Los pecados con la Amazonía que los Batista, los grandes ganaderos de Latinoamérica, necesitan limpiar

Los pecados con la Amazonía que los Batista, los grandes ganaderos de Latinoamérica, necesitan limpiar

La brasileña JBS busca entrar a Wall Street, pero para lograrlo debe frenar la deforestación, el acaparamiento de tierras y la compra de ganado ilegal

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noviembre 22, 2021
Los pecados con la Amazonía que los Batista, los grandes ganaderos de Latinoamérica, necesitan limpiar

La empresa ganadera JBS, con más de 250.000 empleados, de los cuales 142.000 están en Brasil,  está en un lío en medio de su aspiración a cotizar en la bolsa de Nueva York. JBS, controlada por los hermanos Joesley y Wesley Batista, carga con una estela de acaparamiento de tierras, de trabajo esclavo, violación de los derechos de las comunidades indígenas y locales y grandes escándalos de corrupción durante muchos años.

En 2017, Joesley y Wesley Batista confesaron que en los últimos años habían pagado sobornos por $600 millones de reales (US $187,5 millones) a 1.829 políticos de 28 partidos en Brasil a cambio de favores en sus negocios. Las investigaciones por corrupción los hundieron, pero su cooperación con la justicia brasileña les valió una corta estadía en prisión.

Los hermanos Joesley y Wesley Batista heredaron el control de la empresa de su padre fundador, José Batista Sobrinho, actualmente de 87 años. Ambos hermanos, Joesley de 49 años y Wesley de 51 años, fueron puestos en libertad en julio de este año, luego de permanecer en la cárcel durante cuatro años por escándalos de corrupción y aceptar pagar USD 2.000 millones en 25 años a las autoridades de Brasil y USD$ 256 millones al departamento de Justicia de los Estados Unidos. Durante este tiempo, Wesley Batista hijo, de 30 años, tomó el control, aunque los miembros de la familia y ejecutivos de JBS mantienen la mayoría en la junta directiva.

Actualmente, los socios mayoritarios son la familia Batista, grupo controlador con un 42.36 %  y el gobierno de Brasil a través del banco estatal BNDES (Banco Nacional de Desarrollo) con un 22.17 %, los demás son socios minoritarios que se mueven a través de su cotización en la Bolsa de Brasil.

En 2009, la empresa brasileña se había comprometido a frenar la deforestación en la Amazonía, pero después de 10 años fue acusada internacionalmente por su papel en los incendios masivos provocados en la selva. Ese mismo año, en 2019, también fue señalada de “blanqueo de ganado” por Amnistía Internacional, que consiste en mover reses a través de granjas intermediarias para que parezcan legales y así eludir los sistemas de control. A JBS se le logró comprobar la compra repetida a dos productores que tienen granjas ilegales en zonas protegidas además de granjas legales en otros lugares.

A pesar de todos estos señalamientos, JBS no ha parado de crecer. Con sus dueños fuera de la cárcel, la empresa hoy vale tres veces más de lo que valía en 2017. Su poder también tiene una explicación: el respaldo del presidente Bolsonaro, quien ha sido un férreo defensor de la ganadería en el Amazonas. Además, la ministra de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, Tereza Cristina Dias, ha sido acusada en varias ocasiones de eximir de impuestos y hacer negocios personales con JBS.

El mayor crecimiento del sector ganadero de Brasil se ha registrado en la Amazonía, y más de la mitad de la superficie deforestada es ahora pasto para ganado. Desde 1988, el número de reses prácticamente se ha cuadruplicado allí, en diez años, para 2018 llegó a 86 millones, lo que representaba en ese entonces el 40% del total nacional. Según datos gubernamentales, los territorios indígenas de la Amazonía perdieron 497 km² de selva tropical entre agosto de 2018 y julio de 2019, lo que supone un incremento del 91% respecto a ese mismo periodo un año antes. Una expansión que continúa a pesar de los movimientos en contra y está destruyendo grandes extensiones de selva tropical protegida en las reservas y los territorios indígenas.

Brasil tenía el año pasado, unos 214 millones de reses, más que ningún otro país. La industria de carne de vacuno, por valor de 618.000 millones de reales brasileños (USD 124.000 millones), representa el 8% de su PIB. Alrededor de tres cuartas partes de la carne de vacuno que produce Brasil se consume en el país, pero el resto pasa a la cadena mundial de suministro, en cantidad suficiente para hacer de Brasil el mayor exportador del mundo. Los principales destinos son China, Hong Kong, Egipto, Chile, Emiratos Árabes Unidos, Rusia y la Unión Europea.

El 28 de julio de 2020, se supo que la empresa de inversiones más grande de Europa, Nordea Asset Management, había excluido a JBS de su cartera debido a su relación con la deforestación. La revelación se produjo luego de que DNV-GL, empresa auditora independiente de JBS concluyera que ganado criado ilegalmente en áreas protegidas de la selva tropical amazónica de Brasil había entrado en la cadena de suministro de JBS. Al no controlar eficazmente la entrada de este ganado, JBS no ejerce la diligencia debida como establecen los Principios Rectores de la ONU sobre las Empresas y los Derechos Humanos de indígenas y residentes de reservas.

En marzo de este año, JBS, que además es la mayor empresa cárnica del mundo y la segunda compañía de alimentos del planeta al controla una cuarta parte del procesamiento de carne vacuno de Estados Unidos, volvió a prometer que eliminará toda deforestación ilegal brasileña para 2030 y la deforestación en su cadena de suministro para 2035. Con un enfoque en la economía circular, en 2020, la empresa utilizó un 45% de energía renovable, abarcando fuentes de electricidad móviles y estacionarias, e invirtió R $ 29,5 millones (USD$ 5.41 millones) en proyectos de eficiencia energética en todo el mundo.

Pero no todos creen en las promesas de la empresa. Moira Briss, directora de clima y finanzas de Amazon Watch, está segura de que JBS solo está lavando su imagen para engañar a sus inversores. Y no es para menos, pues JBS quiere entrar en Wall Street, y para ello debe estar limpia de todo pecado, algo que no será fácil mientras siga impulsando la ganadería tan cerca de la selva amazónica.

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