Estela Restrepo Zea y la historia del San Juan de Dios
Opinión

Estela Restrepo Zea y la historia del San Juan de Dios

Su obra sobre el hospital bogotano constituye un gran aporte a la historia de la medicina, la historia de la pobreza y el estudio de políticas públicas en salud

Por:
enero 16, 2019
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Con la muerte de la profesora e investigadora Estela Restrepo Zea, ocurrida en las primeras horas del 2019, la historia de la medicina en nuestro país sufre  una gran pérdida, al igual que la Universidad Nacional, su casa de estudios e investigaciones de toda la vida.

Durante 35 años ejercicio con gran dedicación una fructífera labor investigativa y docente en el Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Doctora en Historia de la Universidad Complutense de Madrid, Licenciada en Historia y Filosofía de la Universidad de Antioquia, especialista en Archivística de la Universidad de Antioquia; Diplomática y Paleografía de la Universidad de Andalucía, España, y en Historia Natural del Consejo Superior de Investigaciones, España.

Su obra El Hospital San Juan de Dios 1635-1895. Una  historia de la enfermedad, pobreza y muerte en Bogotá, a la cual dedicó la mayor parte de su labor investigativa, constituye un gran aporte a la historia de la medicina, a la historia de la pobreza  y al estudio de políticas públicas en el campo de la salud.  En palabras de su autora “La historia del Hospital San Juan de Dios entre 1635 y 1900, íntimamente unida tanto al devenir de los pobres de la capital, como a las concepciones sobre la asistencia y la terapia, sintetiza las políticas de los gobiernos coloniales y republicanos sobre los menos favorecidos. Como casa de Dios  y de enfermos, entre los siglos XVII y XVIII, velaba por los pobres de solemnidad, al tiempo que servía para salvar el alma de los fundadores y los donantes que querían asegurarse un lugar en el cielo a través de las oraciones de los pobres y los enfermos”

Fundado en 1635 por Fray Juan de Barrios y cerrado por el gobierno distrital en el año 2000 al ser declarado en quiebra, el  Hospital de San Juan de Dios se convirtió durante  sus  365 años de existencia  en el principal refugio de los pobres necesitados de atención a sus quebrantos de salud. De igual manera fue, desde 1868, el hospital de prácticas de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional y un fructífero campo de investigaciones  médicas, tales como el Instituto Inmunológico Nacional, donde se iniciaron y desarrollaron las investigaciones  contra la malaria dirigidas por el científico  Manuel Elkin Patarroyo.

En su momento el San Juan de Dios no solo fue el principal centro hospitalario de la ciudad y en el primer hospital universitario, también se convirtió en un centro de importancia nacional, “en él tenían albergue todo tipo de personas: eclesiásticos, seculares y regulares, conjuntamente con algunos indios de la provincia, especialmente los que se conducían de las minas de plata de Mariquita, lo mismo que los locos. Las enfermerías del Hospital eran un tamiz, el lugar de espera donde los dolientes buscaban la salud del cuerpo o se preparaban para entregar su alma al creador. Sus huéspedes, discriminados según su condición social, recibían la ayuda espiritual requerida para alcanzar la templanza, como los cuidados corporales necesarios para restaurar su complexión.”

 

Con la historia del Hospital San Juan de Dios, Estela Restrepo nos recuerda
que durante varios siglos existió la beneficencia,
“la acción de ayudar a las personas más necesitadas sin pedir nada a cambio”.

 

Con la historia del Hospital San Juan de Dios, Estela Restrepo nos recuerda que durante varios siglos existió la beneficencia, entendida como “la acción o práctica de hacer el bien y ayudar a las personas más necesitadas sin pedir nada a cambio”. Hoy las políticas públicas de salud la han eliminado esta palabra, sonaba arcaica. En su remplazo acuñaron la “atención al cliente hospitalario”. Era considerado el “Hospital de los pobres”. Su ubicación geográfica así lo confirma. Durante cerca de dos siglos el San Juan de Dios estuvo situado junto a la iglesia del mismo nombre, en la manzana comprendida entre las actuales calles once y doce y las carreras novena y décima. En 1926 pasó a ocupar los amplios terrenos de la hacienda La Hortua en la calle primera, en donde se construyó su actual en sede. La calle primera es un símbolo de la histórica demarcación de la ciudad segregada. Allí empiezan el norte de los demás y el sur de los pobres del  barrio Las Cruces, Santa Bárbara, del Policarpa, sus vecinos hasta hoy.

De la labor investigativa de Estela Restrepo merece especial mención el rescate que realizó de la obra  Recetas de Espíritu para enfermos del cuerpo, escrito por el sacerdote Jesuita Pedro de Mercado en 1640. Un libro que compendia  54 recetas  espirituales, inspiradas en los santos de la iglesia católica, para curar a los enfermos mediante su lectura.

En ausencia de la anestesia y los analgésicos, la única opción que tenían los enfermos para sobrellevar el dolor era la oración. “A cada enfermedad se le asocia el santo que la padeció. Las enfermedades dolorosas son especialmente propicias para la práctica de las virtudes. Puesto que el médico del cuerpo no puede sanar, no queda más alternativa que recurrir a la fuerza del espíritu. Pero no para añorar la felicidad y el placer, sino para aceptar el dolor. El dolor no se elimina enalteciéndolo, pero si santifica a quien lo padece sin queja”.

A la Historia del Hospital San Juan de Dios 1635-1895, se suman otras importantes obras de Estela Restrepo como Historia de la clínica en el Hospital San Juan de Dios. Siglo XIX;  Plan de dietas rigurosas, rigurosísimas, de media convalecencia y convalecencia entera. Historia de la dietética en el Hospital San Juan de Dios, Bogotá 1790; Recetas de Espíritu para Enfermos del Cuerpo;  La Universidad Nacional en el Siglo XIX. Documentos para su Historia.  Planchas anatómicas del cuerpo humano, ejecutadas según dimensiones naturales, acompañadas de un texto explicado por F. AntommarchiEl Medicamento en la historia  de Colombia - 1947-1997 (Coautora),  entre otras.

A su esposo, el también investigador Alberto Martínez Boom, a sus hijos Carolina y Juan Manuel, sus familiares, un abrazo solidario que sirva para sobrellevar  los dolores del alma que a todos nos produce  la partida de Estela. A la comunidad de investigadores y docentes de la Universidad Nacional nuestra manifestación de solidaridad por esta gran pérdida, que para bien del país deja un gran legado a la historia de la ciencias médicas  y de la universidad.

 

 

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