Gustavo Balanta, el último izquierdista humanista y real

Gustavo Balanta, el último izquierdista humanista y real

Un sentido homenaje póstumo al periodista y escritor cartagenero, quien falleció el pasado 9 de febrero por problemas cardíacos y otras afectaciones de salud

Por: Eva Durán
marzo 07, 2019
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Gustavo Balanta, el último izquierdista humanista y real

Gustavo Balanta fue un hombre de verdad, un perfecto caballero, un amigo fiel y leal hasta las últimas consecuencias. Filósofo sabio, centrado en sí mismo, coherente, de una decencia, pulcritud y honestidad de otro mundo, formado en las puras entrañas de la Juventud Comunista, cofundador del Polo, la UP y de Colombia Humana, luchador de los derechos de los afro, de los indígenas, de las mujeres, de los desposeídos, de los despojados de la tierra, de los nadie, de los que no tienen nada, de esos que como decía Eduardo Galeano, no aparecen en la página social sino en la prensa roja local y que valen menos que la bala que los mata. De esos que son aplastados por la historia, para ti eran carne viva, fuego, alma, pasión, la masa que mueve el mundo y cambia el curso de las estrellas.

Jamás olvidaré la potencia y fuerza huracanada de tu voz en el discurso, tu habilidad para cautivar la audiencia con argumentos fáciles de asimilar pero irreductibles y contundentes. Ante ti era fácil entender por qué la derecha nos teme tanto. Ese pánico es el que les hace cazarnos como conejos, ante la imposibilidad de vencernos argumentalmente. Ya van 600 líderes asesinados, sin que los medios se estremezcan, sin que el Fiscal Cianuro haga algo, incapaz como es de atraparse a sí mismo.

La fuerza de tu espíritu permitía entender porque el neofascismo del CD quiere negar la matanza de las bananeras, la violencia de los años 50 que se llevó 300 mil vidas, porque quieren amordazar a los docentes, porque tanto esfuerzo por intentar en vano reducir nuestra fibra moral.

Por gente como tú, gracias a los pocos héroes como tú, la derecha no nos ha llevado a la barbarie y a la esclavitud y sumisión que pretenden llevarnos.

Fuiste el último mohicano, el último izquierdista humanista y real, poeta de altos quilates, gestor cultural, filántropo, faro moral y espiritual, amigo, confidente, consejero sabio, padre espiritual.

Me dolió tanto la noticia, quedé tan devastada que no fui capaz de ir a despedirte. No pude ni comer, ni levantarme de la hamaca por dos días. Luego supe que fue maravillosa, tal como te la merecías, con la homilía del Padre Castillo, el mismo que 25 años atrás ofició tu matrimonio católico. Hubo tambores, canto, danza, salsa, aplausos, vivas, gritos de victoria, ricos, pobres, blancos y afros, unidos homenajeando a uno de los grandes. No quise verte en un ataúd, prefiero recordar tu risa, tu voz y la fuerza indoblegable de tu espíritu rebelde y lúcido. Santero yoruba, salsero y bacán, que soledad se siente. Se siente un hueco inmenso en la ciudad.

Siempre estabas pegado las 24 horas a Telesur y Canal 1 (para no dejarte engañar). Se ha ido contigo el más chavista de los chavistas, el más demócrata de los izquierdistas, defensor a ultranza de la paz la negociación, la justicia social. Sobreviviente de todas las matanzas de líderes sociales. Te diste el gusto de morir naturalmente.

No hay palabras que te abarquen SheShe ba Sheshe, así saludabas siempre y significa alma guerrera. Eso fuiste. Un guerrero, tu vida inquebrantable y diáfana fue tu victoria.

Fuiste el guardián del campamento por la paz, cuando el fascismo con su sarta de mentiras ganó fraudulentamente el plebiscito. Estuviste viviendo en esas carpas a un lado del Parque Centenario, a sol y a sombra, bajo la tormenta y el calor, aguantaste de todo, amenazas, constreñimientos, de todo. Conociste la pobreza, el exilio, la lucha permanente y la resistencia como forma de vida.

Por 30 años tu cuerpo te hizo malas pasadas, la parca te llamaba pero le hiciste el quite tres veces, tres veces estuviste al otro lado y volviste una y otra vez muerto de risa, por eso esta vez estaba segura que vencerías otra vez, nuevamente como tantas veces. Estaba segura que la fuerza de tu espíritu podría más que ese pequeño cuerpo morenito, enfermizo y esmirriado que parecía prestado, que parecía levitar en esa cama llena de libros y del amor de tus amigos.

Casi al final, con tus pies hinchados, con más alma que cuerpo, tu última cruzada fue recoger firmas en la plazoleta Benkos Bioho para que el Centro Histórico se reconociera como territorio ancestral de los afro. El desplazamiento del cartagenero raizal del centro histórico te causaba un dolor insufrible.

Continuaremos tu obra y tu ejemplo y veremos el advenimiento de la primavera, de la Colombia Humana. Vete tranquilo, SheShe Ba SheShe, tu semilla floreció, somos millones, somos legión, tu ejemplo nos guía y nos sustenta. Hasta la victoria siempre compañero.

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