Opinión

Gustavo Uribe y Álvaro Petro: ¿dos personas y un solo caudillo verdadero?

Aunque ideológicamente Uribe y Petro están en extremos opuestos, rasgos de su personalidad se asemejan: ambos tienen enorme capacidad para conectar con la gente.

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octubre 20, 2025
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Álvaro Uribe y Gustavo Petro han sido los actores más importantes e influyentes de la política colombiana de los últimos años.

Uribe ha estado vigente en la actividad pública del país durante al menos seis lustros. A inicios de los 90 fue senador y en esa condición impulsó la famosa ley 30 que transformó, para bien, el sistema de salud en Colombia.  Luego fue gobernador de Antioquia.

Entre 2002 y 2010 fue presidente de Colombia. Cuando Uribe se posesionó, el 7 de agosto del 2002, Colombia era un estado fallido. Las Farc tenían 35.000 integrantes y estaban en capacidad de tomarse una capital de departamento y permanecer allí varios días.

Gracias a la política de Seguridad Democrática que impulsó el gobierno Uribe, ocho años después las Farc estaban sensiblemente diezmadas y varios de sus cabecillas como Joaquín Reyes y el Mono Jojoy, habían sido abatidos.

El lunar de esa exitosa política fueron los famosos falsos positivos, responsabilidad exclusiva de unos mediocres jefes militares que ante la presión por resultados que ejercía el presidente, resolvieron inventarse “positivos” asesinando a civiles inermes que luego hacían pasar como guerrilleros.

Pero lo cierto es que en esos ocho años el país recuperó la autoestima y la confianza. Y la inmensa mayoría de los colombianos reconoció que ello había sido posible gracias a la tarea cumplida por Uribe. Prueba de ello que en una encuesta publicada el día en que este dejó la Presidencia, el 7 de agosto del 2010, el 80% de los consultados dijo respaldar su gestión.

La vigencia política de Uribe se prolongó más allá de su etapa como mandatario. Prueba de ello es que puso sus dos sucesores, Juan Manuel Santos e Iván Duque que llegaron a la presidencia gracias a los votos del uribismo.

Gustavo Petro, por su parte, tiene el mérito innegable de haberse convertido en el primer militante de la izquierda en haber llegado a la Presidencia. Que para llegar al cargo se hubiera disfrazado de socialdemócrata es otro tema.

Petro fue un buen congresista. Estudioso y valiente, fue, precisamente, quien destapó el horror de los falsos positivos y en general se destacó por hacerle un juicioso control político a los gobiernos a los que se oponía.

El prestigio que alcanzó como congresista le sirvió de trampolín para lanzarse a la Presidencia en 2010, alcanzando la no despreciable suma de 1.400.000 votos que no le alcanzaron ni para llegar a la segunda vuelta, pero sí le dejaron un importante capital político.

Y entonces cometió su primera gran irresponsabilidad: lanzarse a la Alcaldía de Bogotá, cargo para el cual nunca se había preparado. Lo hizo como quien sube un peldaño dentro del camino para alcanzar su verdadero anhelo que era llegar a la Presidencia.

Asumir el manejo de una ciudad tan compleja como Bogotá, sin contar con la menor preparación para ello le pasó factura a Petro, cuya Alcaldía fue verdaderamente desastrosa.

En el 2022, luego de un fallido intento en el 2018, Petro se convirtió en el primer presidente de izquierda de Colombia. No voy a adentrarme en el análisis de su gestión pero basta con decir que termina con una aceptación que apenas llega al 30%

Esa es la primera gran diferencia entre estos dos ‘monstruos’ de la política colombiana: al finalizar su gobierno, 8 de cada 10 colombianos apoyaban a Uribe. Al terminar la suya, a Petro solo lo respaldan 3 de cada 10.

Aunque ideológicamente están en extremos opuestos, algunos rasgos de sus personalidades se asemejan.

La primera similitud entre ellos es que ambos tienen una inmensa capacidad para conectar con la gente. Son excelentes oradores y tienen una gran facilidad para decir lo que su auditorio quiere oír.

Otra característica que comparten es que son caudillos: son carismáticos, saben seducir a los electores, escuchan a quienes lo rodean pero siempre son los que toman la decisión final y están convencidos de que son dueños de la verdad.

Ambos conformaron organizaciones políticas que le sobrevivieron a sus mandatos. El uribismo como ya dije, puso dos presidentes y todavía cuenta con el respaldo de al menos  el 30% del electorado.

Sin duda la influencia política de Petro va ir mucho más allá del 7 de agosto del año entrante. Si su sucesor es un petrista, él será el poder detrás del trono, el gran asesor del gobernante, el verdadero orientador de las políticas públicas.

Y si es un no petrista, Petro se convertirá en el gran líder de la oposición, y hará hasta lo imposible por sabotear la gobernabilidad del mandatario, con el fin de regresar al poder, personalmente o a través de su interpuesta persona, en el 2030.

Y en ese plan hay que temerle porque nos ha quedado muy claro que Gustavo Petro es mucho mejor para hacer oposición que para gobernar.

Para resumir yo diría que Petro y Uribe se asemejan en que son unos verdaderos “anímales” políticos.  Y se diferencian en muchas cosas: Uribe es un trabajador incansable, Petro es más bien flojongo; Uribe es madrugador (es celebre la historia de que cuando estaba en la Presidencia llamaba a todos los comandantes de brigada a las 3 de la mañana a pasarles revista). A Petro, en cambio, se le pegan las cobijas y si no lo despiertan a las cuatro de la tarde no llega a las citas que tiene a esa hora.

También se diferencian en que Uribe es un excelente miembro de familia, Lina su mujer siempre está a su lado y es un gran padre. Petro, según él mismo admitió, no crio a sus hijos y Verónica, su esposa, jamás lo acompaña a nada.

Otro contraste: Uribe es sumamente pragmático, Petro es totalmente dogmático.

Pero la diferencia fundamental entre estos dos personajes es que Petro es un desastre gobernando, pero es muy hábil y recursivo para hacer oposición. En cambio, el fuerte de Uribe no es oponerse sino gobernar.

Del mismo autor: María Corina la mujer berraca que le tomó el Cabello al chavismo

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