La norma dice algo parecido a que es urgente y necesario votar ya en Bogotá para poder salvar a la ciudad de su inminente hundimiento.
Con Petro parece que la cosa no fue y el caos en basuras, movilidad y muchos etecés indican que debe haber un drástico cambio. Para alcalde malo, pocos como él.
Y pasamos entonces a ver cuáles son las alternativas y nos topamos en primera instancia con quien dicen que encabeza las encuestas:
Rafael Pardo. Hay quien aplaude sus inicios, por allá en los años noventa, cuando fuera designado ministro (civil) de defensa en el gobierno Gaviria. De allá para acá ha pasado mucho, varios decenios, pero en el caso particular de Pardo merece resaltar que fue uno de los cientos de senadores de la República, ministro otra vez en cualquiera de los eternos y sosos gobiernos de Santos, amante, en suma, del cargo público. Y ahora se presenta como candidato a la alcaldía por un sinfín de partidos o movimientos de dudosa reputación, como serán el glorioso Partido Liberal comandado por Serpa y sus inquietos avales y temerosas alianzas, o el de la U del cual nadie sabe ni a qué sabe ni de quién es y menos qué piensa, aupado con el inquietante respaldo que le da ahora el grupo Mira. Cuando se ve su historial, impacta la gran cantidad de fotos suyas saludando sonriente a todo el mundo y por todo ello uno no sabe qué pensar. O tal vez sí sabe qué pensar.
Enrique Peñalosa. No sé si quien lidera las encuestas es Peñalosa en vez de Pardo pero, sea como sea, parecen cortados con la misma tijera. Por los noventa tuvo una alcaldía con innegables logros, con un reto por la urbanidad que merece aplausos. Pero han pasado los años y vemos hoy a un candidato que se ha candidatizado por todo en estos últimos años y tal vez lo más inquietante es haberlo visto con todos, con el aval de este y aquel, y fiel alfil del expresidente Uribe. Y ahora es candidato a la alcaldía con el pecador respaldo que le da ese partido que dice llamarse Cambio Radical con el abrazo que le dan tristes amantes del erario público como pueden ser el hijo de Galán y de Lara, divinos conocedores y protagonistas de la fea y sucia política nacional.Por con quien anda, lo conoceréis, dice la Biblia o un refrán popular. Y Peñalosa no anda con gente bonita.
Y Clara López, Clarita que le dicen, es la otra candidata que hace pocos días lideraba las encuestas. A pesar de ir de tercera, perfectamente mañana amanece de primera y no es de asombrar que llegue a ser alcaldesa. Y tiene, según esta humilde opinión, un punto negativo demasiado grande y nunca explicado. Fue la segunda al mando en la alcaldía de Samuel Moreno y jamás vio u olió la corrupción y el baile de dinero. Hay pasados que matan y pienso que ese pasado, el de no ver lo que no se quiere ver, sencillamente deslegitima.
Pacho Santos, De Roux y otros que apenas llegan al nueve por ciento no parecen inquietar a los tres grandes quienes, a mi parecer, carecen de cualquier atractivo y cuando dicen a votar, es necesario votar para que Bogotá no caiga más, sé solo que por ninguno de estos tres irá mi voto. No sé cuál de los tres está más untado de esa cosa sucia que siempre ha manchado la política colombiana.25
Y hablando de…
Y hablando de política colombiana, se viene a la cabeza de forma inmediata la palabra paz, complejo concepto que se hace bien difícil volverlo realidad. Tras pocos días del tan anunciado cese al fuego, aparecen aquí y allá combates con soldados muertos cuando solo se espera un definitivo cese al fuego.
