«El poder absoluto corrompe absolutamente» (*)

«El poder absoluto corrompe absolutamente» (*)

Dos hechos recientes generados en la Iglesia católica tienen enorme gravitación en la vida y los derechos humanos de millones de latinoamericanos

Por: hugo machín fajardo
abril 08, 2024
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«El poder absoluto corrompe absolutamente» (*)

Dos hechos recientes generados en la Iglesia católica tienen enorme gravitación en la vida y los derechos humanos de millones de latinoamericanos, desde que la mayor concentración de seguidores de esta región vive en Latinoamérica.

  • Jorge Bergoglio (papa Francisco) dijo en marzo que la Iglesia católica es la última monarquía absolutista vigente en Europa.
  • La Arquidiócesis de Friburgo (Alemania) —que reúne a casi 1 millón 900 mil católicos— pidió la abolición de la confesión infantil, luego de un estudio en el que se demuestra que la confesión de los niños podría convertirse en un «punto de iniciación para el abuso sexual».

La petición de Friburgo es una conclusión asentada en el informe de la comisión encargada del abuso sexual en la arquidiócesis alemana, y obedece a considerar que la cercanía entre el niño y el sacerdote en la situación de la confesión podría «abrir la posibilidad de tratos manipuladores y que violen las fronteras con niños y menores».

Los expertos exigen que no se les proponga a los niños confesarse cuando se preparan para la primera comunión a los 8 o 9 años. Tiene más sentido, dicen, esperar a que los adolescentes cumplan 15 o 16 años, para invitarles a que se confiesen por primera vez, antes de recibir el «sacramento de la confirmación». En el informe se cuestiona que niños de corta edad puedan desarrollar por sí mismos un sentimiento de «culpa y de pecado».

La comisión encargada del abuso sexual confirma lo que ha sido una constante en los miles de casos comprobados de abuso de clérigos sobre menores: existe un sistema de protección al sacerdote depredador que protege al victimario y le garantiza impunidad.

En el informe de 38 páginas, los expertos en medicina, derecho y teología, advierten que la iglesia no es un lugar seguro para los menores mientras «los factores sistémicos que promueven el abuso sigan siendo efectivos».

            Hace treinta años una encuesta entre médicos que habían tratado a víctimas del abuso de menores, concluyó que «el papel de los religiosos profesionales como líderes morales incuestionables aparentemente proporciona a los mismos un acceso especial a los niños, muy parecido al acceso que han tenido familiares de confianza en casos de incesto».[*]

Los expertos de Friburgo se quedan cortos en su advertencia y eso se explica por lo que veremos más adelante.

Someter a menores a la manipulación de un adulto extraño en un ámbito secreto, como lo es el invento emanado del Concilio de Trento (1545-1563) denominado «sacramento de la confesión», auténtica red de espionaje a cuenta del emperador de Roma— que eso era el Papa entonces, con el subterfugio del liderazgo espiritual— es una violación de la Convención de los Derechos de la Infancia de 1989.

¿Qué establece la citada Convención? Que «El niño tendrá derecho a la libertad de expresión; ese derecho incluirá la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artística o por cualquier otro medio elegido por el niño», siempre que ello no vaya en menoscabo del derecho de otros. (Art.13). La convención suscrita por 196 Estados refuerza la protección de la conciencia infantil: «Los Estados Partes respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión». (Art.14).

No es necesario ser experto en educación y/o psicología infantil para constatar cuan maleable es la mente infantil y conque facilidad puede ejercerse la seducción, el abuso emocional y sexual en los pequeños. En abril 2023, el mundo asistió atónito a una escena aberrante en que Tenzin Gyatso (el Dalai Lama) imponía besos de lengua a un niño presente en una ceremonia religiosa, y le pedía que le «chupara la lengua». El episodio ocurrió en la India, y los asistentes a la ceremonia budista festejaron el explícito abuso del líder religioso.

¿Por qué los médicos, abogados y teólogos católicos alemanes no ponen de relieve esta incongruencia clerical que choca con lo que ha determinado la Unicef: «Los Estados Partes adoptarán todas las medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la presente Convención los Derechos de la Infancia» aprobada hace 35 años?  La respuesta está en lo que admitió Bergoglio a mediados de marzo 2024 sobre el carácter autoritario que impera en la iglesia que él gobierna:

«Es verdad que el Vaticano es la última monarquía  absoluta  de Europa y que aquí dentro se hacen a menudo razonamientos y maniobras cortesanas, pero hay que abandonar definitivamente esos esquemas», afirma en su libro de memorias autorizadas La vida. Mi historia en la Historia, publicado el 20 de marzo 2024.

Regímenes absolutistas fueron los imperantes en Europa entre 1500 y 1789, lo que se conoce como el «Antiguo Régimen», previo a la Revolución francesa; monarcas que habían hecho creer a las analfabetas sociedades de entonces que su poder tenía origen divino y por ende absoluto. Ellos solo debían responder «ante Dios».  Con Bossuet, Hobbes y hasta Maquiavelo como sus principales teóricos. Fue una etapa histórica en que se endurecieron las denominadas guerras de religión. Felipe II, de España, se alió con Roma para enfrentar el dinamismo de las sociedades protestantes del norte europeo. Los tiempos en que Calvino convirtió a Ginebra en una Roma protestante.

Textos de historia sobran para entenderlo, pero también series como Borgia en Amazon pueden despertar el interés por saber.

La aceptación papal de que impera sobre una monarquía autoritaria, dogmática y contradictoria, podrá ser considerado un argumento para quienes se encuadren en la disputa del mercado religioso, pero esa no es nuestra cuestión.

 Lo importante para la sociedad civil latinoamericana, es que la admisión de Bergoglio, como el reclamo de Friburgo, permiten discernir sobre asuntos vitales para la mejor defensa de los DH en general y de la infancia en particular.

Temas no exentos de tratamiento científico y ético como la fecundación in vitro, la eutanasia, los derechos de la comunidad LGTBI, la planificación familiar, la prohibición de utilización del condón, la discriminación de la mujer que se disfraza con lo que el conservadurismo vaticano denomina «ideología de género», entre otros muchos en que la Iglesia católica tiene arte y parte a través de sus numerosas instituciones educativas en todos los grados de enseñanza, deben ser reenfocados. No solo por quienes siguen la fe católica, sino por las sociedades latinoamericanas donde históricamente la religión ha tenido un peso clave en la estructuración ideológica y en las decisiones políticas.

La propia Iglesia católica debería desbrozar estos temas, no solo por respeto a su feligresía, sino también como estrategia ante el inexorable crecimiento regional de la alianza entre la política y las iglesias evangélicas provenientes del protestantismo, y la consiguiente disminución de fieles al Vaticano. Alianza que no está exenta de percances, por cierto.

En Brasil, donde un 30% de la población profesa la fe evangélica, se estima que dos tercios de esas personas votaron a Bolsonaro en 2018, hoy investigado por presuntamente propiciar un golpe de Estado e impedido de abandonar el país.

El expresidente de origen católico no obstante recibió el bautismo evangélico de manos del pastor y político brasileño Everaldo Dias Pereira. En 2017, el obispo neopentecostal ultraconservador Marcelo Crivella fue electo alcalde de Rio de Janeiro, gestión que terminó en 2020 acusado por la Fiscalía brasileña de liderar una red que cobraba sobornos, y de haber recibido 10 millones de dólares por la concesión de contratos oficiales.

En 2019, Bolsonaro nombró como ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, a la pastora evangélica Damares Alves, falsa abogada según admitió, que anuncio el inicio de una «nueva era» en que «los niños visten de azul, las niñas de rosa». Sin perjuicio de estas incongruencias entre lo predicado y lo actuado, los evangélicos han incidido con fuerza electoral en Guatemala (20l5); Colombia (2016), EEUU (2017) y Costa Rica (2018).

 La ola evangélica regional no es ajena a la petición de los expertos de la Arquidiócesis de Friburgo en medicina, derecho y teología.  Ellos se oponen a un poder excesivo entre sacerdotes y obispos y reclaman un mayor control sobre sus decisiones eclesiásticas. Es que la historia reciente de las imposiciones vaticanas sobre millones de católicos y su consecuente incidencia en sociedades como las latinoamericanas, avalan el reclamo alemán.

Repasemos. Giovanni Battista Montini (papa Paulo VI entre 1963 y 1978) promulgó la encíclica Humanae Vitae (1968) sobre el control de la natalidad en la que se opuso a la planificación familiar mediante la utilización de anticonceptivos. En opinión del historiador estadounidense Garry Wills (1934), el texto vaticano no versa sobre el sexo, sino que trata de la autoridad.

Cinco años después de la encíclica, un 42% de los sacerdotes en Estados Unidos pensaba que la carta había sido un abuso de autoridad por parte de Montini y un 18% lo consideró un uso inapropiado de esa autoridad. Los laicos expresaron mayor decepción: en 1963, el 70% creía que el Papa recibía de Cristo su autoridad para predicar. En 1974 el porcentaje se había reducido a un 42%, según la Encuesta del Centro de Investigación de Opinión Nacional, consignada en 1977 ¿Causa? La orden de Montini de que «todos y cada uno de los actos conyugales deben mantenerse abiertos a la transmisión de la vida»; o sea, que la sexualidad matrimonial —ni hablemos de la ejercida fuera del matrimonio— debía limitarse al propósito de engendrar. Sumado a la prohibición de los anticonceptivos y preservativos, millones de católicos deberían neurotizarse so pena de ir al infierno.

También la fertilización in vitro estaba prohibida. Sin embargo, cuando en julio de 1978 nació Louise Brown, primera niña fertilizada en un laboratorio, el papa Montini declaró a la prensa: «He enviado mis más sinceras felicitaciones a la niña inglesa cuya concepción se produjo artificialmente. No tengo derecho a condenar a sus padres (…) Antes bien, quizá tengan un gran mérito ante Dios por lo que quisieron y lograron hacer». Millones de parejas católicas percibieron su existencia conyugal desvirtuada tras ese golpe de timón.

Nueve años después, la dupla Joseph RatzingerKarol Wojtyla, —uno como gendarme de la doctrina, y otro como Juan Pablo II—en el documento Donum Vitae (El don de la vida), sostenía lo contrario a lo expresado por Montini (Paulo VI): «la inseminación artificial como sustituto del acto conyugal está prohibida por razones de la disociación voluntariamente lograda de los propósitos del acto conyugal”.

La prevención del sida o la hepatitis B no podía tener lugar, según Wojtyla, pues él prohibió el uso del condón. No importa si se trata de una pareja casada, donde uno de los cónyuges padece el VIH, —ese matrimonio debe abstenerse o correr riesgos, como propuso en 1990 el cardenal Carlo Caffara, porque «la salvaguarda de bienes espirituales, como el del sacramento del matrimonio, es preferible al bien de la vida»—​ como de relaciones sexuales entre adultos, y menos si son homosexuales (aunque cierto es que el argentino papa Francisco ha apuntado a no excluir a la comunidad LGTBI al aceptar la bendición de las uniones conyugales).

«Las promesas mal entendidas de obediencia, autoritarismo y clasificación en jerarquías estrictas podrían ser peligrosas», aseguran los expertos de Friburgo. «Es necesario un cambio cultural».

NOTAS: [*] «El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los grandes hombres son casi siempre malos, incluso cuando ejercen influencia y no autoridad, más aún cuando superas la tendencia o la certeza de la corrupción por la autoridad. No hay peor herejía que el hecho de que el oficio santifique a quien lo posee. Ese es el punto en el que la negación del catolicismo y la negación del liberalismo se encuentran y mantienen una gran fiesta, y el fin aprende a justificar los medios». El concepto fue expresado en 1887 por el historiador católico Lord Acton (1834-1902) firme opositor a que el Vaticano aprobara el desatino de Giovanni María Mastai Ferretti (Pio IX) de hacer creer en la «infalibilidad» del Papa.

[**] Bette L. Bottoms, Philip R. shaver, Gail S. Goodman y jianjian Qin: En el nombre de Dios: un perfil del abuso infantil relacionado con la religión (In the Name of God: A Profile of Rligion-Related Child Abuse), Journal of Social Issues 51, p-95, 1995

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