¿Por la cultura y el divertimento, quién responde?
Opinión

¿Por la cultura y el divertimento, quién responde?

La Deuda Social Solidaria

Por:
enero 21, 2016
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¿Cuánto vale producir una sonrisa -hacer reír-; cómo se podrá cancelar, retribuir, pagar un solaz? ¿Cuál es la en contraprestación por la lúdica? ¿Será que la cultura, la inteligente propuesta de retratar la realidad, no se han puesto en la agenda pública? Esos interrogantes, Señoras y Señores nos los hacemos cada vez que, lamentable, fallece un grande de las tablas, de la actuación, de la canción, del folclor. Qué pesar.

Siempre con el letargo que produce el ausente, se hacen toda clase de ceremonias, de reconocimientos, de recordatorios y, no es que no esté bien hacerlo, no, para honor de su nombre y de su familia, pero como el poema: ‘en vida, hermano, en vida’[1]; así es, existe una deuda social y, sea reiterativo, una deuda social, solidaria. Miren ustedes tres casos emblemáticos.

Al gran Fernando González Pacheco, quién no lo considera; se dijo en especial reconocimiento institucional, que se trataba de un: ‘Animador, presentador y periodista (…), nacido en Valencia (España), (…), llegó a Colombia a los cuatro años. (…) ha realizado programas de concurso como Qué pareja más pareja, Elija su pareja, Alcance la estrella, Cabeza y cola, Siga la pista, Uno más uno, tres, Sabariedades, (…); programas infantiles (…); y periodísticos como Cita con Pacheco y Pacheco insólito. Ha actuado en (…) televisión como Yo y tú, El cadáver del señor García, El viejo (…); en películas (…); autor del libro Me llaman Pacheco (…). Para ayudar a diversas causas sociales, se le ha visto toreando, tirándose en paracaídas, disfrazado de payaso, encerrado en una jaula con leones o volando en globo. (…) ha sido un ídolo de los televidentes colombianos (…)’.

O, el caso de Fanny Mikey, hacedora de cultura, de quien se señalaba que ‘Administró el Teatro Escuela de Cali - TEC, dirigió cinco versiones del Festival de Arte de Cali e impuso la creación de semanas culturales en diferentes ciudades del país. (…) creó en 1981 el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, (…) inauguró "La Casa del Teatro Nacional", un espacio de creación y estudio para las artes escénicas en Colombia. (…) En 1998 el Ministerio de Cultura condecoró a Fanny con la Gran Orden al Mérito Cultural (…). Y el 14 de marzo del 2005 fue galardonada con el Premio Max Hispanoamericano de Artes Escénicas, otorgado por la SGAE e Iberautor, de España, por su labor como promotora del teatro mundial’.

Y, de última hora, el gran actor don Carlos Muñoz, quien en visión oficial es, ‘(…) reconocido (…) como el más importante actor del siglo XX (…) saltó en la década del 50 a la televisión y terminó siendo uno de los que más impulsó su desarrollo (…) hizo los teleteatros que eran obras de teatro reproducidas en televisión. Tenía una resistencia a actuar en telenovelas, pero terminó protagonizando más de una docena. Todas exitosas. Fue Pedro Camacho en “La tía Julia y el escribidor”, Adán Corona en “Pero sigo siendo el rey”, Oliverio Currea en “Amándote”, El padre Pío Quinto Quintero en “San Tropel”, y Epifanio del Cristo Martínez en “Caballo viejo” (..). Con Caballo Viejo, (…) se ganó el premio Ondas en España. (…). Su paso por el Senado de la República y por la Comisión Nacional de Televisión, de la que fue director, lo alejaron de la actuación y sólo después de diez años volvió a la televisión (…)’.

¿Vidas, entregadas a la mente del colombiano, del mundo, que nos llevan a pensar en sí ‘en vida, hermano, en vida’ están nuestros actores, poetas, literatos, cantantes protegidos? ¿No será hora, no solo de un reconocimiento póstumo, sino de una garantía de vida?

¡Lo merecen! Sea pues la reflexión, no para poner de presente lo evidente, sino para resaltar la deuda social y solidaria que el pueblo y el Estado colombiano tienen y que se ha de pagar, con los mismos quilates con que se nos dispensó alegría, pasión, risa, diversión, emoción… en fin, cultura, identidad. Paz en la tumba y protección a los que conservan la vida... hermano.

[1] ‘Uno de los poemas más conocidos de Ana María Rabatté, oriunda de Tamaulipas y fallecida en febrero de 2010 en su ciudad natal, quien con sus poemas invitó a expresar el amor hoy y no esperar a la muerte, es el poema titulado “ En vida, hermano, en vida"

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