del exfiscal Francisco Barbosa, cuya candidatura nació muerta. Uno se podría preguntar, qué subyace en la mente humana, para sin tener méritos, creer ser capaz de manejar un país tan complejo como Colombia, que solo una persona con conocimiento de muchas disciplinas puede manejar, solo una persona, con el país en la cabeza, y un recorrido suficiente puede enfrentarlo. No me cabe duda que el atrevimiento que produce el desconocimiento prima sobre esto, la vanidad humana y un ego inflamado inflluyen en la mente de unos chisgarabís para qué se atreven a tanto. Podríamos decir que es una suprema irresponsabilidad, pero ellos no lo ven así. La mayoría no los conoce nadie, no tienen nada que mostrar y lo más importante: sin un proyecto de país bien estructurado, traducido en un buen programa de gobierno.
De los 107 candidatos varios no se identifican con nuestra convicción ideológica, pero son valiosos e inteligentes. Es indudable que candidatos como Maurice Armitage, Mauricio Cárdenas Santamaría, German Vargas Lleras, Juan Fernando Cristo. Sergio Fajardo, Claudia López, que se encuentran en la otra orilla, no demeritan nada: son serios, inteligentes y con recorrido. Los candidatos del Pacto Histórico son todos muy buenos, en especial Carolina Corcho, una mujer presidenciable y capaz de suceder a alguien que por su inteligencia ha puesto la vara muy alta: Gustavo Petro Urrego. De los otros es mejor callar y decir, lo que diría en este caso la abuela Petrona Oliveros de Peña, mi alter ego: ¡alma bendita del finado Goyeneche!
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