En 1965, los esposos Georgette Saker (nacida en Damasco, Siria) y Alfredo Farah fundaron el Restaurante Árabe en Cartagena, que se convirtió en un hito en la ciudad, y el sitio para ir a comer la gente del interior que pasaba vacaciones en la ciudad. La señora Georgette observó la acogida que tenían los quibbes, las empanadas con masa de trigo y los deditos de queso fritos en el restaurante, por lo que tuvo la brillante idea de congelarlos, empacarlos y venderlos desde una fábrica que instaló en su casa, cuatro años después.
En 2007 con el ánimo de expandirse, ingresaron nuevos accionistas que aportaron capital y conocimiento para ensanchar la producción y aumentar el mercado, creándose Ventura Foods, que irrumpió con nuevos productos como el falafel congelado y el hummus, que se vende en varios supermercados. En el mes de julio de 2021 se hizo el primer envió de productos hacia Estados Unidos.
El éxito fue tal que pasaron a venderlos en un supermercado en los años 80s bajo la marca Congelados FARAH y posteriormente a constituir la empresa Georgette de Farah y Cia, que bajo la dirección de su hijo William Farah, que aumenta su portafolio.
El fundador de Lucerna, pastelería insigne de Pereira, Max Jourdan provenía de Winterthur en Suiza, donde sus padres manejaban una pequeña pastelería familiar en el centro de la ciudad. Max padre fue un maestro pastelero muy reconocido en su gremio que decidió que su hijo mayor Max debía seguir sus pasos y lo envió a estudiar en Brugg (Suiza) de donde paso a obtener su primera experiencia como pastelero en la Pastelería Gautschi en Berna.
Sin embargo, y siguiendo la costumbre de su oficio, decidió iniciar un periplo por diferentes países y culturas, por lo que un año después viajó a Argelia y luego a Inglaterra, donde en una revista especializada encontró un pequeño aviso en el que se ofrecía un empleo en un lejano y exótico país, Colombia.
Es así como en 1955 Don Max llegó a trabajar con un compatriota suyo, el señor Joseph Schmidt, en la reconocida Pastelería Suiza de Medellín, aunque solo duró cuatro años, lo suficiente para entender la cultura y decidirse a aventurarse como pastelero independiente en Pereira, una ciudad en pleno crecimiento, para cuyo montaje contó con el apoyo económico de su familia en Suiza.
No pasó mucho tiempo para que Max Jourdan contrajera matrimonio con una pereirana, Gloria Pérez, con quien tuvo cuatro hijos: Hans Peter, Markus, Federico y Susana. La empresa se convirtió entonces en un negocio familiar, en el cual Don Max se encargaba de la producción y la administración, mientras Doña Gloria manejaba la caja y años más tarde los hijos se involucrarían al regreso de sus jornadas de colegio.
Varios socios acompañaron a Don Max en sus proyectos empresariales, como los técnicos suizos Rodolfo Lendi y Joseph Meile con cuya ayuda se tecnificarían muchos procesos y sobre todo en la producción de turrones que transformaría a Lucerna en una industria importante.
El crecimiento en el eje cafetero continuaría con Pastelería Lucerna Armenia, y la entrada de su hijo Hans a apoyar la dirección de la empresa y quien es hoy el encargado de la administración de tres locales en Pereira y dos en Armenia.
La historia de la repostería Astor en Medellín comenzó en un pequeño salón de té en el paseo Junín con meseras con guantes y cofias, fue convirtiéndose en un símbolo de la ciudad que buscaba dejar atrás su imagen de pueblo. Como regla tácita hombres y mujeres se ataviaban con los trajes y vestidos más finos y las joyas más caras para caminar por el empedrado de Junín hasta ingresar al pequeño salón, para darse un gusto, ver y ser vistos.
Fue la materialización del sueño Enrique Baer, un suizo que llegó por Barranquilla, y luego de un corto paso por Bogotá se mudó a Medellín, donde conoció a Anny Gippert quién en ese entonces trabajaba en el Hotel Europa (donde hoy está el edificio Coltejer) y decidieron montar juntos un negocio de repostería que abrió sus puertas en agosto de 1930. El Astor nació con cinco mesas, diez empleados y un repertorio de alfajores, galletas, moritos, bizcochos, nueces de miel, moritos y el hoy inmortal sapito.
Por la década de los 50, con un negocio consolidado, Enrique decidió buscar la ayuda de técnicos en pastelería suiza, a cuyo llamado llegaron Emilio Leber y Alfredo Suwald, quienes convirtieron los bizcochos de novia, para día de la Madre y para todo tipo de celebración, en los más apetecidos de la ciudad.
Enrique y su esposa, ya mayores decidieron unos años después que era momento de regresar a su país de origen para pasar sus últimos años y vendieron la compañía a los dos técnicos. Emilio le vendió luego a Alfredo quien desde finales de los 90s junto su esposa colombiana eran los únicos dueños.
A la muerte en 1999 de Alfredo, su hija, Andrea Suwald, quién había estudiado pastelería en Suiza y Alemania, asumió el control y remodeló la marca. El Astor hace presencia como anfitriones de la ciudad, en los aeropuertos Olaya Herrera y José María Córdova y en otros cinco locales distribuidos por la ciudad.
El Sausalito fue el primer restaurante a mantel que se estableció en la región de Nariño, hace 40 años, y hoy en manos de la tercera generación continua siendo considerado como uno de los mejores restaurantes de Pasto.
Su fundadora fue Alma Kaiser Mendoza, cuyo padre Gustav llegó de Alemania en 1920 a Tumaco como agente de los importadores pue es en esa época la mercancía que se importaba de Europa y Estados Unidos llegaba en barcos a Tumaco, y como no existían caminos de Tumaco al interior del país, la mercancía se llevaba a Barbacoas por mar y por el río Patía y Telembí, para desde allí transportarlas luego en recuas de caballos hasta Túquerres, donde luego era distribuida hacia Pasto y Popayán.
Gustav Kaiser se enamoró de esta tierra y de Delfina Mendoza una barbacoana quien le enseñó a bailar el currulao, y con quién se casó tuvo una hija, Alma Kaiser, nacida en Barbacoas, y quien recibió de madre todos los secretos de la gastronomía porteña que complementó posteriormente con la cocina europea de su esposo Alfred Koch, cuyo padre había inmigrado de Alemania.
Su hija Renata Koch, casada con Walter Ruiz tomaría la riendas del restaurante por algunos años, hasta que una enfermedad hizo regresar de Bogotá a su hijo David Ruíz Koch para hacerse cargo del restaurante familiar. David, quién creció dando vueltas en la cocina y viendo cocinar se fue involucrando indirectamente en este oficio. En este momento, su cocina se caracteriza por ser una de las grandes promotoras de la investigación de la gastronomía de su tierra, por innovar en platos y menús, sin dejar de lado la tradición.
Los Turcos es un lugar que para muchos caleños hace parte de su cultura, fue fundado en 1948 inicialmente como Café Bolivar por Elias Zeruv, quien posteriormente se lo vendió a su paisano Iván Abirached, ambos inmigrantes del oriente medio con pasaportes del imperio Turco, cuya clientela inicial eran inmigrantes del este del mediterráneo, especialmente árabes cristianos y los judíos.
Su hijo Richard Abrichad y su esposa Janeth Zarzur se encargaron del negocio a partir de 1977 convirtiéndolo en el restaurante Los Turcos, Janeth, aunque nació en Cali fue criada en el Líbano, y fue quién se encargó hasta 1990 de garantizar la calidad de los quibbes, tabbules, tahines, kipe, arroz con pollo y almendras, indios de parra y de repollo, backlava, y del clásico hígado encebollado acompañado de jugo de mandarina.
Posteriormente, ya a cargo de Alejandro Valencia y Estrella Sayin se convirtió en el centro intelectual de Cali, por allí, desfilaron intelectuales, artistas, políticos y caleños en general. Sin embargo, su clásico local en el Edificio Bolívar tuvo que ser desocupado en 2013 ya que este acabó en manos de la Dirección Nacional de Estupefacientes, expropiado al narcotraficante Víctor Patiño Fomeque y en cuyo predio se levantó la segunda fase de la Plazoleta Jairo Varela.
Hoy el restaurante en su nueva sede y con una nueva imagen, está a cargo de Vanessa Henao y su hermano, el chef Sebastián Henao.
Le podría interesar:
