Señor alcade Petro, si lo veo, le doy en la cara

Señor alcade Petro, si lo veo, le doy en la cara

Un ciudadano ya no soporta más la inseguridad de la ciudad. "Hoy llegué a mi límite. Durante su gobierno me han robado siete veces, dos en la última semana."

Por: Gustavo Ángel
septiembre 07, 2015
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Señor alcade Petro, si lo veo, le doy en la cara

Mi esposa y yo somos dos asalariados de clase media. Trabajamos duro por tener nuestras cosas y ahorrando hemos podido darnos uno que otro gusto. Hace un año sacamos con crédito un vehículo de gama baja. Es nuestro primer carro y la Bogotá Humana nos lo ha hecho saber todo el tiempo. A los 15 días de haberlo sacado  del concesionario, un ladrón arrancó la tapa de la gasolina en la Avenida Caracas. Seguí el procedimiento y llamé a la policía, puse el denuncio y nada pasó.

Veinte días después, debí montarme a un bus con mi esposa porque teníamos pico y placa, y como por variar, ningún taxista nos paraba. En esa ocasión nos sacaron de la maleta el celular de ella. Compramos otro celular y a los cinco meses nos lo volvieron a robar. Esta vez en el baño de un supermercado. Seguí el procedimiento y llamé a la policía, puse el denuncio y nada pasó. Un mes después me raparon el celular mío al frente de la universidad donde estudio actualmente. Fue el cuarto robo en la Bogotá Humana.

Un par de meses más tarde un indigente se colgó del espejo derecho del carro y se lo llevó. Desde ese día hemos dado limosna por miedo. No por convicción o solidaridad. Es por miedo y los indigentes lo saben.

Después de ese suceso, me volví muy precavido en los semáforos de la Bogotá Humana. No paro el carro en ningún momento y siempre dejo espacios entre vehículos para poder maniobrar en caso de cualquier eventualidad. Esa táctica del miedo me sirvió hasta el jueves de la semana pasada. Ese día recogí a mi esposa en la universidad donde está realizando su especialización. Al bajar con ella por la calle 57 con caracas nos tocó parar por el cambio del semáforo. En ese momento un indigente se acercó, nos limpió las dos farolas del carro y luego nos robó un caucho impermeabilizante que tiene el parabrisas. Era la sexta ocasión que me robaban en la Bogotá Humana. Sin embargo esta vez fue muy diferente. No me importó nada. Me bajé del carro y lo perseguí. No me interesó haber dejado a mi esposa en el carro llorando. Me fui solo, pero a la mitad de la cuadra dos estudiantes que vieron la situación me ayudaron y en la calle 57 con 13 agarramos al tipo. Se intentó defender con una botella rota, pero no le sirvió de mucho. Mis años como futbolista amateur salieron en ese momento. Le metí unas 30 patadas en la cara y en el estómago. No me siento orgulloso de esto, pero esa era la consecuencia que la Bogotá Humana había estado cultivando en mí. A los 15 minutos llamé a la policía para que se llevaran al indigente. El policía cuando llegó fue pragmático, me dijo que el tipo al otro día iba a estar libre, entonces que aprovechara para darle sus buenas patadas antes de que se lo llevaran. Así lo hice.

Pasaron unos días y llegamos al día de ayer. Este miércoles me hicieron el séptimo robo en la Bogotá Humana. Se metieron al edifico donde vivo y se llevaron la bicicleta que usa mi esposa para movilizarse. La verdad es que odiamos el sistema de transporte público porque lo consideramos improvisado y violento. Por eso hace unos meses compramos bicicletas para ella y para mí. Ahora ella tendrá que viajar en SITP. Me pregunto señor alcalde de qué sirve tener las más grandes vías para ciclistas en Latinoamérica, si también somos la ciudad donde más se las roban.

Varias personas me han dicho que sus políticas sociales son buenas, pero la verdad no tengo forma de comprobarlo. En este gobierno la política social se entiende como subsidios y nunca he solicitado uno. Esa es la maldición de la clase media: pagamos impuestos como la clase alta y no tenemos lo beneficios de la clase baja.

Lo que si sé señor alcalde, es que gobernantes como usted deslegitiman la causa justa de las ideas de la izquierda. Su gobierno es la vergüenza y antítesis de un progresismo socialista serio. Por gobernantes como usted, es que los ciudadanos se ven obligados a votar por derechistas radicales como Francisco Santos.

Su gobierno me ha costado varias cosas, tanto económicas como emocionales, por eso señor alcalde, en esta ocasión no voy a seguir el procedimiento; si lo veo voy directamente a darle en la cara.

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