Mientras proliferan los focos de guerra en el mundo, Ecuador atraviesa una de las crisis más graves de su historia reciente. En medio de la convulsión global, las movilizaciones populares han cobrado fuerza en la región andina, con epicentro en Quito y en las comunidades indígenas del país.
La crisis de Noboa
Según un análisis publicado en El Nacional de Caracas por Luis Ochoa Terán, el gobierno de Daniel Noboa enfrenta una crisis política, económica y de seguridad que amenaza con desbordar al Estado. El detonante ha sido la eliminación de subsidios a los combustibles y reformas fiscales exigidas por el FMI, medidas que han golpeado directamente a sectores vulnerables como el transporte y la agricultura.
A esto se suma un incremento exponencial de la violencia criminal. Ecuador pasó de ser un territorio de tránsito de drogas a convertirse en un centro estratégico para carteles internacionales y bandas locales. La violencia se ha infiltrado en las calles y en las instituciones.
Polarización y debilidad institucional
La política ecuatoriana sigue marcada por la confrontación entre el correísmo y el anticorreísmo, lo que impide consensos. Noboa, descrito como un millonario sin una base partidaria sólida, ha intentado impulsar una Asamblea Constituyente para reformar el sistema, pero la Corte Constitucional suspendió el decreto, abriendo un pulso de poderes que profundiza la desconfianza.
Los bloqueos de carreteras, la represión a líderes indígenas y la persecución a movimientos sociales como Pachakutik alimentan la sensación de que el país está atrapado en un ciclo de autoritarismo e inestabilidad.
La movilización popular
Organizaciones indígenas, campesinas y estudiantiles se han volcado a las calles. El movimiento indígena lidera las protestas contra lo que consideran un gobierno neoliberal y proimperialista. Para algunos analistas, el escenario podría desembocar en un desenlace similar a otras crisis pasadas: la renuncia presidencial o la caída del gobierno en medio de una insurrección popular.
Como advirtió Ochoa Terán en su análisis en El Nacional, Ecuador enfrenta “una triple crisis política, económica y de seguridad que amenaza la democracia”.
La pregunta que queda abierta es si el país logrará resolver sus tensiones con más democracia o si se encamina a una salida abrupta que podría marcar un nuevo giro en la historia ecuatoriana.
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