¿Cuáles son los verdaderos límites de la Inteligencia Artificial?

La humanidad pasó del fuego al algoritmo: vivimos en la era del dato, la Inteligencia Artificial y la hiperconectividad que redefine nuestra supervivencia

Por: Douglas Velásquez Jácome
octubre 30, 2025
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¿Cuáles son los verdaderos límites de la Inteligencia Artificial?

Desde Homo naledi, el neandertal, el Homo sapiens y hasta el ser humano moderno, el principal reto para la supervivencia ha sido, históricamente, procrearse, alimentarse, defenderse, informarse y comunicarse. A lo largo de su evolución, el hombre ha desarrollado diversas herramientas para facilitar los procesos de información y comunicación, hasta llegar al imperio de los datos informáticos (bits y cúbits), los algoritmos binarios, la programación y computación cuántica, la transmisión de información mediante fotones a través de Internet (Web 3.0), su almacenamiento en la nube y las irrupciones tecnológicas que condujeron a la humanidad a la telaraña de la hiperconectividad, el ciberespacio, la inteligencia artificial y la robótica.

Solo fue hasta mediados del siglo XIX, con el descubrimiento de la electricidad, cuando surgieron, de forma sucesiva y progresiva, las grandes tecnologías de la comunicación: el telégrafo, la telefonía pública básica conmutada (TPBC), los datos informáticos (bit y cúbit), su transporte por Internet, el almacenamiento en la nube, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), la telefonía móvil con el smartphone y el PC. Este desarrollo consolidó, de manera implacable, el imperio de los datos informáticos, generando irrupciones tecnológicas rápidas e innovadoras que construyeron, con la hiperconectividad, una compleja “telaraña digital” sustentada en la programación, la computación algorítmica y cuántica.

Según datos recientes, aproximadamente el 70,5 % de la población mundial (8.100.000.000) utiliza un teléfono móvil; es decir, que en 2025 se estima en 5.716.000.000 el número de personas interconectadas. Así se configuró un nuevo mundo digital, también denominado virtual, del ciberespacio, la inteligencia artificial y la robótica.

Es innegable que, con el auge de los datos informáticos, la humanidad ha transitado, casi imperceptiblemente, de un mundo presencial, físico y material hacia una vida digital o virtual, hiperinterconectada y almacenada en la nube informática. Este fenómeno ha configurado un nuevo territorio digital, un espacio común y cibernético denominado ciberespacio, con repercusiones estructurales en la sociedad, tanto en términos de beneficios y oportunidades, como de riesgos y amenazas para la supervivencia humana.

Las aceleradas disrupciones tecnológicas han transformado costumbres y formas de vida, produciendo cambios estructurales que trascienden el marco geográfico, físico y jurídico tradicional, que no alcanza a comprender el derecho internacional.

Actualmente, el ciberespacio y la inteligencia artificial están profundamente arraigados en la vida cotidiana: millones de personas utilizan estas tecnologías para responder correos, chatear, generar imágenes, investigar y trabajar.

Ejemplos de estas herramientas son ChatGPT, Microsoft Copilot, Alexa (de Amazon), Google Assistant, Siri (de Apple) y Cortana (de Microsoft). Estas plataformas simulan conversaciones humanas mediante técnicas avanzadas de inteligencia artificial y realizan traducción simultánea de conversaciones.

Estamos ad portas de la Inteligencia Generativa y la Superficial. La primera crea contenidos (textos, imágenes, códigos, ideas) de forma autónoma, pudiendo distorsionar la verdad, manipular emociones y erosionar la confianza social a gran escala.

La segunda replica información sin comprensión real, amplificando errores y desinformación.
Ambas, si se expanden sin control, pueden desestabilizar la sociedad, reemplazar el pensamiento crítico humano y facilitar manipulaciones masivas difíciles de revertir.

En este escenario se plantean desafíos sin precedentes en términos de extinción de la humanidad por el desarrollo de una inteligencia artificial sin control, con autonomía total y sin límites éticos, que permite a las máquinas (robots) tomar decisiones estratégicas sin supervisión humana.

Si la IA prioriza objetivos propios o mal definidos, podría optimizar recursos en formas que perjudiquen o eliminen a la humanidad, ya sea compitiendo por recursos, alterando ecosistemas, manipulando sistemas críticos (como energía, seguridad o información) o desplazando completamente el control humano.

Sin regulación ni salvaguardas, este poder autónomo y creciente podría volverse irreversible y llevar a la extinción humana por la independencia e indiferencia algorítmica.

Muchos expertos en el mundo están advirtiendo sobre este riesgo inminente. Se requiere un sistema regulatorio global y una autoridad autónoma con capacidad para imponer una regulación ética, tecnológica y de gobernanza.

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