La mujer que no dejó morir la UP

La mujer que no dejó morir la UP

Sobreviviente del genocidio, Jahel Quiroga, fue quien llevó el caso U.P ante tribunales internacionales. Hoy puede decir una vez más, que su apostolado ha valido la pena.

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julio 11, 2013
La mujer que no dejó morir la UP

Jahel Quiroga es una sobreviviente. No sólo de la masacre de la Unión Patriótica, sino también de las persecuciones y atentados que durante las últimas dos décadas han amenazado su vida y su trabajo a favor de la U.P como fuerza política.

Desde muy jóven se consagró a esta causa.  En 1989 enterró a Jorge Orlando Higuita Rojas, su compañero de movimiento y militante del Partido Comunista, con quien compartían curul en el Concejo de Barrancabermeja. En las pocas entrevistas que ha dado, evoca siempre el asesinato de su compañero en un establecimiento de comidas rápidas  “Hamburguesas de la 10”, del cual era propietario. Jahel lo describe de forma cariñosa, “como un hombre entregado a la acción social y política, solidario, trabajador.”  Desde el momento que lo enterró  “me juré a mi misma que este crimen no quedaría en la impunidad”. Hoy el país entero puede dar fe que ha cumplido.

Pero fue hasta 1990 que ingresó al Comité de Derechos Humanos de la UP. Le quedaban muy pocos compañeros en la organización.

En 1992 fue elegida Concejal de Barrancabermeja. Las amenazas contra su vida no le permitieron terminar su periodo.

En ese mismo año una tutela que interpuso uno de sus  compañeros en Cúcuta, le sirvió para presentar una demanda ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Una vez la Corte Constitucional ordenó a la Defensoría  hacer un estudio sobre los asesinatos de la UP, se evidenciaron  717 casos de homicidio y tan sólo 10 procesos. Unas cuantas condenas pero sobretodo las absoluciones y la impunidad le sirvieron a Jahel para radicar un sólido caso en diciembre de 1993.

Su combate había adquirido una nueva dimensión. Cuatro años fueron necesarios para que la Comisión aceptara la demanda. En 1997 fue notificado el Estado colombiano.

En el camino victorias significativas como la condena al Estado por el asesinato del  senador Manuel Cepeda (el 9 de agosto de 1994) le han dado oxígeno a una militancia sin tregua.

En octubre de 2012 el Congreso de la República, por iniciativa de la senadora Gloria Inés Ramírez, del Partido Comunista, le confirió  la Cruz de Caballero –vaya paradoja- y en la exposición de motivos de esta importante distinción se afirmó: “su solidaridad, resistencia y dignidad, la ubican nacionalmente como un símbolo inquebrantable en la búsqueda de verdad, justicia y reparación para las miles de víctimas de graves violaciones de derechos humanos”.  Según reza el propio comunicado “sus virtudes, que la tienen en riesgo latente contra su vida,  son también las razones que la han llevado a no renunciar a sus convicciones y a su compromiso moral, ético y político con las víctimas”.

En ese mismo año Jahel le devolvió al entonces ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, el esquema de seguridad que le había proporcionado el Gobierno. Apareció incluida en los oscuros archivos de inteligencia de los organismos de seguridad del Estado, lo que a su juicio no garantizaba su seguridad”.

Nada parece acobardarla y la persistencia es su principal característica. Gracias al trabajo que desde la Fundación Reinicar hace con su amiga Aida Esquival,  la U.P cuenta hoy con una coordinación nacional de 1.500 víctimas. Mantiene 15 sedes regionales de desplazados del  movimiento y porque no, también en parte gracias a su trabajo, la U.P  a recuperado una personería jurídica.

Bernardo Jaramillo, candidato presidencial y  Manuel Cepeda, senador de la República, dos políticos de la U.P asesinados en la década del 90.

Bernardo Jaramillo, candidato presidencial y Manuel Cepeda, senador de la República, dos políticos de la U.P asesinados en la década del 90.

Pero esto es sólo otro batalla en su combate. En el último listado que envió a la CIDH, Jahel reclama justicia para casos emblemáticos de homicidios, desapariciones forzadas y tortura. Suman 4.800. Pero además, Jahel representa también otro listado de otras violaciones a los derechos humanos, como amenazas y desplazamientos.

Celebra la personería jurídica pero pide y pedirá más garantías. Hoy como ayer, no se amilanará  por las persecuciones que en  23 años de militancia ha sufrido en diferentes escenarios: intentaron asesinarla en Barrancabermeja en 1992 y la confundieron con una colaboradora de CREDHOS, la organización de derechos humanos que ayudó a fundar con otros líderes sociales y políticos. Desde ese año tuvo que abandonar Barrancabermeja, la que considera su patria Chica, siendo ella de Chaparral, Tolima.

En 2006 fue asesinado en Bogotá uno de los integrantes de su escolta, le dispararon frente al edificio en donde habita y ha sido objeto de seguimientos ilegales por agentes del Estado, al igual que le han intentado desarrollar procesos por rebelión, que la Fiscalía General de la Nación ha precluído por no encontrar mérito.

La mujer que mantuvo con Oxigeno la UP ha demostrado que no se desmotiva fácil y espera paciente el fallo de la CIDH. En la arena nacional muy seguramente volverá a la “carga”.   Como ella misma afirma” nunca ha dejado de ser una militante del partido“.

Foto portada: Conchita Guerra

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