La acusación en contra del presidente colombiano, en conjunto con otras de forma similar —como el caso de Venezuela con el llamado cartel de los soles—, parece una jugada política que hace parte del inicio de un fin objetivo: endilgar sus propias culpas a otros.
No pasa de ser una infamia con dotes de bellaquería, de parte del actual gobierno estadounidense, en poder de oscuros personajes derivados de intereses corporativos, que mueven desde la tramoya de los negocios exitosos —con el narcotráfico en la cima de ellos— los hilos de la economía global.
Con esos mecanismos buscan promover, patrocinar y obtener ingentes beneficios financieros, que bajo la lupa de la legalidad —surgida a partir de la elaboración humana de las reglas éticas en pos de una convivencia colectiva— son inadmisibles.
Pero, ante la actual situación de reacomodo ideológico mundial, esto hace parte de las herramientas de un conjunto de privilegiados, no necesariamente los más capacitados ni los más educados, dentro de unas sociedades humanas desorientadas por un consumismo desorbitado y sistemas productivos sin límites ni control.
Al extremo, han logrado trasladar la responsabilidad ambiental de las empresas, industrias y corporaciones al consumidor, para que sea este quien asuma el manejo de la contaminación del medio ambiente. Además, están empeñados en desmontar los Estados con derechos sociales, dizque para evitar que se empoderen y terminen imponiéndose sobre los capitales privados, los cuales se encuentran concentrados y dispuestos a estructurar las próximas sociedades —y sus consiguientes generaciones— bajo el control de postulados industriales que faciliten la robotización total del trabajo, eliminando de un tajo a los trabajadores y sus empleos.
Han ido alcanzando este propósito gracias a la tecnología, al punto que hoy los expertos que responden a las preguntas de los rebaños ciudadanos, adheridos sicológicamente y de forma enfermiza a las redes sociales, son programas y aplicaciones de inteligencia artificial, retroalimentadas por conceptos que proceden de estas mismas ideas. Es un proceso empecinado en contrarrestar los movimientos que advierten y defienden que solo el socialismo de Estado puede garantizar condiciones de existencia dignas, morales y humanas.
Todo lo demás corresponde al imperio de la individualización de la riqueza terrenal, que se nutre del egoísmo engendrado corporativamente por sus socios y propietarios. El lindero que queda para detener semejante delirio de grandeza personal está cada vez más cerca del colapso existencial para numerosas especies, entre ellas la humana.
También le puede interesar:
Anuncios.
Anuncios.


