Cuando los organizadores de la Bienal BOG25 estaban cuadrando los preparativos del evento escogieron al palacio de San Francisco como el escenario central que albergaría cantidad de obras de artistas de todo el mundo en su laberíntica estructura, tan enredada como la construcción misma del Palacio que empezó en el año 1917 a cargo de Gastón Lelarge, pero no la alcanzó a concluir, porque se le quemaron los planos. Entonces, la obra tuvo que ser terminada hasta 1933 por el arquitecto colombiano Arturo Jaramillo, quien, dicen, alteró en gran medida la propuesta que tenía Lelarge.
Ya escogido el escenario, había que engalanarlo para el evento. Entonces, la Alcaldía tramitó los permisos necesarios con la Gobernación de Cundinamarca, quienes han tenido a cargo el palacio desde 1940. Ya con los permisos para usar el espacio, se necesitaba la experticia de un equipo que le diera el tratamiento adecuado a la fachada del Palacio, la cual se encuentra levantada con una piedra arenisca sacada de La Calera, la cual llaman piedra bogotana, que se caracteriza por su color crema y por su durabilidad.
Esto último quedó demostrado cuando el 9 de abril de 1948 la horda enardecida por el asesinato de Gaitán incendió gran parte del centro de la ciudad, incluido el palacio San Francisco, pero por más de que le prendieron fuego, no pudieron derribar su fachada de piedra bogotana, la cual resistió estoicamente las llamas que solo pudieron dejarle un poco de hollín. A diferencia de la parte posterior del edificio, la cual aún se encuentra destruida desde aquel día.

Con todo listo para recuperar la fachada del palacio, el Instituto de Patrimonio (IDPC) se puso manos a la obra el día 21 de julio de 2025 con un equipo de 20 personas que se encargaron de evaluar centímetro por centímetro los daños que presentaba la pared. Con esto se dieron cuenta de que esas piedras que soportaron con entereza las llamas del bogotazo, estaban siendo afectadas por el implacable paso del tiempo, los grafitis y las micciones que habían dejado los transeúntes.
Por fortuna estos agentes externos no habían hecho todavía un daño de gravedad a la fachada, entonces el equipo del IDPC se puso a lavar la pared utilizando jabones con un ph neutro que les permitía que los compuestos minerales de las piedras no se vieran afectados. Adicional a esto, convencidos de que el cuidado del patrimonio debe ir de la mano con el cuidado del medio ambiente, el Instituto utilizó agua lluvia.

Cuando las paredes estuvieron limpias, se necesitaba una estrategia para que los agentes externos no volvieran a apropiarse de la fachada del palacio San Francisco, con miras a que esta estructura patrimonial se conservara por muchos años más.
Entonces, decidieron realizar una pequeña intervención y le pusieron una capa de cal con arena a la parte inferior de la fachada. Con esto se protege la piedra de los agentes externos, sin impedir que esta siga absorbiendo del medio ambiente los elementos que necesita para conservarse y no morirse ahogada. También se realizaron trabajos de carpintería a las ventanas y a la puerta que permite el ingreso al palacio.

Por otro lado, el palacio San Francisco cuenta con cuatro esculturas que también pasaron por un proceso de recuperación, entre las cuales se cuenta, la que hay en honor a Luis Carlos Galán, al expresidente José Vicente Concha y los bustos de Jorge Tadeo Lozano y otro de Antonio Nariño, todos ubicados dentro del palacio, por lo cual no presentaban mayores afectaciones.
Todo este trabajo se realizó en un tiempo récord de cuatro semanas, fue entregado el 15 de agosto de 2025, y tuvo un costo final de $25 millones, aunque como dice el director del IDPC, Diego Parra, la restauración, aunque sea parcial, de esta magnífica obra patrimonial es invaluable, pues esta estructura no solo es un valioso bien patrimonial, sino que también es un espacio cargado con la identidad y la memoria de la capital del país.
También le puede interesar:
Anuncios.
Anuncios.


