El Estado parásito anda enloquecido, con mudus operandi de bacteria corrosiva que no haya una dosis siquiera aproximada de curación Es un modelo de Estado que acorrala, que desafía como criminal, que pasa por alto cada semáforo, es un Estado que llena los bolsillos de sus funcionarios, funcionarios que van por la vida como esbirros sicariales.
Un Estado que desangra sus arcas, que viola las leyes que impone, uno que tira la piedra y ya no esconde la mano, que miente, que protege y promueve a sus más fieles y corruptos empleados, un Estado que te toma por esclavo, que te muele, te cobra y te da poco.
En Rusia acusan a Kasparov de terrorista, a Kasparov, al ajedrecista inteligente, el serio, el que ha visto y resuelto las guerras en un tablero de ocho por ocho. Su delito: terrorismo, un delito que se basa simplemente en cuestionar la criminalidad desbordada de Putin.
Entre tanto, en el Caribe Trump ordena piratear barcos venezolanos, así como así robar su carga; es el mismo Trump supremasista, desbocado, el que patea como vaquero cerril, aquel que acorrala hispanos, espaldas mojadas los llaman, hispanos que trabajan allí porque se van de sus países parásitos, diezmados por el hambre, por la violencia.
Por acá qué decir: campean Benedettis, campean Olmedos, Sarabias, toda una camarilla de la mediocridad y el arrasamiento
Lo de la emergencia económica reciente es más que una broma, es la idea de que todo puede pasarse por alto, una Constitución, por ejemplo, para sacarse de encima una rabia, una incapacidad, una imposibilidad, para montar una estrategia fallida, para nada, para planear bien una improvisación, simplemente por matar el tiempo ya muerto.
Es acá y allá. Son Trump, y Putin, y Petro, Maduro o Netanyahu, de lado a lado, de extremo a extremo. La ideología se hizo excusa de dictaduras rampantes. Y antes fueron Duque y Bolsonaro y Kirchner, personas así, gobiernos así, derecha e izquierda amalgamadas, el mismo olor pestífero, el mismo mal, el mismo daño.
No nos llamemos a engaños, en cuestión de poder y política llegó para quedarse el tiempo de las autocracias, el de la gula corrupta, el del Estado que te cobra, que te expropia, que te quita, el del Estado que no te da nada, ni tiempo, ni diversión, ni educación, ni posibilidad.
Se aproximan elecciones. No te dejes engañar por gobernantes ni por candidatos que no dicen lo que creen, sino lo que negocian. Los que hablan desde los extremos, a la izquierda o a la derecha son los peores, son sectarios, son los que más se endeudan y luego pagan de tu bolsillo.
En Navidad cuídate de sus regalos griegos, de su mentira envenenada; no creas, pero no te quedes quieto. A los gobernantes y los gobiernos plaga todavía hay que desmontarlos del pedestal.
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