A poco tiempo de comenzar la que puede ser la campaña presidencial más atípica de los últimos tiempos, algunas personas empiezan a hacer coaliciones para no eliminarse entre ellos y poderle dar la batalla a la brutal maquinaria y discurso politiquero de Vargas Llegas.
El 2016 dejó su huella en la historia para Colombia, no sólo por haber firmado un proceso de paz después de más de 10 intentos, sino también porque se evidenció la sed de poder que tienen algunos personajes de este país y todo lo que están dispuestos a hacer para conseguir lo que quieren sin importar los métodos que utilicen. Para ellos el fin justifica los medios.
Este 2017 será igualmente polarizado, vendrá una campaña presidencial llena de las ya acostumbradas artimañas por parte de algunos partidos, pero también se avecina un discurso diferente al que se ha visto durante las últimas décadas. Ya el tema que mueve gente no es el de las FARC o los procesos de paz. El país está viviendo un problema muchísimo mayor desde hace mucho tiempo y es la corrupción. Algunos partidos han intentado hacer de este tema su bandera de campaña en elecciones anteriores, pero las FARC siempre encabezaban el discurso político, Aunque a diario cayeran corruptos en los gobiernos de turno, se murieran niños de hambre por desviación de recursos y enriquecimiento ilícito o hubiese dilación en los procesos cuando algún personaje con poder cometía un delito.
El discurso ahora se mueve en torno a derrotar esa clase política tradicional que ha desangrado incluso más al país que los grupos armados al margen de la ley, aquella que ha visto en los colombianos un conglomerado de gente que es fácil de engañar y convencer con un tamal por la misma situación en la que viven, por no haber tenido otra oportunidad diferente a vivir en la miseria. Vargas Lleras quizás se una a ese discurso, él arma su propuesta según lo que la gente quiera escuchar, así como lo hizo en 2015, cuando decía que se encontraba en una posición neutra frente al proceso de paz, pero en el instante en que el acuerdo con las FARC se divisó frágil salió como vicepresidente a criticar su propio gobierno. Por otro lado, el partido que se hace llamar de “centro” hasta en su propio nombre no es más que la muestra de una derecha radical que tiene que seguir con su discurso por haber llevado a la mitad de los votantes a decir NO en el plebiscito, por haberlos sacado “verracos” a votar y por haber hecho una campaña llena de odio y difamación. Es un partido donde a su mayor exponente lo comparan con Donald Trump los expertos, pero yo lo compararía con Putín (por aquello de las chuzadas y los hackers).
Ahora la coalición ciudadana que desean armar Sergio Fajardo, Jorge Robledo, Claudia López, Antonio Navarro, entre otros, es la que debe estar acompañada por todos esos votantes que no tienen afinidad con ningún partido. El discurso se centrará en una lucha incansable contra la clase política tradicional y la corrupción, no más FARC y no más procesos de paz. La manera en que los colombianos se están volviendo más conscientes de los temas que están afectando al país y la veeduría ciudadana que se está dando en las redes, es un punto a favor para el candidato que salga de esta coalición, es hora de darle la oportunidad a alguien diferente, con ideas frescas, con apoyo a los jóvenes, con convicción de que se puede hacer política de manera transparente, para que de una vez por todas lo político deje de ser sinónimo de austeridad e inequidad.
Confío en este proyecto de progreso y espero que a los congresistas de turno se les de su merecido en las próximas elecciones por haber traicionado a los colombianos de a pie con la reforma tributaria y creerse inmunes ante la población que los eligió.
PD: Esperemos que Fernando Carrillo cumpla a cabalidad con su frase de “más procuraduría que procurador”, bastante tuvimos con escuchar el nombre de Alejandro Ordoñez por todos los medios y por ningún lado la procuraduría.
