El discurso y los candidatos

El discurso y los candidatos

"Los límites de mi mundo son los límites de mis palabras" escribió el genio austriaco Ludwig Wittgenstein, a quien seguro desconoce la mayoría de candidatos del país

Por: Lizandro Penagos Cortés
septiembre 22, 2023
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El discurso y los candidatos

Los límites de mi lenguaje son los de mi mundo, escribió el genio austriaco Ludwig Wittgenstein, a quien no deben conocer la mayoría de candidatos a cualquier cargo de elección en Colombia. Los discursos de los politiqueros –y de algunos políticos– son vacíos, llenos de frases prefabricadas, lugares comunes e incoherentes. Ya no hay buenos oradores, a lo sumo agitadores en redes. Ya no hay discursos limpios. Trasparentes. Honestos. Claros. Ya no se piensa, sólo se dice. Ya no hay coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Se habla mucho y se dice muy poco. ¡Ya parezco uno de ellos!

No hay ideas, no hay propuestas, sólo un listado de generalidades que se aplican como fórmula y se repiten para ratificar que Joseph Goebbels y Aldous Huxley, desde la propaganda nazi el primero; y desde la exploración literaria el segundo; tenían razón: las mentiras repetidas muchas veces terminan convertidas en verdad. Son los artificios de la palabra, los artilugios de la publicidad, los entramados de las redes y la desbordada manipulación de todo el ecosistema mediático. Bueno, y la inmensa ignorancia de las audiencias. O, en su defecto, la presión burocrática que obliga participación y movilizaciones en torno de eventos y debates adonde no asisten las ideas.

Como las maletas de los narcotraficantes, los discursos de los candidatos tienen doble fondo. Y hasta triple. Por ejemplo, todos intentan mostrarse libres e independientes. Sin jefes, aunque busquen afanosos el aval de los partidos. Así está diseñado el sistema. Algo saben del desprestigio –algo les habrán dicho sus asesores–, pero desconocen la historia de las ideas políticas y la importancia de los partidos como escenarios ideológicos de los postulados que los rigen y definen en la orientación de la sociedad, el Estado y el gobierno. No. La mayoría hace parte de una maquinaria diseñada para esquilmar los recursos y sacar beneficio del erario. De ahí que otra propuesta sea la lucha contra la corrupción, la transparencia, el gobierno de cara al pueblo y otras lindezas.

Como en el billar, la información se taca con efecto a muchas bandas. La hipocresía política es sin duda la práctica más generalizada en el ámbito de todos los sistemas de gobierno imperantes y en la democracia –el menos malo de todos– que tiene como espina dorsal la contratación y por supuesto a los contratistas, se evidencia en los discursos. Recoger el axioma esencial de la democracia como el gobierno con todos y para todos es una mentira garrafal. Todos sin excepción alguna gobiernan con sus amigos, con su grupo, con sus aliados. Y tiene sentido, por lo que sería más honesto hacerlo público y argumentarlo. No hay ninguno que no denigre del mandatario que le antecede y que no prometa el cambio para remplazarlo.

¿Y qué tal si se propone recoger las buenas prácticas y potenciarlas? ¿Qué tal si alguna realización de los líderes sociales y actores políticos por minúscula que sea se multiplica exponencialmente? ¿Qué tal si se abandona esa pulsión caníbal de acabar con todo el pasado en aras de construir un futuro mejor? La cantidad sempiterna de candidatos –algunos resucitados electoreramente–, desentierra una desesperanza sobrecogedora. Lo único claro en sus discursos, es la oscuridad que se cierne sobre el pueblo y su democracia, que también por su supuesto, maneja múltiples discursos. Ejércitos voraces de codiciosos que buscan el beneficio particular, echándose discursos sobre el servicio a la comunidad y la patria.

Razón perpetua tuvo Emile Ciorán: No se habita un país, se habita una lengua. Politiqueros que crean una imagen a partir de la palabra, de la labia, hasta cuando logran su cometido. Bueno, todos lo hacemos, construimos una imagen a partir de la palabra aclaro, pero no siempre en detrimento de la sociedad o del otro. Hay por estas calendas una adecuación del discurso primero al poder y luego, si queda tiempo y dinero, al saber. La verdad escasea y la palabra enreda. Un discurso en plaza pública es demasiado riesgo, de ahí que resulte más efectivo un escándalo en cualquier red o la compra de un espacio en televisión. La radio está vendida toda. Y la gran prensa es costosísima, sólo para que aparezcan las fotos e ideas de sus propietarios.

Hay algo de charlatán en todo aquel que triunfa, sea en la materia que sea, también sentenció el escritor rumano citado arriba. Los huevos de oro de la gallina estatal mueven a muchas fieras. Y de dónde sale la plata para financiar tanta campaña, pues de las alcaldías, de las gobernaciones, de los contratistas, de los grupos ilegales, de los empresarios, de organizaciones internacionales y no gubernamentales, y de todo aquel buen ciudadano que haga sus aportes sin ningún otro interés que el fortalecimiento de la democracia y la elección trasparente de quienes estén mejor preparados para orientar los destinos de sus comunidades. ¡Sí, como no! Una gallina vieja, dura, pero muy jugosa.

Según datos de la Registraduría 251 candidatos se inscribieron para el cargo de gobernador (32 departamentos, 7 en promedio), 3.894 para las Asambleas, 6.175 para alcalde (1.104 municipios, 6 en promedio), 106.429 para Concejos y 15.804 para las Juntas Administradoras Locales (JAL). El dinero fluye a raudales porque la democracia vale. Por cuenta de una Póliza de Seriedad (no se ría, así se llama), la Registraduría reembolsa a quienes logren determinado número de votos, el costo de la inversión. Y para ello los partidos tienen en cuenta los libros de contabilidad de las campañas. Es decir, ingresos y egresos, aportes y gastos. Todos ellos muy diáfanos. Todos ellos con un tope que nadie osa superar. ¡Ajá!

Se necesitan huevos muy grandes para comprar y vender un voto en estos momentos. Y un cerebro muy pequeño para no saber cómo se recuperará esa plata y qué tanto de los discursos de campaña no se cumplirá.

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