En su hogar reina la incertidumbre y se siente un gran vacío; cada vez que entra una llamada o tocan la puerta, la familia entra en alerta pensando en una noticia esperanzadora. Al principio en su casa creyeron que se trataba de una demora normal por el estado del tiempo o porque se encontró con algún amigo en el camino.
Pero no, en la medida que pasaban las horas, se haría necesario indagar sobre su demora. En su celular solo se escuchaba una máquina que repetía con tono femenino que estaba fuera de cobertura. La primera noche se lo esperó con una tensa tranquilidad, pero al día siguiente, al observar su lecho vacío, venían a la mente más preguntas que respuestas: ¿dónde está Santiago?
Carlos Santiago Vallejos Mora desapareció en la vía al mar, el 7 de agosto; se transportaba en una motocicleta desde el corregimiento de Llorente, municipio de Tumaco, hacia su municipio de origen, Providencia. Al pasar por el corregimiento de Ospina Pérez del Municipio de Ricaurte, se afirma que fue detenido en un retén policial.
Se desconocen las causas de su detención. Pero al ser trasladado al puesto de la Policía, evade la custodia de los gendarmes, razón por la cual es perseguido por unos soldados. No se sabe de los resultados de la persecución. Lo que se afirma en un comunicado firmado por el Consejo Municipal de Juventud de Providencia es que se escucharon unos disparos.
Preguntas y más preguntas: ¿había una acción combinada entre el Ejército y la Policía?, ¿qué motivó la detención de Santiago?, ¿cuáles fueron los resultados de la persecución?, ¿Santiago está con vida?, ¿por qué hay versiones contradictorias de los policías?
Santiago es un joven de 19 años de edad, terminó su bachillerato en el colegio de la localidad. Luego de graduarse se dedicó a la carpintería para tener unos ingresos que le permitan solventar sus gastos personales.
Pero, como la esperanza de todo joven es progresar y desempeñarse con autonomía, decidió trasladarse a trabajar a Llorente, donde muchos paisanos suyos laboran en oficios varios, puesto que el lugar es propicio para recibir migrantes de todo el país, quienes han encontrado su forma de vida.
La conducta del joven Santiago es intachable, pues no se le conocen comportamientos inmorales o que infrinjan la Constitución y las leyes. Quienes lo conocen de cerca afirman que es de un espíritu solidario y cumplidor de sus deberes; alegre, respetuoso y soñador con una vida mejor.
A Santiago lo llevó a Llorente lo que ha llevado a muchos colombianos: la falta de oportunidades. Estos territorios que han sido abandonados por el gobierno central se han visto invadidos por las economías ilegales. El campesino dejó de sembrar plátano o yuca para pasar a ser trabajadores de lo que el mismo gobierno es cómplice por su inoperancia.
La culpa no es de los jóvenes o de los campesinos, sino de los gobiernos corruptos que se lucran con una cultura del delito, marginando al campesinado que se ve obligado a acudir a las economías ilícitas porque no se puede morir de hambre.
El 7 de agosto, mientras el presidente Petro asumía el poder, en Nariño ocurría una situación dramática para una familia de Providencia. Pero no es un caso aislado, no es solo el caso de Santiago, es el caso de cientos y miles de jóvenes sin oportunidades, sin universidad, sin trabajo.
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Jóvenes sin esperanza de progreso que la sociedad los condena a la marginalidad. Lo que pasó con Santiago, cualquiera que sea la suerte de él, les ha pasado a miles de Santiagos; a 6.402 jóvenes ávidos de mejores oportunidades, de soñarse en una silla universitaria que les permita progresar, ser profesionales para llevar una vida decorosa, y no engrosar el ejercito de los ‘ninis’: “ni estudia, ni trabaja”.
Después de rogativas a Dios para que lo devuelva con vida al seno de su hogar mediante misas campales, marchas de la comunidad de Providencia, bloqueos en la vía al mar por parte de los indígenas awá, denuncias ante la fiscalía, noticias en medios regionales y nacionales, ofrecimiento de recompensas de montos que ascienden a 10 millones, se mantiene viva la esperanza de que vuelva a casa sano y salvo. Pero también la incertidumbre crece porque no hay rastros.
Los únicos rastros son la moto y un bolso decomisados por la policía; del resto, en absoluto no hay huella. Y no podemos dejar de buscarlo hasta encontrarlo. Mientras los días pasan la incertidumbre es mayor, la gente de Providencia, Nariño, repite con más ahínco: ¿dónde está Santiago?
