Hacia una negociación política con la Segunda Marquetalia

Hacia una negociación política con la Segunda Marquetalia

Se viene avanzando en una decisión que despejaría uno de los caminos más confusos de la paz total: el reconocimiento político de esta agrupación. ¿Qué pasaría?

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
febrero 27, 2023
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Hacia una negociación política con la Segunda Marquetalia

Si el presidente Petro le otorga el estatus político a la estructura comandada por Iván Márquez y que se presentó al mundo como la heredera del programa agrario de los guerrilleros, se abriría un camino, lleno de incertidumbres y posibilidades, para avanzar en un proceso de negociación con la mayor reincidencia de las FARC y así acordar tanto su desarme como su reintegración a la vida civil.

Aunque la irrupción de la Segunda Marquetalia el 29 de agosto de 2019, tras varias semanas de especulación sobre el paradero de Iván Márquez y Jesús Santrich, encarnó la coyuntura más crítica que ha debido afrontar el proceso de paz, todavía no hay un consenso generalizado sobre su caracterización o la calificación orgánica que desde un marco jurídico específico aclare si su futuro en el gobierno Petro será el del sometimiento colectivo a la justicia o la negociación política. Lo único claro es que no es una disidencia comparable a la liderada por Iván Mordisco.

Para iniciar, es importante revisar y valorar los factores endógenos y exógenos que motivaron su surgimiento.

Con factores endógenos me refiero a una serie de tensiones en el interior de la delegación negociadora de las FARC sobre la forma como se acordó el proceso de desarme en la Subcomisión Técnica para el Fin del Conflicto. Esta Subcomisión fue creada como una instancia conjunta entre las partes y tuvo la compleja tarea de diseñar la hoja de ruta para allanar el denominado “Fin del Conflicto”; es decir, cuando la negociación llegará a un punto de no retorno. Su finalidad fue cuestionada por Santrich y así lo relata en el libro La Segunda Marquetalia: la lucha sigue:

 (…) desde la jefatura de Timochenko se había determinado enviar a La Habana a un grupo de compañeros, diferente a la Delegación encabezada por Iván Márquez, para integrar una comisión técnica que abordaría por separado el punto 3. Fin del Conflicto, y en especial la dejación de armas, aspecto que desde un inicio lo habíamos concebido como la “colocación de las armas lejos de su uso en política”, descartando cualquier idea de entregarlas.

La subcomisión sesionó entre el 2 de marzo de 2015 y el 23 de enero de 2016 como una mesa complementaria a la mesa central. Tras varios meses de trabajo y en medio de una fuerte presión entregó una hoja de ruta más favorable a las pretensiones iniciales del gobierno, lo que no fue del agrado de Márquez y Santrich; es más, generó una grieta que no paró de crecer. Sigue Santrich: “Mi observación desde que se dio inicio al trabajo de esta comisión (…), consistía en la manera secreta en que se venían llevando estas negociaciones sin informarle los debates y avances a la delegación ni a los combatientes”.

No obstante, el 22 de junio de 2016, las FARC y el gobierno anunciaron que se había llegado a un acuerdo sobre el cese del fuego bilateral y definitivo, dejación de armas y garantías de seguridad. Así se llegó al punto de no retorno. Este acuerdo, considerado histórico, fue ratificado en la décima conferencia guerrillera, aunque con cierta oposición por parte de Santrich quien, acogiéndose a lo pactado en La Habana, seguía siendo partidario de un modelo de desarme escalonado en tres etapas a partir del cumplimento por parte del Estado de las garantías de seguridad jurídica, seguridad física y garantías de reincorporación social y económica.

A pesar de que en la Décima conferencia el entonces Secretariado transmitió un mensaje de concordia y unidad, la desconfianza entre algunos de sus principales comandantes seguía latente y hasta se profundizó en la pugna faccional por el control del aparato partidista. No obstante, fue en medio del mediático proceso judicial de Santrich que Márquez hizo la declaración que demostró que en el partido de la exguerrilla los “puentes estaban dinamitados”. Para Márquez:

(…) La paz fue traicionada por el Estado colombiano que optó por la perfidia y el incumplimiento de lo pactado de buena fe. Reconocemos que incurrimos en varios errores, como el de pactar la dejación de armas antes de asegurar la reincorporación política y social de los guerrilleros cuando Manuel Marulanda Vélez, el histórico comandante en jefe de las Farc, había advertido que las armas debían preservarse como garantía del cumplimiento de los acuerdos.

Esa “traición” incubó la semilla de la Segunda Marquetalia e ilustra el principal factor exógenos en el surgimiento de la reincidencia; resultado, en mayor medida, del episodio de entrampamiento en contra de algunos exjefes guerrilleros por parte de la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez. Ese sigue siendo el principal argumento de algunos sectores del gobierno para avalar el estatus político y es el principal punto de apoyo del senador Iván Cepeda —uno de los arquitectos de la paz total— para sustentar la necesidad de avanzar en un proceso de negociación política.

Sin embargo, como se vio, en el surgimiento de la Segunda Marquetalia confluyeron dinámicas de diferente tipo y que se enmarcan en un único factor relacional: la desconfianza. Así pues, su eventual reconocimiento político abrirá un camino lleno de incertidumbres, pero también de muchas posibilidades. Nos permitirá reconocer si Márquez (cada vez más solo en su aventura guerrillera) volverá a insistir en un modelo escalonado de desarme; si habrá un nuevo partido o espacios de representación política para los exguerrilleros; o si la Jurisdicción Especial para la Paz será reformada para iniciar un nuevo proceso de reconocimiento de verdad y responsabilidad.

Sin duda, se vienen grandes discusiones en el corazón de la paz total.

Bibliografía

Márquez, I. (2019). La segunda Marquetalia, la lucha sigue.

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