El Pinturero, el torero español que murió en Cartagena antes de la faena

El Pinturero, el torero español que murió en Cartagena antes de la faena

En 1966, con la intención de dar un show inolvidable, el lidiador planeó tirarse desde un avión y aterrizar con paracaídas en la plaza. Todo salió mal

Por: Douglas Iván Paez Sosa
octubre 23, 2019
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El Pinturero, el torero español que murió en Cartagena antes de la faena

En la tarde del domingo 18 de diciembre de 1966, en la plaza de toros y circo teatro La Serrezuela, de la ciudad de Cartagena de Indias, un público abarrotado esperaba ansioso la faena del joven torero español, de 24 años y originario de Lugo, Galicia: Manuel Luis Ríos. Más conocido en el ámbito taurino como: El Pinturero.

La expectación general no era por la espectacularidad de su lidia, ni por su renombre en dicha profesión, lo especial y único en aquel personaje era su temeraria manera de llegar al coso taurino; caía al mismo procedente de los cielos, sostenido y guiado por un paracaídas.

Era una tarde radiante con las brisas decembrinas naturales de la época. Todos estos aspectos fueron tenidos en cuenta para los análisis necesarios y requeridos en tal proeza. Álvaro Quijano fue el piloto del monomotor Piper Tripacer PA22, que llevó al temerario Pinturero a las alturas. Monomotor que era propiedad de Julián Villegas y desde el cual se realizó el tan anunciado salto a 3000 pies de altura.

El servicio eléctrico fue suspendido en los barrios de San Diego, Marbella y El Cabrero de manera preventiva; en caso de que el torero paracaidista resultara enredado en alguno de los cables de alta tensión circundantes no muriese electrocutado. Unas botas de hierro también se habría calzado para con estas lograr más exactitud en el aterrizaje. En fin, las precauciones de rigor de aquellos tiempos con tal de preservar la vida del personaje.

El capitán Jaime Borda Martelo presenció el salto, es más vio al Pinturero con vida y en los preparativos para la maniobra. Usó ese día (el Pinturero) unas medias veladas femeninas con bolsas llenas de talco Johnson y sendos agujeros, acomodadas dentro de las mismas, con el fin de dejar una ligera estela de humo o polvillo, para poder seguir mejor desde tierra la trayectoria del torero en los aires.

Una crónica sobre este tema, publicada en el diario El Universal y fechada en noviembre 19 del 2017, menciona que, a juicio del mismo Borda Martelo, el Pinturero habría fallecido asfixiado por el arnés del paracaídas antes de tocar tierra. Esto llamó mi atención, al cuestionar sobre este concepto a la misma fuente (Capitán Jaime Borda), entendí su dictamen. Él, como testigo presencial de aquel fatídico salto decembrino del 66, se encontraba apostado a los alrededores de la pequeña plaza de toros y pudo observar cómo este joven torero venía cayendo con los brazos totalmente colgantes; sin ejercer ninguna maniobrabilidad en el paracaídas. Me informó también Borda que el médico que recibió y atendió el cuerpo del Pinturero fue el doctor Guillermo De Los Ríos, galeno del entonces hospital Santa Clara (hoy hotel con el mismo nombre). Este doctor De Los Ríos confirmó también su teoría, dictaminando en el acta forense muerte por asfixia, en vez de ahogamiento.

Manuel Luis Ríos no tuvo ninguna trascendencia en el mundo taurino, era un joven ilusionado con la fama y el renombre alcanzado por algunos en estas artes. Fue alguien cuya escasa capacidad económica lo obligó a venir de polizón en un barco mercante a estas tierras; fue esta misma estrechez de capital, aunada a su muerte sorpresiva en las playas de Marbella, la que dejó sus restos sembrados en tierra colombiana. Mas exactamente, en el cementerio del barrio de Manga, en nuestra Cartagena de Indias. El cónsul y la colonia española de la época no consiguieron los recursos necesarios para regresar los restos mortales a su natal Galicia.

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