Las utopias del presidente

Las utopias del presidente

No sabemos si a Petro le pasa como los revolucionarios que quisieron cambiar el mundo y el mundo los cambió a ellos. ¿Grande o loco?Esperemos que no sea esto último

Por: Luis Miguel Ariza
abril 18, 2023
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Las utopias del presidente

En los años 1600, cuando el mundo era controlado por las logias escolásticas del Papa, un hombre fue quemado vivo por decir que la Tierra no era el centro del Universo, como lo divulgaba el catolicismo. Mucho antes de esto, un hombre fue sometido a las más crueles agonías e, igualmente, fue asesinado de manera brutal por ir contra el sistema establecido, aunque años más tarde su nombre fue tomado para pregonar una de las más poderosas iglesias del mundo.

A través de la historia, hombres y mujeres han sido cruelmente abatidos por intentar cambiar el rumbo de los acontecimientos en diferentes épocas. La Doncella de Orleans, más conocida como Juana de Arco, se le castigó por cosas relacionadas con la libertad e, igualmente, la pira dio cuenta de su vida. La historia de Europa estará siempre ligada a la historia de América y los acontecimientos en este continente sólo son la prolongación de los de aquel.

Líderes políticos, pensadores, escritores, músicos, artistas en diferentes ramas fueron abatidos cuando el conservatismo del sistema que controla a Europa y América siente peligro en sus intereses, así aquellos se den falsos golpes de falsa moral hablando de libertad, de Derechos Humanos, de Desarrollo, etc.

El presidente colombiano, Gustavo Petro, estará pasando por una cruel etapa en todo su periodo gubernamental, y hasta más allá si logra sortear la vaina, pues, no tiene por qué ser la excepción a la norma que trasciende las épocas desde que la iglesia se tomó el poder político de los países.

Hablar de paz en un país que no quiere saber de paz, es como el que habla de amor a quien no quiere ser enamorado. Y a ello agregamos que este país se acostumbró a ser gobernado a las patadas, a los gritos rabiosos del capataz de turno, a sus reacciones violentas, no se ve con claridad la propuesta de “borrón y cuenta nueva” para casos severos de delincuencia y corrupción, como en el triste espectáculo que ya nadie quiere recordar del “Plan de justicia y Paz”, que prácticamente indemnizaba a maleantes tan peligrosos, que ni el diablo quería saber de ellos. Más cuando, justamente, los involucrados son los primeros en evitar que suceda tal cosa. El paramilitarismo y la guerrilla están allí, agazapados, tanto beneficiados como benefactores, incluyendo grupos independientes de uno y otro y que tienen una fuerza de acción casi poderosa, hasta el punto que las mismas fuerzas del Estado se ven acorraladas para enfrentarlas.

Alguien hablaba de Bukele como severa propuesta para Colombia, sin tener en cuenta que el presidente de El Salvador no enfrenta el pulpo de la delincuencia y corrupción que enfrenta el presidente de los colombianos, donde muchos que fungen como palabreros de la paz, la libertad y la democracia, tienen las manos metidas tanto en corrupción como en actos delictivos, sea de la guerrilla, el paramilitarismo o grupos alternos. En este país no hay cárcel para tanto delincuente, parodiando el merengue dominicano de “No hay cama pá tanta gente”.

Los noticieros conocidos hacen parte de este plan contra la paz, si no es la paz que promueve la delincuencia y la corrupción. Ellos han logrado crear un estado de zozobra en la gente común, que ya si un niño se cae por descuido de los padres, ves comentarios en las redes como “Cojan, no querían votar por Petro”. Todo lo malo que ocurre es culpa del presidente, es la categórica expresión que no tiene en cuenta que todavía el grueso del país está en manos de la corrupción y la delincuencia, como alcaldías y gobernaciones y, por qué no, el Senado y hasta la Fiscalía. Esa nave del pacifismo donde se embarcó el presidente tiene muchos huecos y le irán agregando más hasta demostrar que sólo él es culpable de todo lo que los verdaderos responsables no quieren que olvidemos. Luego le entrará agua al bote, volviendo a parodiar otro merengue, y el desplome podrá ser el resultado. Nadie quiere un país pacífico con gente violenta con mucho poder político, económico y religioso.

El presidente se equivocará, como todo ser humano, pero esas equivocaciones se las cobran el doble de lo que no hicieron con gobiernos anteriores, algunos malos y otros peores, pero que hoy no son relevantes de acuerdo a la desinformación pregonada por tales diarios y redes.

En lo que creo que se está equivocando, es en el asunto del control del narcotráfico. No vamos a echarnos mentiras moralistas diciendo que está bien, para que haya menos niños y jóvenes drogadictos, sea de producción local o en países diferentes al nuestro. Ya está más que demostrado que lo que aquel país combatía como flagelo no era el consumo, sino el negocio. Después que pasaron a controlarlo, ya dejó de ser tema de retórica política.

Aunque no me consta, escuché que una Senadora expresó con ira en sus ojos que “Tenemos represadas varias toneladas de coca”, dejando en claro que el “tenemos” es el plural del verbo tener en primera persona, o sea, ella y otras personas tienen esa sustancia acumulada y el desespero es porque no está ingresando dinero del narcotráfico al país. Como dije, no nos vamos a dar golpecitos de falsa moral cuando para nadie es secreto que casi por completo la economía del país se mueve con base al narcotráfico. Empresas, diarios, equipos de fútbol, iglesias, políticos de renombre, industriales, comerciantes, gente del común, casi todo el país sobrevive con base a este sistema de transacción, y si la propuesta es eliminarlo, pues, debe implementarse casi que de inmediato un sistema paralelo que no implique drogas, pero que le otorgue la oportunidad de empleo y recursos a quienes se lucran del narcotráfico. Un sistema ya, enseguida, pronto, que el hambre y las necesidades no esperan supuestos. Creo haber escuchado que el presidente hizo una propuesta parecida y la reacción fue casi de rabia, cómo es eso de que le dará empleo a los delincuentes, métalos presos, y así, los mismos con las mismas, que palean porque bogan y palean porque no bogan.

Así como muchos esperan que el presidente vaya casa por casa solucionando dificultades, este parece hundirse lentamente en unas utopías que quizás fueron el ideal en su época de juventud, pero que hoy tal vez no deben priorizarse. La honestidad y la justicia son buenas en sociedades capaces de ajustarse a ellas, pero la nuestra es una sociedad cuyo parecido a los noviazgos ochenteros no da chances a esperas: Me das la pruebita ahora o no nos vemos más. Y tenían que darlo. Nuestra sociedad no está interesada en ajustarse a nada que la discipline, si el conductor va contra vía, no sólo enfrenta a la policía para demostrar que él tiene razón, sino que busca cómo ganar el conflicto como sea. Así es en todo.

No sabemos si el presidente pueda soportar ese despiadado ataque por todo el tiempo que le confiere la ley como presidente, o si le sucede como los revolucionarios que quisieron cambiar el mundo y el mundo los cambió a ellos. En todo caso, embarcarse en esa nave sólo lo puede hacer un grande o un loco. Esperemos que no sea esto último.

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