El uribismo, una religión que profesan 20 millones de colombianos

El uribismo, una religión que profesan 20 millones de colombianos

La mitad del país sigue a rajatabla los mandatos del ex presidente sin importar que lo que afirme sean, casi siempre, medias verdades

Por: ROBERTO CARLO NÚÑEZ PÉREZ
abril 04, 2017
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El uribismo, una religión que profesan 20 millones de colombianos

 Cuando alguien cree en algo más allá de las evidencias está en un auténtico acto de dogmatismo. Obviamente que no se trata de que ante la primera contradicción con aquello que se cree,  las personas tengan que renunciar de inmediato a ver el mundo de determinada manera. Sin embargo, la realidad, en última instancia, se encarga de demostrar qué tan ciertas son las teorías, las visiones del mundo.

Las religiones  nos sirven como un claro ejemplo de dogmatismo, pero no todos los religiosos son dogmáticos ni todos los dogmatismos se hallan exclusivamente en el ámbito religioso.  En la política también abunda el dogmatismo, tanto en la izquierda como en la derecha.

Pero hablaremos aquí  de algo más cercano: El uribismo. Todas las tesis del uribismo son rebatibles, tanto en el plano del discurso como en el práctico. Aun así, por mucho que se les  contraargumente o contraevidencie será inútil; los seguidores del expresidente son “hombres y mujeres de fe”. Ninguna razón ni realidad resquebrajará ésta. Hablo, por supuesto, de los uribistas puros y duros. Como en todo movimiento,  hay quienes se sitúan en las orillas y ante cualquier tempestad buscan acomodo, tal y como vemos con algunos senadores en otros tiempos defensores del expresidente y hoy adversarios reconocidos. Otros, sólo buscan aprovechar la buena sombra, como lo supo hacer astutamente el presidente Santos.

 

Vemos algunos ejemplos de las evidentes falacias del uribismo:

  • Uno de los últimos caballitos de batalla de esta corriente ha sido la lucha contra la corrupción. El pasado 1º de abril convocaron una marcha en su rechazo, soslayando que muchos de los funcionarios del expresidente están encarcelados, detenidos o huyendo por corruptos. Allí están los casos de Felipe Arias, quien desvió dinero del programa Agro Ingreso Seguro, de Zuluaga por un pago hecho a su campaña por Odebretch y que no aparece en las cuentas, para no hablar de los falsos positivos o de las chuzadas del Das.
  • Y ese es otro ejemplo, el uribismo se presenta como adalid de la democracia cuando una de las características durante los  dos periodos de gobierno del hoy senador fue la persecución a sus opositores, tal y como quedó demostrado tras revelar las “chuzadas” a muchos dirigentes políticos que  no le simpatizaban.
  • Uno de los casos más vergonzosos se revela en la forma en que se aprobó el “articulito” que permitió la relección de Uribe en 2006. Se demostró que a Yidis Medina y Teodolindo Avendaño, senadores, se les prometieron sendas notarías para que cambiaran su voto y se aprobara la relección.
  • Esta corriente política, no se trata exclusivamente de un partido, se fortaleció gracias a la convicción de que la guerrilla podría derrotarse militarmente. Millones de dólares no bastaron. Si bien Uribe propinó duros golpes a las FARC, no así al ELN, no pudo someterlo. Incluso, cuando les ofreció diálogo, la comandancia guerrillera lo rechazó desconfiada. Es decir, no pudo doblegarla ni siquiera en los momentos más duros en términos militares para las FARC
  • La campaña por el NO en el plebiscito que pretendía que los colombianos aprobaran los Acuerdos de La Habana es otro ejemplo. Se dijeron mentiras tan exóticas como aquella que calificaba a  Santos de  comunista y amenazaba con que de ganar el SÍ  Colombia iría rumbo al  castro- chavismo; o que en las escuelas se propagaría el homosexualismo. Se manipularon los prejuicios y miedos de millones de colombianos como lo dijo el mismo Juan Uribe Vélez, gerente de la campaña,  al diario La República.
  • Incluso, hoy, cuando la implementación de los acuerdos está en marcha y se han ido cumpliendo los compromisos como la entrega de niños combatientes, de armas y la concentración de los insurgentes en las zonas veredales, se insiste en que la guerrilla no está cumpliendo y no va a cumplir. El mismo día de la marcha, el respetable senador Daniel Cabrales llegó a decir que la tragedia de Mocoa  se había producido como consecuencia de unos explosivos colocados por terroristas.
  • Tampoco resulta cierto que le interese defender a los colombianos pobres o a la clase media. Todo lo que se hizo durante los dos períodos de gobierno uribista, atacó directamente el bolsillo y los derechos de los ciudadanos de a pie. Sólo dos ejemplos: Ley 100 del Sistema Nacional de Salud y la Reforma laboral que aumentó la edad de pensión y semanas de cotización.

En el caso más ingenuo se podría pensar que el expresidente fue un pobre inocente que no tiene la culpa de lo que pasó a sus espaldas. Pero un líder que no sabe de quién rodearse no debería llamarse líder. Que el expresidente haya tenido como jefe de seguridad a Mauricio Santoyo, personaje enredado con los paramilitares y el narcotráfico sin siquiera sospechar nada demostraría, en el mejor de los casos,  una incapacidad para seleccionar personal de confianza. Nada más eso sería una razón para bajarlo del pedestal en el que muchos lo tienen.

Pero no, muchas cosas surgirán y habrá millones que seguirán creyendo en el liderazgo y mesianismo del líder. Y si alguien se atreviera a cuestionarlo, habría que darle en la cara, por marica.

 

 

 

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