Joe Arroyo ¿Un vulgar plagiador?

Joe Arroyo ¿Un vulgar plagiador?

Éxitos emblemáticos suyos como Rebelión, Yamulemao, A mi Dios todo le debo y Tal para cual, podrían haber sido robados a otros compositores

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marzo 26, 2023
Joe Arroyo ¿Un vulgar plagiador?

Era 1986 y Joe Arroyo estaba en la cima y como todos los que se consagran en la salsa, estaba en la Gran Manzana. Un ‘periodicucho’ llamado New York Times lo había citado para hacerle una entrevista, pero para Álvaro José era más importante el ron, la fiesta y la música y por eso eligió quedarle mal al más prestigioso de los diarios gringos. En lugar de estar ahí perdiendo el tiempo con un periodista verborreico que mejor que entrar al Marquee y ver esa noche a Laba Sosseh, el senegalés que puso de moda la salsa en África y que esa  noche tocaba junto al pianista Alfredo Valdés Jr y el célebre trompetista Chocolate Armenteros.

Así que el Joe se sienta en la barra, su séquito piden un par de botellas de ron y aparece Sosseh abriendo su concierto con Diamoule Mawo que entró punzante como un cuchillo y que puso a bailar a Arroyo hasta el amanecer.

Después del show, senegalés y colombiano se trenzaron en fecunda conversación que dio como resultado el espaldarazo del africano para que  adaptara su canción. El Joe quería cuidarse en salud, los rumores de plagiador lo acompañaban desde siempre. A finales de la década del setenta Roberto Urquijo Fonseca, su compañero en La protesta, le pidió que lo ayudara a hacer una canción. Producto de esa colaboración surgió El mulato, canción que sería el embrión de la mítica Rebelión. Como El Centurión de la Noche estaba comprometido con Fruko, tuvo que firmarla con el nombre de su esposa en esa época, Adela Martelo. La disputa legal sobre la autenticidad de la letra y música de Rebelión ensombreció un poco su carrera, pero esta vez él tenía la verdad de su lado.

Aunque no siempre tuvo la razón. A mi Dios todo le debo fue uno de sus éxitos más grandes, sin embargo, al analizar la canción Ti bom del haitiano Coupé Cloué, no da mucho lugar a la diferencia. Son rítmicamente exactas. Está claro que el cartagenero, en su eterna exploración, se apropió de la zouka del haitiano. En 1998 todo Puerto Príncipe lloraba la muerte de Coupé quien se fue de este mundo sin que el Joe le reconociera la influencia que tuvo en su emblemática canción. Cuando le preguntaron por el plagio, Arroyo respondió, como cualquier Maradona, que todo había sido “producto de la inspiración de Dios”.

Manteniendo la estructura de Diamoule Mawo, Joe se inventó un idioma propio, Joesón puro, y como sucedía cada vez que tomaba una canción la mejoraba. No se escandalicen, lo mismo hacía Mozart, Shakespeare, Keith Richards y Shakira. Pero en 1991, cinco años después, el par de cantantes se volvieron a encontrar. Sosseh, histérico por no ver en el disco ningún tipo de mención a su nombre, lo increpó diciéndole que había destruido su composición. Joe, caribe y guasón, le respondió con su demoledora inteligencia lo mató con la siguiente sentencia: “Tú la hiciste para los africanos y yo la hice para el mundo”.

A medida que los excesos lo iban eclipsando, El Centurión ya se conformaba, no con adaptar, sino con plagiar directamente. Esta canción del brasilero Mario Chico así lo comprueba, pues es un calco exacto a la entrañable Tal para cual.

Como todo genio la polémica siempre lo acompañará. Incluso ahora, después de casi cuatro años de muerto, todavía se sienten los coletazos de una vida volcánica. Hijos, herencias y plagios, nada apagará el legado que le ha dejado a la música del Caribe el gran Joe Arroyo.

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