La proliferación de portales para hacer apuestas, publicitados exageradamente a través de todos los medios de comunicación existentes, sobre todo las deportivas, pudiéndose incluso observar en camisetas de los jugadores de los equipos los logos de esas casas de apuestas, como si no tuvieran consecuencias morales es algo que está sucediendo alrededor del mundo.
Este es un asunto que se ha vuelto demasiado grave y peligroso por la descomposición de la ética y la moral pública y popular que esto conlleva, respecto a un negocio que se viene relacionando directamente con las entrañas de los deportes y sus deportistas, sin que se note ningún tipo de reacción preventiva, de vigilancia o control por parte de las sociedades, los gobiernos y los Estados.
En contra de los posibles relacionamientos entre los individuos humanos y las apuestas compulsivas, que bien se sabe pueden generarse alrededor de unos resultados que tienden a generar ganancias repentinas. Estamos ante una imposición empresarial hacia un comportamiento cívico general de aceptación a la ludopatía, sin medir las consecuencias ni las implicaciones en la moral pública, a partir de un supuesto emprendimiento legal que involucra procedimientos no muy santos, incluso ilegales, al existir suficiente información y pruebas de participaciones oscuras y ocultas por parte de empresarios, dirigentes de clubes deportivos, además de jugadores y deportistas, quienes se han visto envueltos en la manipulación de los efectos y consecuencias a través de apuestas, con tal de obtener ingresos por alterar resultados que se supone tienen que estar basados en la libre competencia y en el espíritu competitivo.
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