Carta abierta de un maestro al gobernador Sergio Fajardo

Carta abierta de un maestro al gobernador Sergio Fajardo

Giovani Mejía Correa, profesor del municipio El Peñol, muestra el lado oculto de 'Antioquia, la más educada’

Por: Giovani Mejía
agosto 10, 2015
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Carta abierta de un maestro al gobernador Sergio Fajardo
Foto: diarioadn.co

Señor

FELIPE ANDRÉS GIL

Secretario de Educación de Antioquia

Señor

SERGIO FAJARDO

Gobernador de Antioquia

Paso a detallar a continuación, aunque no se me haya demandado, la situación en la que encontré la plaza N° 4126000-001 denominada por su Secretaría, CER Las Guaduas, ubicada en zona rural del municipio de Campamento. Plaza elegida por un servidor con el ánimo de ir allí a cumplir con mi vocación de docente de básica; a cumplir mi sueño de introducir a los niños en el mundo de las letras, en el camino del conocimiento.

A las seis de la mañana del día de hoy llegué al Terminal del Norte, me acerqué a la taquilla de Coonorte y pagué 22 mil pesos por el tiquete que me traería a este bello municipio del norte de Antioquia (confieso que no informé de esto a mi actual rectora). El bus salió a las 6:15 y, después de cuatro horas, entre intervalos de sueño profundo y paisajes lecheros, me apeé en un pequeño y hermoso parque, apenas con dos meses de haber sido renovado, según me contó Marlon, el coordinador de educación del municipio, quien muy amablemente me recibió en su despacho, me informó sobre los pormenores de la plaza que elegí y me invitó a que fuera hasta allá y presenciara con mis propios ojos la situación.

A las 12 salía la escalera que, dirigiéndose hacia el municipio de Anorí, debía pasar una hora después por la entrada a la vereda La Esperanza. Allí debía yo descender y tomar un camino de herradura que me conduciría hasta el CER La Esperanza, sede del CER Las Guaduas.

Dos de los estudiantes del centro educativo me estaban esperando allí para conducirme por el susodicho camino, durante algo más de una hora, hasta la caseta comunal que funciona como escuela, a falta de una escuela real. Mientras caminábamos a paso de buen arriero, los niños me iban contando cosas sobre la vida en la vereda, en la medida en que yo les iba preguntando.

Me contaron que viven principalmente del cultivo de la caña y que, sin embargo, esta tierra da cualquier cosa que se le siembre. Me contaron que sus días se desenvuelven entre la escuela y la parcela, que van muy poco al pueblo y que están contentos con la profe Gloria. Que el río Nechí les da sabaleta y corroncho y que en invierno las quebradas se crecen tanto que quisieran desafiar al mismo río. Me contaron también que son 17 los estudiantes que asisten a esta caseta comunal que funciona como escuela en medio de un potrero, a unos 15 minutos de camino empinado, después de cruzar el puente colgante sobre el río Nechí. Que el que vive más cerca debe caminar media hora para ir a estudiar y que son muchos más los chicos y chicas de su misma edad que no están estudiando. Les gusta estudiar y les gusta cultivar la tierra. Por sus jóvenes mentes pasan pensamientos relacionados con el cacao, la caña, la molienda, la panela; terminar la escuela primaria y, “si Dios lo permite”, continuar con la secundaria.

Cuando llegué a la ‘escuela’ los 17 pupitres, en regular estado, se distribuían formando un círculo en un pequeño espacio abierto, con techo de zinc (este sí en muy mal estado), con un ventilador que no funciona. En la parte de atrás está la pequeña cocineta donde la misma docente cocina para ella y sus 17 estudiantes. No se usa allí la tiza, pero no porque haya sido desplazada por la tecnología, pues también la tecnología brilla allí por su ausencia, sino por falta de tablero. Gloria Vásquez, la docente, duerme en una carpa con su hijo de diez años, el único de sus estudiantes que se alegró de mi llegada, pues de yo quedarme, él y su madre tendrían que quedarse en el pueblo y era lo que él más deseaba sin comprender, a su corta edad, que eso significaba que su madre se quedaría sin empleo.

Gloria Vásquez es el nombre de la docente, una mujer muy joven y muy hermosa, con una férrea vocación docente, que trabaja con el método de Escuela Nueva; bastante exigente, pero muy amorosa, según me contó Alberto, el estudiante que me acompañó en el camino de regreso a la carretera para esperar a que pasara la escalera que me volvería a la cabecera municipal de Campamento. Gloria es natural de este municipio, lleva algo más de cuatro años educando a estos niños sin escuela; cuatro años luchando con las administraciones para que le construyan una; cuatro años de lucha infructuosa. Gloria no tiene otra posibilidad de empleo. Gloria es, a todas luces, una excelente docente, una guerrera; prueba fehaciente de las inmensas fallas que tiene nuestro sistema educativo en lo que a selección de sus docentes se refiere, pues yo por ejemplo, que como docente no le llego a ella a los tobillos, he pasado dos veces el concurso y ella dos veces lo ha perdido. Y es que esta prueba que realiza el ICFES no evalúa las competencias docentes, sino la habilidad para responder pruebas (de la cual sí me precio); así como las pruebas SABER que tampoco evalúan competencias, sino esta misma habilidad y la de memorizar datos, fórmulas, nombres y fechas.

Pero no es del ICFES que quiero hablar aquí, eso sería tema para otra oportunidad. Esta es para hablarle, señor Secretario, de las inconsistencias de ‘La más educada’. Se celebra con bombos y platillos la inauguración de cada uno de los ochenta parques educativos, mientras se le da el nombre de Centro Educativo Rural a un grupo de 17 niños con una maestra y a este inexistente establecimiento educativo se le asigna un número de plaza 4126000-001 y se pone en oferta. Yo le pregunto, señor secretario, ¿cuántas de estas plazas sin escuela hay en Antioquia? Porque dudo, con todo respeto, que este caso sea único.

Señor gobernador, señor secretario, es muy loable todo lo que ustedes han estado haciendo por la educación en Antioquia; es muy bueno que muestren continuamente sus logros. Pero sería muy bueno que fueran también claros y honestos en mostrar todo aquello donde aún nos duele. Es muy loable todo su proyecto de ‘La más educada’. Los parques educativos son una idea maravillosa; sin embargo, es cuestionable el hecho de que se inviertan miles de millones de pesos en estos parques, mientras hay niños estudiando en una caseta comunal con un techo de zinc a punto de caerse, sin un computador, sin siquiera un tablero, sin un lugar decente para vivienda de la docente, en fin, sin las mínimas condiciones básicas.

Por último invitaría a los y las docentes a que lean esta carta abierta y que se encuentren en condiciones parecidas, a hacerlo público, a presentar su informe de la situación. Estoy seguro de que tanto el señor secretario de Educación, como el señor gobernador, y todas aquellas personas y entidades comprometidas de verdad con la calidad de la educación en Antioquia, estarán muy agradecidas de recibir información verídica sobre las condiciones infrahumanas en que viven y aprenden muchos de nuestros niños y niñas, en que viven y enseñan muchos de nuestros maestros y maestras.

Señor secretario de Educación y señor Gobernador, compañeros docentes de Antioquia, de verdad me quito el sombrero ante esta maestra, Gloria Vásquez y ante todos aquellos y aquellas docentes que luchan contra viento y pobreza, contra el abandono y la inequidad del Estado, para ejercer su vocación docente.

Por eso renuncié a esta plaza, señor secretario. No me siento tan fuerte como la profe Gloria para afrontar esta situación, y no podría mi conciencia con la carga de dejar a estos 17 niños sin una maestra de tan altas calidades como ella, no sería yo capaz de llenar en ellos el vacío que ella dejara.

Atentamente,

Su seguro servidor,

GIOVANI MEJÍA CORREA

C.C. 98541740

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