El mundo llora y sale a las calles por Palestina mientras Israel consuma el genocidio en Gaza

El mundo llora y sale a las calles por Palestina mientras Israel consuma el genocidio en Gaza

Mientras en las capitales del mundo, millones salen a las calles en protesta por el genocidio, EEUU y Europa decepcionan a la humanidad con su actitud cómplice

Por: Pedro León Vega Rodríguez (*)
enero 19, 2024
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El mundo llora y sale a las calles por Palestina mientras Israel consuma el genocidio en Gaza
Fotografía: Canva

Mientras en las distintas capitales del mundo, incluidas las principales ciudades de Estados Unidos, millones de hombres y mujeres de la sociedad civil salen a las calles en protesta por el genocidio que realiza Israel en Gaza y se solidarizan con la resistencia heroica del pueblo palestino al ritmo de la consigna política: ”VIVE PALESTINA, VIVE”, los gobiernos de Estados Unidos y Europa decepcionan a la humanidad con su actitud cómplice, cobarde y cínica frente a la infamia que hace llorar al mundo de impotencia e indignación: en tres meses Israel ha consumado en territorios ocupados de Gaza su programa de limpieza étnica con 21230 homicidios (incluidos 9000 niños, 6300 mujeres). Esta cifra llega a los 30000 con los desaparecidos en los escombros de los bombardeos. La FIP registra 105 periodistas asesinados en Gaza. Además de 53603 heridos y mutilados y 1.900.000 desplazados, en un territorio de sólo 365 kilómetros cuadrados y una población de 2,200.000 habitantes.

El desenfreno de Israel por matar palestinos ha llegado a extremos demenciales. Ahora quiere internacionalizar la guerra. El ejército israelí bombardeó Siria, Líbano, Irán, Irak, Yemen y sigue bombardeando Gaza. Desconoce los llamados de la comunidad internacional, no cumple las resoluciones de Naciones Unidas, no respeta fronteras, no escucha a nadie, viola los derechos humanos más elementales, y nadie lo detiene mientras destruye todo con sus actos terroristas. El mundo mira estupefacto e impotente y contiene la respiración para que las atrocidades de Israel no deriven en guerra mundial.

Israel ha cometido estos crímenes con el apoyo de Estados Unidos Y Europa desde hace 75 años impunemente, contra poblaciones pobres y miserables que se defienden con palos y piedras. La diferencia es que sus vecinos ya no son los pueblos indefensos de las últimas décadas, La región juega ahora con miles de ojivas nucleares, pueden borrarlo del mapa. Israel ya no engaña a nadie, no puede agazaparse en la disputa ideológica de la Guerra Fría, ni encubrirse en la guerra contra el terrorismo, la mascarada de Bush en 2001; hoy la transparencia de la información en medios independientes y redes sociales le impide ocultar sus crímenes y justificarse con su discurso mesiánico. Ha mostrado el cobre, el genocidio se ha revelado en toda su vileza e infamia. Tarde o temprano la comunidad internacional llevará a los responsables a la justicia por sus crímenes de guerra, de lesa humanidad y de genocidio.

Estos crímenes atroces hoy impunes, constituyen una enorme vergüenza que pone a llorar a la humanidad y enseñan también las manos ensangrentadas de sus principales responsables: el carnicero Benjamín Netanyahu, el auto- declarado fascista e ideólogo ministro Bezalel Motrich, el senil y ambiguo Presidente Joe Biden y los líderes de la Unión Europea laxos y corruptos como Ürsula Von der Leyen, Charles Michel y Josep Borrell, burócratas de quinta categoría que envilecen la cultura europea para someterse impúdicos a los intereses de Estados Unidos. En sus manos Europa perdió su identidad como unidad política. Estos burócratas confunden a Europa con la OTAN; ya no hablan de desarrollo económico, alta tecnología y comercio global, sino de sanciones económicas, industria armamentística y guerras; no promueven el multilateralismo sino la polarización. Europa es hoy un continente políticamente sometido, en crisis económica estructural y sin un futuro claro.

No obstante, nada puede cambiar la convicción de millones de hombres y mujeres en el mundo que entendemos la causa palestina como una de las más nobles de la historia de la humanidad del último siglo, y eso basta para merecer el respaldo incondicional de todo individuo, de todo ser humano que se considere en el buen sentido de la palabra un verdadero demócrata.

Igualmente, en sentido contrario de la historia, nunca antes la dirigencia política de las potencias occidentales se había mostrado más cobarde y moralmente tan miserable y vil al justificar el genocidio en Gaza. Contrasta con otros países serios que dan buen ejemplo: además de la obvia resistencia de la liga árabe, Sudáfrica ha pedido la intervención en Israel de la Corte Penal Internacional; el Presidente Erdogán de Turquía, un hombre de derecha, ha comparado a Netanyahu con Hitler -tal como lo había hecho ya hace setenta

años el filósofo e intelectual judío Leibowitz, quien afirmaba en 1953: “El Estado de Israel es hoy únicamente una dictadura, que está gobernado por judeo-nazis y representa la oscuridad”-; los gobiernos de Bolivia y Honduras rompieron relaciones con Israel por el genocidio en Gaza y ahora Egipto rompe su neutralidad y abandona toda mediación. Colombia se manifiesta crítica.

Asimismo, nunca antes las élites económicas de la plutocracia mundial habían sido tan descaradamente corruptas, arbitrarias y criminales cuando se trata de lograr sus objetivos de poder y riqueza. Nunca antes las organizaciones de inteligencia, como el M16 británico, la CIA estadounidense y el MOZAD israelí, incluida la burocracia corrupta del pentágono, habían sido tan irresponsables y desalmadas para provocar guerras y destrozar gobiernos contrarios a sus intereses en el mundo, al punto que estas instituciones pueden considerarse la verdadera escoria de la humanidad, que impiden la ampliación, profundización y robustecimiento de la raquítica democracia mundial. No sirven a sus naciones, sino a las élites económicas hegemónicas, y responden al poderoso lobby financiero judío en el mundo anglosajón y europeo.

Pero también, nunca antes la sociedad civil, apoyada en las redes sociales y medios de comunicación independientes del poder hegemónico, se había levantado de manera simultánea en el mundo entero en pie de protesta social multitudinaria en contra el genocidio en Gaza y en solidaridad con la causa del pueblo palestino, víctima del ejército paramilitar israelí. Sí, el ejército de Israel es diferente a los demás ejércitos del mundo, en tanto es en la práctica una poderosa organización paramilitar legitimada por el Estado de Israel y supuestamente por algunos de sus profetas y por el Torá, con todas las atrocidades y barbaridades que ello implica, con toda la podredumbre moral y fundamentalismo que oculta su inmenso poder ejercido con impunidad. Hoy la mundialización de la información y el internet han desenmascarado a los actores agazapados detrás de bambalinas en escenarios de la geopolítica, han mostrado a la luz del día las fauces del verdadero poder, ese monstruoso poder de las élites hegemónicas que actúan en Estados Unidos mediante el Lobby en diferentes sectores de la economía, entre ellos el poderoso Lobby israelí.

La banalidad del mal que se manifiesta en actitudes pusilánimes frente al genocidio en Gaza es reflejo de la banalidad de la política negativa que produce las guerras en el mundo. Esto lo explica bien el prestigioso economista estadounidense Jeffrey Sachs cuando afirma que la política de Estados unidos es la de un Estado Plutocrático, donde la política pública ha sido tomada por varios Lobbies influyentes (cada uno dedicado a su área específica), que

mantienen la política a través de contribuciones de campaña. Cada lobby invierte millonarias sumas de dinero en las campañas electorales a la presidencia y después impone su poder en su campo para su beneficio político y económico: Wall Street gobierna la política financiera; otro lobby la política agraria, otro la salud; y el complejo militar industrial en el Pentágono dicta no sólo la política militar, sino también la política exterior. Cada lobby asegura su cuota de gasto en su área en el presupuesto del gobierno electo. El presupuesto del pentágono, por ejemplo, es de 1.2 billones de dólares al año. Para América Latina, por ejemplo, la jefa del Comando Sur, Lora Richardson, ha señalado la línea de acción cualquiera sea el ganador de la elección presidencial en 2024: “la prioridad es barrer a China y a Rusia y tener acceso privilegiado a los recursos naturales de América Latina” ha dicho. Contribuye a estos propósitos el analfabetismo cultural y la laxitud que caracteriza a la clase política estadounidense, la mayoría de los congresistas demócratas y republicanos.

Como resultado, se promueven guerras continuamente en el mundo con inversiones militares en billones de dólares. Para recuperar su inversión, el lobby militar necesita crear guerras y el lobby financiero necesita controlar los mercados en el mundo. En esas prácticas del poder el lobby judío es el más influyente y poderoso de la política estadounidense. Eso explica por qué Israel hace lo que le da la gana, viola todas las reglas, desconoce todas las resoluciones de Naciones Unidas, traspasa ilegalmente fronteras para realizar bombardeos y ocupa a su antojo los territorios de países vecinos.

Sólo un pensador como Walter Benjamín pudo interpretar esta fatalidad del mundo contemporáneo. Benjamín   se   aparta   de   los   historiadores funcionalistas, que miran la historia desde el futuro del progreso; el pensador alemán de origen judío prefiere hacerlo desde las víctimas en los campos de batalla. En sus tesis sobre la historia, afirma que el concepto de progreso hay que fundamentarlo en la idea de catástrofe. La catástrofe consiste en que las cosas “siguen adelante”, así como están. No es lo que nos espera en cada caso, sino lo que ya está dado “en todo caso”. Se inspiró en el cuadro “Ángelus Novus”, de Paul Klee, para desarrollar su tesis sobre “El ángel de la Historia” (Tesis XI). Él Imagina que el ángel voltea la mirada antes de batir sus alas y de elevarse al cielo, aterrado por millones de cadáveres que se acumulan a sus pies.

El verdadero poder en Estados Unidos, dice, Sachs, reside en la oligarquía y la plutocracia que abarcan tanto el partido republicano como el partido demócrata. Esto significa que no existe una democracia libertaria, romántica y deliberativa en la potencia norteamericana, sino el ejercicio simple del poder de

una élite ambiciosa y carente de escrúpulos morales, que constituye el 1% de la población y posee el 99% de la riqueza nacional -las cifras son de Joseph Stiglitz, Nobel de Economía 2001, en “El precio de la desigualdad” (2012. )-. Con un agravante: no hay debate en torno a estos temas de gran importancia, y no se producen debates en Estados Unidos porque no se están permitiendo. No hay tampoco ningún interés en la clase política estadounidense en participar en una democracia deliberativa. La mayoría de la población por su parte, inmersa en su propia sobrevivencia frenética y en la cultura de consumo, es ajena a estas realidades políticas y estratagemas del poder. En esas condiciones, Israel se ha convertido en el país paria de la región de Oriente medio, y en una amenaza para el mundo, para la humanidad entera.

Ya Shakespeare en el siglo XVI había hecho un excelente retrato de un judío típico, el avaro Shylock, en su obra “El Mercader de Venecia”. Si lo juzgamos por ese perfil literario, sin duda uno llega a la conclusión de que el pueblo judío es un pueblo miserable, enfermo por el dinero, sin alma, sin Dios. Contribuye a esa percepción que llevan dentro el ADN maldito de quienes cometieron el mayor de los crímenes, el crimen de Jesús, el Dios de amor de los cristianos. Por supuesto, no puede generalizarse, no todos los judíos son criminales de guerra como Netanyahu. Por más crímenes que cometan los miembros de ese lumpen social que hoy gobierna Israel, no podemos olvidar las contribuciones de espíritus tan elevados como Albert Einstein, Carl Marx, Sigmund Freud, Walter Benjamín, los judíos históricos, incluido Jesús de Nazaret.

Sin embargo, si juzgamos a los judíos de hoy por el genocidio en Gaza, el genocidio contra el pueblo palestino, que auspician y celebran los rabinos en los púlpitos durante las ceremonias religiosas, resulta comprensible concluir que el Dios de Israel no puede ser el mismo Dios Jesús de los cristianos. Uno es un Dios terrorista, que mata civiles, niños y mujeres inocentes, y el otro es un Dios de Amor, que perdona. Uno es el Dios de la muerte, vengador, que odia, el otro es el Dios de la vida, el salvador de almas.

El mundo llora y marcha por Palestina mientras Israel consuma el Genocidio en Gaza. Millones de personas salen a las calles en Londres, Paris, Nueva York, Santiago de Chile, Montevideo, Bogotá, Ankara, Yakarta, Estambul, Ramala, Indonesia, Malasia, Marruecos y Sudáfrica, entre cientos de ciudades más, entonando el coro de esperanza “Vive, Palestina, Vive”.

(*) Magister en Economía Universidad javeriana. Autor de las obras Teoría General dela Violencia Política” (2017), y “Batalla por la Síntesis Histórica” (2020)

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