En un mundo lleno de creadores de contenido que apelan al entretenimiento, Alexander Gómez o Profe Alez logró abrirse paso con una propuesta distinta: enseñar. Su camino no estuvo marcado por bromas, viajes o recetas de cocina, sino por la disciplina, los sacrificios y un profundo amor por las matemáticas.
Hoy, este boyacense ostenta reconocimientos que muchos influencers anhelan, aunque nunca imaginó alcanzar la fama. Sus primeras aspiraciones, como las de gran parte de su familia, se limitaban a trabajar, pues estudiar en la universidad parecía un sueño demasiado costoso.

Alexander nació en Duitama, “La perla de Boyacá”, un municipio clave para la economía del departamento. Allí, en medio de familias dedicadas a la agricultura y a oficios de servicio, descubrió su pasión por los números. Una tía y algunos profesores lo marcaron, sembrando en él la semilla de las matemáticas, la única materia en la que se mostraba realmente aplicado. Era desjuiciado en todo lo demás, pero sin saberlo, ese amor lo convertiría en pionero en su familia.
Tras graduarse del colegio, a los 17 años, sin expectativas claras, ingresó al Ejército. Luego, consiguió trabajo como ayudante en un taller de latonería, donde su labor era lijar piezas de automóviles. La monotonía y el desgaste físico de ese oficio le hicieron tomar una decisión que cambiaría su vida: estudiar en la universidad, aunque nadie en su familia lo hubiera hecho antes. Era un paso riesgoso, pero Alexander intuía que allí estaba la clave para transformar su destino.
De lijar vehículos a ser uno de los mejores estudiantes de su carrera
Un día, su padre le encargó pagar un recibo. Sin pensarlo dos veces, y sabiendo que se ganaría un fuerte regaño, usó ese dinero para inscribirse en la universidad. La incertidumbre sobre cómo financiaría sus estudios no lo detuvo. Aunque su familia dudaba de él, Alexander apostó todo por esa oportunidad.
Se matriculó en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Duitama en una carrera nocturna. La única disponible era la licenciatura en Matemáticas y Estadística. No era lo que soñaba, pero decidió intentarlo.
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Contra todo pronóstico, se convirtió en un estudiante ejemplar, obtuvo una beca que lo acompañó durante toda la carrera y desarrolló su proyecto de grado enseñando matemáticas en la cárcel de Duitama. Aquel episodio lo marcó profundamente: entendió que la educación podía ser una herramienta de segundas oportunidades, incluso para quienes parecían haberlo perdido todo.

Su dedicación le abrió aún más puertas. En medio de su carrera, presentó un concurso docente al que se presentaron 3.200 aspirantes. Alexander ocupó el segundo lugar, lo que le permitió empezar a trabajar incluso antes de graduarse, en un colegio público de Pesca, Boyacá.
Ese fue el inicio de una carrera como maestro que se prolongó durante casi dos décadas, en las que consolidó su vocación y descubrió que su verdadera pasión no estaba en llenar formatos ni papeleos, sino en enseñar y conectar con sus estudiantes.
De las aulas a YouTube: la decisión que lo llevó a la fama
En paralelo a su vida como docente, Alexander exploró su curiosidad por la tecnología. Comenzó subiendo videos sobre computación, que le dieron sus primeros suscriptores en YouTube. Sin embargo, pronto entendió que su verdadera fortaleza estaba en enseñar matemáticas.
Mientras cursaba una maestría en Gestión de la Tecnología Educativa, materializó la idea de crear un canal educativo. Como parte de su tesis, grabó y publicó un curso completo sobre la ecuación de la recta, con veinte videos.
El resultado fue sorprendente: su canal comenzó a crecer rápidamente. Guardó silencio frente a su familia hasta alcanzar los 100 mil suscriptores. Desde entonces han pasado nueve años, y hoy su proyecto suma millones de seguidores en todo el mundo.
Su camino, sin embargo, no estuvo exento de sacrificios. Comenzó con una cámara de segunda mano y un micrófono sencillo. Pasaba sus días entre clases, grabaciones y horas de edición. Su tiempo libre desapareció, pero su objetivo era claro: quería que cualquier persona pudiera aprender matemáticas de manera sencilla, sin importar sus recursos.
Ese esfuerzo rindió frutos. Alexander se retiró de las aulas tradicionales para dedicarse de lleno a sus canales educativos. Hoy es uno de los creadores de contenido más influyentes en el ámbito académico, reconocido con la placa de diamante de YouTube por superar los 10 millones de suscriptores.
Sus explicaciones cercanas, acompañadas de ejemplos prácticos y un tono amigable, permiten que miles de jóvenes comprendan lo que antes parecía imposible. Su historia, además, rompe con el estigma de que la educación es aburrida o inaccesible en plataformas digitales.
Más allá de su éxito personal, su misión continúa. En una entrevista con El Colombiano, reveló que trabaja en la creación de una plataforma educativa para apoyar a estudiantes de colegio. Su idea es que los jóvenes tengan un espacio digital seguro y gratuito para aprender, reforzar temas complejos y descubrir el potencial que él mismo descubrió en su adolescencia. Un proyecto que, de concretarse, podría convertirse en una herramienta clave para reducir brechas educativas en Colombia y América Latina.
De lijar piezas de carros a conquistar las aulas virtuales, Alexander Gómez es hoy un ejemplo inspirador. Su historia demuestra que la disciplina y la pasión por aprender pueden transformar cualquier destino, incluso cuando todo parece estar en contra.
Su camino, lleno de tropiezos y perseverancia, es testimonio de que los sueños, por inalcanzables que parezcan, pueden cumplirse si se acompañan de esfuerzo, compromiso y amor por lo que se hace.
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