Hace 192 años fue asesinado el revolucionario José Prudencio Padilla por órdenes de Bolívar

Hace 192 años fue asesinado el revolucionario José Prudencio Padilla por órdenes de Bolívar

El 2 de octubre de 1828 un pelotón de fusilamiento mató al militar en la Plaza de la Constitución, hoy Plaza de Bolívar, de Bogotá. Un recordatorio de los hechos

Por: JOSE ALVAREZ CARRERO
octubre 02, 2020
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Hace 192 años fue asesinado el revolucionario José Prudencio Padilla por órdenes de Bolívar

No bastando con los infames disparos, los verdugos luego colgaron su cuerpo en una horca y lo dejaron varios días en el lugar más transitado de la Bogotá de entonces, como si de esa forma evitaran que sus ideas antiesclavistas y su espíritu de lucha por los más desposeídos fuese a amenazar de nuevo a esa clase dominante privilegiada que gobernaba con Bolívar y que dos siglos después sigue ostentando el poder.

Padilla nació en un hogar humilde en el caserío wayúu del Río del Hacha en el norte del país. Por ser hijo de madre indígena y de padre mulato, en una de las regiones más recónditas del Imperio Español y en una sociedad tan estratificada como la colonial, es entendible el esfuerzo con el que logró salir adelante. Lo suyo fue el mérito, no la palanca. Su valentía e inteligencia lo hicieron héroe en las guerras napoleónicas y más concretamente en la batalla de Trafalgar, donde el Imperio Español se enfrentó al imperio inglés. A pesar de ser hecho prisionero, su valor le valió para ser ascendido a pesar de correr por sus venas sangre africana e indígena.

Al ser liberado, a pesar de ser nombrado en un importante puesto de la burocracia imperial, como Contramaestre del puerto más importante de España en América, privilegió sus intereses de clase a sus aspiraciones personales, y tras empezar la guerra de independencia, se sumó a las filas rebeldes. Si los esclavos de la Colonia Francesa de Santo Domingo habían podido liberarse del yugo opresor, los oprimidos de la España Americana también podrían lograrlo. A pesar de que desde un principio la causa independentista fue secuestrada por los intereses de la oligarquía criolla, quienes solo vieron en ésta una forma de acrecentar aún más su poder, eso no fue obstáculo para que Padilla acumulara victorias y glorias.

Se destacó como el líder más sobresaliente de las principales campañas navales del norte de Sur América. Mientras tanto, otros comandantes rebeldes con orígenes humildes y sangre negra en sus venas, como el caso de Manuel Piar, eran asesinados por órdenes de Bolívar, por el delito de querer abolir la esclavitud y querer ponerles fin a los privilegios de esa minoría blanca a la que “El Libertador” pertenecía.

El prestigio de Padilla se acrecentó cuando en 1823 frente al Castillo de San Carlos en Maracaibo, su escuadra derrotó a la poderosa flota de Francisco Tomas Morales, recuperando los mares de América para la causa independentista. Aunque logró ser elegido dos veces senador de la Gran Colombia, las élites criollas siempre vieron en él una amenaza a sus privilegios, y buscaron la mejor forma de eliminarlo. Para ellos, los negros debían seguir siendo esclavos.

Ese sector más rancio, clasista y conservador se agrupaba alrededor de otro clasista conservador y reaccionario, Simón Bolívar, el mismo que en 1819 repartió las tierras confiscadas a los españoles entre una élite de terratenientes criollos, el mismo que ahora coqueteaba con europeos para que su sucesor fuese un príncipe inglés; el mismo que traicionando los ideales revolucionarios de la independencia, ahora pretendía establecer una dictadura militar cuasi- monárquica.

El aliado de Bolívar, Mariano Montilla apresó a Padilla por no apoyar al “Libertador” en los preparativos a la Convención de Ocaña. Posteriormente, cuando la dictadura bolivariana se consolida, a mediados de 1828, Padilla estaría en la mira, cualquier excusa sería válida para eliminarlo. Cuando en septiembre, un grupo de jóvenes, asqueados con la traición que Bolívar había hecho a los ideales liberales de la revolución, deciden intentar ponerle fin al tirano y a la vez, liberar a prisioneros políticos como Padilla.

Cuando esta sublevación fracasa, su líder, Pedro Carujo, por ser blanco y rico es perdonado. Padilla, quien no participó en esos sucesos por estar preso, sí es sentenciado a la pena capital. Su real delito: ser negro, con orígenes humildes, querer abolir la esclavitud y los privilegios de las minorías criollas y querer que la independencia no fuera solo un traspaso de gobierno de los Borbones a las élites criollas, sino un verdadero cambio de las estratificadas estructuras sociales.

Padilla no fue la primera ni la última víctima patriota muerta por responsabilidad directa de Bolívar. Su ego ya había llevado a que traicionara en 1813 a Miranda, entregado a los españoles para ser hecho prisionero y posteriormente asesinado en prisión. Luego, en diciembre de 1815, Bolívar se enfrentó al patriota Manuel del Castillo y Rada que defendía Cartagena, en una guerra no declarada. Cuando los españoles se aproximaban, él huyó a Jamaica, pero no le permitió abordar a Manuel, quien fue luego fusilado por Murillo en febrero de 1816. En octubre de 1817 sus tropas fusilaron al líder militar Manuel Piar, militar invicto en numerosos combates y artífice de que las clases pobres venezolanas dejaran de apoyar a los españoles guiadas por Boves y se convencieran de que con la independencia supuestamente mejoraría su destino de miseria y hambre. Santander se salvó de que fuese fusilado gracias a su popularidad, pero fue humillado y desterrado. Posteriormente, José María Córdova, el héroe de Ayacucho, quien también se opuso a la dictadura conservadora de Bolívar, fue asesinado por el edecán de éste, el mercenario irlandés Daniel Florencio O’Leary.

Dos siglos después, la real herencia bolivariana no es el chavismo ni el correísmo ni el petrismo. La real herencia bolivariana es el centralismo, la injerencia militarista en la política, la estratificación social y la poca democracia para las amplias masas populares. Esa herencia es la que hoy defienden los escuderos del Estatus Quo, sucesores directos de esa casta criolla minoritaria que ha gobernado por doscientos años, al inicio, con el payo inglés y luego, con el apoyo norteamericano. Contra esa herencia fue que luchó Padilla, Piar y Miranda en la época de Bolívar. Contra esos intereses de clase que defendió Bolívar también luchó Benkos Biohó un siglo antes, y José María Melo, Murillo Toro, Avelino Rosas, Rafael Uribe Uribe, Manuel Quintin Lame, Ignacio Torres Giraldo, María Cano y Gaitán varias décadas después. Nuestros héroes son quienes defendieron los intereses del pueblo, no quienes fusilaron a su líder.

 

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