Cada celebración tiene su propio lenguaje emocional. Ya se acerca Halloween por ejemplo, que abre la puerta a la imaginación, al juego y a la creatividad. Es una fecha donde los niños pueden ser lo que quieran ser, donde el miedo se transforma en diversión y la fantasía se vive sin juicios. Estas experiencias, aunque parezcan simples, tienen un valor psicológico enorme: fortalecen la confianza, estimulan la autonomía y, sobre todo, les permiten a los niños explorar el mundo.
También están los cumpleaños, fechas que, aunque a veces pasan inadvertidas en la rutina adulta, tienen un peso profundo en la infancia. El niño que crece sintiéndose celebrado aprende a sentirse importante, digno de amor y de atención. Estas festividades no son solo momentos de alegría; son rituales afectivos que dejan huellas emocionales que duran toda la vida. Cuando un niño recibe cariño y reconocimiento en su día, está construyendo bases sólidas para su autoestima y su sentido de pertenencia.
Durante el año se viven otras fechas simbólicas: Amor y Amistad, Día del Padre y de la Madre, de los maestros o de los abuelos. Todas estas fechas, aunque distintas, comparten el mismo propósito: recordar lo esencial, detenernos a agradecer, a reconocer y a dar. Las celebraciones crean orden emocional, sentido de comunidad y la sensación de sentirnos recargados. En ellas están tranquilidad del orden y la pertenencia a un grupo.
No podemos dejar de mencionar las festividades que más se celebran en Colombia, llega diciembre con su luz particular, es de las fechas más significativas del año. La Navidad es mágica porque simboliza el nacimiento de un niño y, con ello, el renacimiento de uno mismo. Nos ofrece una oportunidad de empezar de nuevo, de renovar la esperanza. Estas fiestas se engalanan con rituales y celebraciones especiales que dejan huellas psicológicas importantes en la vida de los niños y también en los adultos. Los regalos que recibe un niño en Navidad no son solo objetos, estos regalos representan dones “mágicos” como el amor, la unión y la ilusión. Las luces, las novenas y los encuentros familiares son símbolos de un nuevo sol, uno que trae más luz y una vida renovada. De hecho, todos nos beneficiamos de celebrar la Navidad en familia, porque en las tradiciones se vive esa sensación de pertenecer a un lugar seguro.
Las festividades proporcionan seguridad emocional y apoyo moral que se prolongan durante todo el año,
La ciencia y la experiencia coinciden: las festividades proporcionan seguridad emocional y apoyo moral que se prolongan durante todo el año, es como un tanque que se recarga para enfrentar el año venidero. Si estas fechas se viven con amor y se celebran regularidad, se convierten en tradiciones cuyos efectos benéficos duran toda la vida. No es la magnitud de la celebración lo que importa, sino la intención, la presencia y el afecto que la acompañan, el cual es esencial para los niños, porque es en esos espacios donde saben que pertenecen y que si llegase a faltar alguno de sus padres, sabe que tiene más personas con las que puede contar.
Las festividades, en esencia, son un recordatorio de que la vida se renueva. Cada celebración —desde Halloween hasta la Navidad— es una oportunidad para compartir con nuestros seres queridos los sentimientos positivos que nos habitan, para llenar de amor la memoria emocional de nuestros hijos y para recargarnos de esperanza.
Aproveche cada fecha, cada motivo para reunirse, abrazar, reír y agradecer. En un mundo cada vez más incierto, esos pequeños rituales son los que nos devuelven al centro, al corazón, a la magia de sentirnos vivos.
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