Doctor
GUSTAVO PETRO URREGO
Distinguido señor Presidente:
Soy un economista que he dedicado 51 años de mi vida a la educación superior, actividad que me ha obligado a estar al tanto de la problemática de mi país, para poder responderles con alguna autoridad a mis estudiantes, sus inquietudes sobre los problemas que más nos afectan.
Desde niño, mi carácter y pasión por la justicia y la defensa de los derechos de los sectores más vulnerables, le ha dado identidad a mi personalidad y, ante su reiterada propuesta de cambio para favorecer a esta población, entendí que tal cambio se orientaría a remover de raíz las causas que atan a Colombia al atraso y a la pobreza, lo que me motivó a votar por usted para la Presidencia de la República.
El cambio tiene dos aristas, las cuales se relacionan directamente: el cambio para incrementar la producción y la generación de empleo y, el cambio para satisfacer las necesidades de los sectores más vulnerables.
El primero genera los recursos que requiere el segundo para su implementación, lo cual implica ser muy cuidadosos al ejecutar proyectos que no cuenten con los recursos suficientes para su sostenibilidad. Éste fue el camino que tomó Venezuela y hoy, el pueblo paga las consecuencias de tamaña equivocación.
Si usted quiere implementar procesos de cambios sociales que no generan ingresos, pero sí exigen grandes cantidades de recursos, con una economía que se encuentra en estancamiento, es casi imposible esperar su exitosa realización.
Para dinamizar nuestra economía hay que abordar con prontitud, firmeza y racionalidad cuatro grandes problemas que el pueblo colombiano padece y será el directo receptor de sus beneficios: la corrupción, la reforma agraria integral, la calidad de la educación y la protección de los recursos naturales.
La Corrupción en nuestro país absorbe alrededor del 15% de los ingresos estatales, encontrándose tan entronizada en el nivel de tolerancia de la ciudadanía que, hasta usted, que ha sido uno de sus más perseverantes críticos, ha olvidado presentar, al menos, un proyecto que busque eliminar sus causas y no entretenerse debatiendo con sus opositores, la forma de castigar solo al 6% de los corruptos, con leves penas, dejando en su poder las grandes cantidades de dineros sustraídos al erario.
Con relación a la administración de justicia, la estructura y designación de sus altos funcionarios presentan fisuras que no les permiten tener total autonomía en el cumplimiento de sus funciones.
Ejemplo de esta vergonzosa relación es la designación del Fiscal General de la Nación, escogido de terna presentada por el presidente de la República, lo cual deja claro que, el fiscal le debe obediencia a su nominador y considero que este es el gran lunar de la Constitución de 1991 y, causa repulsión la actitud de los fiscales de turno, quienes mueven todos los hilos para retrasar la elección del nuevo fiscal, hasta tanto, la Corte Suprema de Justicia, garantice la elección de la persona que responda a los intereses de los clanes que controlan el poder político en Colombia; situación que usted, no obstante, habiendo enviado a la Corte Suprema de Justicia, una terna integrada por profesionales de gran solvencia moral e intelectual, los ‘honorables’ magistrados, sin presentar objeción alguna, al momento de elegir, mayoritariamente y sin justificación alguna, votan en blanco, entonces, surge la pregunta, ¿qué cualidades exigen los togados para decidir su voto?
Ante la vergonzosa situación expuesta, muy respetuosamente lo invito a que se atreva a dar ese paso que el pueblo colombiano clama, para que, al fin, a los corruptos se les pueda denunciar, investigar y juzgar, pagando las penas que merecen, en recinto carcelario.
Indudablemente, esto requiere de la asesoría de experimentados profesionales del derecho, comprometidos con esta causa, para que elaboren los correspondientes proyectos de ley o de actos legislativos y, de ser necesario, un proyecto de referéndum para que sea el mismo pueblo el que apruebe la extinción de las malditas prácticas que prohíjan la corrupción. Es este el escenario en el que usted tendrá la oportunidad de dejar una huella que enaltecerá su estatura histórica.
Cordialmente,
DARÍO ALFARO TAMARIZ
Economista
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