Viendo House of Cards
Opinión

Viendo House of Cards

Por:
abril 19, 2015
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Me antojé de comer costillas. De comer costillas en barbecue. Es que hay que ver el gusto con que Frank Underwood la emprende contra un plato de jugosas costillas. Al final, cuando está untado hasta la barbilla, se lava las manos. Pero no solo se lava las manos por tanta grasa y salsa sino por todas las culpas y pecados que comete en su inescrupuloso ascenso hacia la presidencia de Estados Unidos.

Frank Underwood es un depredador.
Y Kevin Spacey el genio que nos dio un nuevo personaje inolvidable.

House of Cards es la serie con la que internet empezó a mirar a la tv por encima del hombro. Tal como lo hace Frank con los demás. Cuando HBO pensaba que bastaba con decir “No es televisión, es HBO” surgió su nuevo más fuerte competidor que dijo que sí, que achebeó es televisión y que lo verdaderamente distinto es internet. Porque solo en la red los hábitos de consumo son distintos: tu pones el horario para ver las series, no un canal según consejos del cable operador, tu decides si quieres ver un episodio o una maratón de capítulos continuos, tu sabes que no viene en seguida un corte a comerciales, tu eliges si detienes la serie mientras el mundo gira o si el mundo deja de girar para ti mientras ves lo que escogiste mirar. La revolución de los contenidos está, por primera vez, del lado de quien los consume y no solo en el criterio de quien los produce.

House of Cards es un plato exquisito. Lo que faltaba en el menú.

Nominaciones y estatuillas, Emmy Awards, Golden Globes, aplausos y más aplausos. La silla de director de House of Cards ha sido ocupada igual por David Fincher que  por Joel Shumacher y Jodie Foster. Descubrir el crédito del director de cada capítulo hace parte de la emoción de la serie que habitualmente firma James Foley y que en tres temporadas ha sido conducida por doce directores entre los que la palabra Oscar hace parte del currículum de varios de ellos. Incluso su coprotagonista, Robin Writh, ha dirigido tres episodios. Y hay que detenerse en ella, en Claire Underwood. Es la nueva definición de garbo y elegancia en la pantalla. Sinuosa como serpiente, alumna de Maquiavelo que supera al maestro, discreta y contenida es, a la vez, el viento huracanado de una tormenta que no veías venir. El sello exacto para esa moneda sin cara que es esta pareja capaz de todo por conseguir cada objetivo que se traza.

House of Cards es un thriller político en el que la prensa es un arma más, el sexo una herramienta apenas, el dinero una tabla de medida, las influencias el más preciado bien y el poder el único fin que todo lo justifica.

Algo tiene esta obra que genera una suerte de adicción, aquí nadie tiene que vestirse de nada como sucede con la cofradía mundial de Game of Thrones, pero logra un efecto similar en el sentido en que la sorpresa es parte del destino de cada personaje con el que ya te empezabas a encariñar. La espada de Damocles ha vuelto a tener sentido cuando das clic en play y te dispones ante una historia que, como los buenos libros, promete no dejarte indiferente.

Trino con el que el personaje de ficción recibió el reciente anuncio de Hillary Clinton.

Trino con el que el personaje de ficción recibió el reciente anuncio de Hillary Clinton.

Hace poco menos de un mes una encuesta realizada por Reuters – Ipsos sondeó la popularidad de Frank Underwood y Barak Obama y el resultado fue 57 % de favorabilidad del habitante de House of Cards frente a un 46 % del inquilino de la Casa Blanca. El asunto, además de anecdótico, revela las dimensiones que ha tomado la serie de la que el mismo Obama se ha declarado fanático y por la que ya ha grabado incluso un video imitando a Underwood además de comentar, en tono de juego, que a veces desearía que la gestión en Washington fuera tan “despiadadamente eficiente” como la que se ve en Netflix. No se extrañen de la petición que hizo el príncipe Carlos de Inglaterra en su reciente visita a Estados Unidos de agendar una cita para reunirse y conocer a Kevin Spacey, quien además de protagonista y es productor ejecutivo de esta serie nativa de internet. Yo también quisiera comerme unas costillitas conversando con él.

Ah, el entretenimiento, qué necesario es.
Y si es con series de esta factura es mejor, mucho mejor.

Si ejercer la política fuera como se narra allí, en la ficción de House of Cards, habría que estar de acuerdo con la casi macabra sentencia de Frank cuando dice “la democracia está sobrevalorada”.

@lluevelove

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