En una calle de la ciudad de Cali encontró mi amigo Mauricio Mejía esta carretilla utilizada para transportar el cadáver de un árbol.
¡Qué pesar del caballito y qué pesar del árbol!.
Los únicos beneficiados de esta salvajada son el vecino que pagó por la tala y el dueño de la carretilla.
¿Cuándo acabaremos ambas prácticas? es una pregunta que el Dagma no ha querido o no ha podido responder.
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