Soy un digno hijo de mi tiempo, actuó conforme se espera en esta era de las telecomunicaciones. Cada mañana me levanto y antes de calentar el agua para el té prendo mi computadora, para cuando el agua ya está lista, tengo leído los titulares de varios periódicos que circulan en la Web. Me imagino que a mucha gente le pasa que cuando vive en el extranjero, siempre escudriña con atención para ver si alguna nota habla de su país, a veces pienso que en los medios internacionales sólo busco noticias de Colombia.
Ya después de varios años de está rutina, uno empieza a sacar conclusiones, la mas obvia y por todos sabida, son los grandes titulares, llenos de sevicia cada vez que un colombiano es arrestado por algún delito o las últimas acciones de las FARC. Esta tendencia se mantiene fuerte con pequeñas variables producidas por eventos deportivos, catástrofes naturales o la triste muerte de nuestro Nobel. Por lo demás, es como si existiera un pacto tácito sobre lo que sucede en Colombia. Día a día, paralelo a las noticias internacionales, con ojos de horror me encuentro con los informes de de las organizaciones defensoras de Derechos Humanos en Colombia, con las declaraciones de los movimientos sindicales, sociales, con los de los indígenas, dónde constantemente se denuncian amenazas, se anuncian muertes violentas a activistas, pero nada de esto se escucha en el exterior.
Claro, no podemos decir que la culpa de todo este esquema mediático recae en las agencias de prensa, puesto que ya es bien sabido como ellas sólo obedecen a los intereses de las multinacionales y por supuesto, lo único que hacen es obedecer a sus jefes, entonces salvo contadas excepciones los periodistas actuales son simples marionetas, rancios mamarrachos, tristes parlanchines, lacayos sin vergüenza, pudor o compasión por el otro, para los que el término “ética profesional” es algo demasiado denso, inapropiado, pasado de moda, enfermo.
Entonces dirijamos la atención a otras instancias, por ejemplo los acuerdos internacionales. ¿No se suponía que la ONU y las cortes internacionales crearían mecanismos de defensa para los casos de abusos sobre las población civil? Pero en últimas estas organizaciones terminaron cómplices de las agencias de prensa, todos mirando hacia distintos lados cuando se quiere tocar el tema de los millones de desplazados, de los falsos positivos, de los miles de desaparecidos, de los abusos cada vez más fuertes de las fuerzas armadas. Porque lo colombianos sólo existimos cuando delinquimos, en eso si tenemos un papel titular, pero cuando atentan contra nosotros no importa porque en últimas somos un país violento, donde cualquier cosa puede pasar, y en últimas ya debemos estar acostumbrados a siglos y siglos de violencia ¿Será?
En está época de globalización, de capitalismo tardío, de cultura global, también tenemos que revisar cual es es la responsabilidad de la comunidad internacional en el grave conflicto armado y en el detrimento de los derechos fundamentales en Colombia, esa comunidad internacional que se jacta de democrática, de igualitaria, de fraternal, la misma que se deleita con las guerras trasmitidas en directo y genera una escala de valores, dónde prima la propiedad privada sobre el derecho a la vida de indígenas y ambientalistas.
