Ups, dijo el ego
Opinión

Ups, dijo el ego

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noviembre 01, 2014
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Leía a la vez las dos noticias y no supe a cuál darle más credibilidad, si a la una por surrealista o a la otra por ser demasiado realista, o al revés.

La primera estaba ligada a líos de faldas y asuntos pecaminosos, jamás a un asunto de Estado, pensé, y no es sino la venida (en términos literales) del príncipe Carlos (p en minúscula; la mayúsculas queda reservada al Rey) a Bogotá, cuando la otra noticia es que el metro de Bogotá entra a licitación.

—Ups, me dije, sin saber a qué noticia referirme.

Una venía en El Tiempo y la otra en La Humanidad.

El Tiempo es bien conocido: el órgano (en términos literales) del poder liberal en Colombia en toda su historia (hoy su director es cuñado del presidente), cuando La Humanidad es un periódico gratuito que es entregado en la calle en encime o ñapa de otro gratuito, el ADN.

Y lógico es entender que la frívola noticia venía de El Tiempo, cuando la otra la firma aquel medio que se dice “Periódico oficial de la Alcaldía Mayor de Bogotá”, con una palabra Humanidad llena de colorcitos y la M es un lindo corazón.

—Ups, me dije por segunda vez, ahora resulta que la verdad de Petro no sólo viene en tuits, sino en su bonito periódico. Y comencé a leerlo, tal vez con el mismo fervor como los comunistas franceses leen L´Humanité, el órgano oficial del PC galo.

Y leo sus titulares de primera página: “Después de 72 años, el metro a licitación”, “Acciones contundentes contra hurto de celulares”, “Bogotá, ciudad de oportunidades” y “La máquina tapahuecos funciona para los bogotanos”.

—Ups, me dije por tercera vez, recordando el diario Arriba de la España franquista o el Granma cubano, que ciegos a todo solo cantan sus verdades y cualquier disidencia es un pecado mortal.

Y leí Humanidad, dieciséis paginas de loas y gritos jubilosos, y llegué a la última página con los dedos negros y viendo que esta contenía dos última noticias y un gran crucigrama. “Marcha por los derechos de los animales” y “Lista prolongación de la carrera 11”.

Y convencido de las verdades oficiales y atontado con los hermosos y llamativos dibujitos del metro que contenía el pasquín, con amplios vagones y bellas escaleras eléctricas, me enfrenté al crucigrama que preguntaría con dos letras río italiano.

Y no, el río Po no estaba entre las verdades.

La primera horizontal pregunta por “actual plan distrital para construir un modelo de ciudad sostenible”. Rápido chupé la punta del lápiz y escribí: Bogotáhumana. La segunda “En Bogotá y en La Habana se trabaja por ella. Paz escribí. En la tercera horizontal pregunta por “Sahumerios (sic) para exorcizar a los tramposos en el Concejo. El canal de la paz en la cuarta, y la respuesta es Capital. No dudé mucho con la respuesta de la nueve horizontal: “El … humano es la prioridad para el alcalde Gustavo Petro”. Tres letras, …, y en la línea de abajo se afirma, con nueve letras, que en Bogotá humana estos no pasarán. Fascistas no cabía, pensando en el famoso eslogan de la guerra civil española y el “No pasarán” de Madrid. Pero no, los que no pasarán en la Bogotá de los sueños son los corruptos. Completé casi todo el crucigrama, pero no pude resolver la 2 vertical: “Así está el procurador por las medidas cautelares de la C.I.D.H. que protegen al alcalde Gustavo Petro”. “Jodido” no cabía y cerré aquel panfleto lleno de subjetividades y autoaplausos y egos, no sin antes echarle una ojeada a la siete vertical: “La redensificación (sic) y revitalización urbanas que acercan a los pobres a los centros de poder…”. —Ups, me dije, deje así.

Y por andar pendejeando con crucigramas sin resolver, es que no supe a qué vino a este santo país el príncipe Carlos, o a echar un partidito de cricket con blablablá Santos o a discutir con este último sobre un supuesto amor que ambos compartieron hace años, en las épocas bellas. Bueno, el caso es que ya se fue con su Camila y no dejó la camiseta firmada.

Y comió arepa, dicen.

… y hablando…

Vemos Relatos salvajes, la maravillosa película de Damián Szifron, con Sbaraglia, Grandinetti o Darín y música de Santaolalla.

Simplemente genial y otro punto más al cine argentino, siempre presente.

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